Santiago es el mediano de los tres hermanos y es quien está más al tanto del tema administrativo de la ganadería, aunque no por ello es menos habitual encontrarle en la cuadra enfundado en el mono y trabajando al pie de los animales. Desde que se incorporó al trabajo junto a sus hermanos su granja no ha dejado de crecer y ahora cuentan ya con más de 1.000 cabezas de ganado entre terneros, novillas, vacas de ordeño y secas. Actualmente por la sala de ordeño pasan unas 500 vacas en tres turnos distintos, lo cual les lleva a una producción diaria de 17.500 litros. La leche la venden directamente a una industria lechera, sin intermediar con ninguna cooperativa ni agrupación.
Casi todas las vacas son de raza frisona, una de las más potentes en cuanto a producción lechera, aunque también cuentan con un pequeño porcentaje de brown swiss. Inseminan con toros probados de las mejores líneas americanas y canadienses e inclusos con algún genómico, lo que hace que incorporen datos del ADN de los animales para mejorar la raza.

No es casualidad que hayan aumentado la producción en los últimos meses. La nueva campaña lechera que comienza en abril se presenta cargada de incertidumbres y retos para el ganadero por el fin del sistema de las cuotas lácteas y la liberalización del mercado. Aunque aún no se sabe cómo van a actuar las industrias lecheras, este joven ganadero tiene claro que «los primeros años van a ser malos pero el cambio va a ser beneficioso porque podremos producir más y continuar creciendo». Aún así, el miedo a lo desconocido y cómo actuará el mercado está ahí y mientras llega el momento, los ganaderos se preparan para producir más cantidad comprando más ganado y aumentando el cupo para mientras tanto y aunque solo sea para unos meses.
La última inversión en aumentar la cabaña ha sido de unos 2,5 millones entre infraestructuras y ganado La leche en la provincia de León se está pagando ahora a un precio de unos 0,315 euros, una cantidad «muy baja», según explica José María Álvarez, representante de la Organización de Productores Lecheros (OPL). «Con precios como este las ganaderías como la de Hermanos Conejo Ámez puede entrar en pérdidas en cualquier momento ya que mientras que los cereales suben, la leche baja», comenta. ¿La culpa? «De las industrias lecheras y del poco respaldo de las administraciones públicas», lamenta Álvarez.
Estos tres hermanos de Algadefe han apostado por ganarse la vida en el pueblo con la explotación familiar. Y lo han hecho a pesar de que la ganadería es un sector donde el relevo generacional no está garantizado por su dureza. Tener vacas es esclavo: los animales comen los 365 días del año, además hay que ordeñar y los rumiantes no entienden de vacaciones.
Cuando la cabaña es numerosa, el trabajo lo hace más llevadero la inversión en nuevos sistemas que disminuyen la mano de obra y facilitan las tareas, pero precisamente es esa inversión la que ha puesto en jaque muchas cabañas que han tenido que cerrar sus puertas porque las cuentas no salían. Elevado precio de los costes de producción (unos 6 euros en alimentación de una vaca en pleno producción) para un mercado de la leche en el que las industrias tienen la última palabra y en el que reina la volatilidad de los precios. Y es que el relevo generacional falla por la dureza, pero también por los números. «¿Cómo se va a quedar un hijo con el negocio de su padre si ve que trabaja como un animal y no gana un duro?», comenta José Mª Álvarez.