Martín narra en primera persona las dificultades que atraviesa desde que el 1 de abril entrara en vigor un nuevo período de desaparición de cuotas lácteas, lo que les ha llevado, meses después, a sufrir dificultades económicas por la liberación del mercado y la descapitalización de su patrimonio por el valor nulo de esa cuota.“En esta situación de precios, los ganaderos no aguantamos más. Nos pagan los mismos precios de la leche que hace 30 años, en el año 83, cuando empecé yo, mientras que los costes se han multiplicado”, reitera.
Las cuentas no le salen. El camión de la empresa García Baquero recoge a diario una media en la vaquería de 3.300 litros (a partir de 37 litros por cabeza). “Si producir un litro de leche tiene un coste de entre 0,34 y 0,37 euros por la alimentación, sanidad y energía de los animales, y nos pagan a 0,29 y 0,3 euros, algo está fallando en el sistema”, critica Martín, que explica que la comida de cada animal tiene un coste de 8,5 euros por vaca.
Sin embargo, aunque oficialmente y a ojos de la Administración este sistema de cuotas ha desaparecido, las empresas del sector las mantienen para suscribir contratos temporales con los profesionales. Se ciñen a las cifras registradas entre el 1 de abril de 2014 y el 31 de marzo de 2015. Por ejemplo, esta granja abulense cuenta con un compromiso equiparable a 1,1 millones de litros anuales de cuota (adquirido en estos años), una cifra que otorga unos rendimientos por vaca, todas de raza frisona, de 12.500 litros por rumiante, cuando la media en Castilla y León se sitúa entre 9.500 y 10.000. Y si te pasas de esa cantidad, continúa esta ganadera, te penalizan o no te recogen.
“De qué sirve invertir en mejoras, infraestructura y mejoras genéticas, ¿si de golpe te quitan la ilusión que tienes por tu trabajo con precios indignos?”, exclama visiblemente molesta, justo delante de Juan José, el conductor del camión que en ese momento carga el producto del tanque a la cisterna. “Él es un trabajador, como yo. No tiene culpa”, ironiza.
Y Adoración prosigue, porque admite estar enfadada. El verano pasado cobró por la leche diez céntimos más de euro por litro que en la actualidad. Ahora, con la liberación del mercado y la ausencia de cuotas impuesta por Bruselas, “la industria impone precios indignos al ganadero”. Desde que ella posee la explotación, sólo conoció un escenario similar, en 1992, “a menos de 32 pesetas”, que al cambio son 0,20 euros. “La diferencia es que ni el pienso, ni el combustible, ni la energía valían lo que hoy cuestan”, desliza ligeramente derrotada.
Esta profesional cuenta con el hándicap, como otros muchos, de que está obligada a devolver los préstamos suscritos con las entidades financieras para modernizar su explotación. “Un ganadero pequeño que no se haya metido en fuertes inversiones, esto le afecta menos, porque ya lo tiene amortizado. Nosotros incluso teníamos un proyecto para crecer, pero con esta crisis, ¿a dónde vamos?”, cuestiona sobre su futuro.
Esta crisis, tras inversiones “de miedo”
“Lo peor de esta crisis de precios que nos han impuesto es que llega tras inversiones de hemos tenido que hacer para afrontar planes de mejora, unas inversiones de miedo”, sostiene Fernando Herrero, ganadero de Riocabado, también en Ávila, que cuenta con en torno a 200 vacas, en una explotación contigua a la de sus primos José Luis y Restituto García, con otros dos centenares. “Los ganaderos son los que fijan población en el medio rural. Si una granja se cierra, ya no se vuelve a abrir seguro”, afirma Fernando, que cobra la leche a 0,29 euros, siete céntimos mes que hace un año.Señala que “no es una cuestión de compasión, sino de dignidad” y confía en que la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, se “ponga las pilas” para que la industria no chantajee a los ganaderos”. Lo dice con seriedad y cierta pena. Dice que de momento aguanta la situación, mientras muestra sus dos robots de ordeño, a los que ha dedicado 180.000 euros a cada uno. “He ganado en calidad de vida a la hora de trabajar, pero ahora tengo otros disgustos porque tengo que pagar muchas deudas y con estos precios no hay beneficios”, afea.
En la conversación, mientras enseñan el funcionamiento del robot al entrar una de las vacas, José Luis García recuerda que en 1985 percibían 45 pesetas (0,27 euros), con costes mucho más baratos. Tras los planes de mejora esperaban un incremento de producción y calidad de vida. “Ahora las cosas se han torcido con estos precios, a lo que se suma la inversión realizada en compra de cuota en estos años”, razona.
Mientras se alarga la conversación, el aparato no deja de funcionar. 24 horas al día las vacas van entrando, una a una, con unos 65 ordeños en total y cuatro o cinco minutos dedicados a cada animal. “Alguien tiene que moverse. Que vendan la leche a Rusia o donde sea. Porque las sanciones que ponen los países occidentales a los estados del Este, también las pagamos nosotros, nos repercute”, opina Restituto, una situación que no variará mientras lo franceses “inunden nuestro mercado”.
No difiere el decorado planteado por Raúl y Javier Azpeleta, hermanos de Melgar de Yuso (Palencia), que ordeñan a diario 180 cabezas en una explotación de más de 340 vacas. En 2006 afrontaron una fuerte inversión para sacar del casco urbano el negocio familiar y construir una infraestructura “moderna, grande y con gran capacidad”.
Duplicaron la cuota que tenían, hasta 1,4 millones de toneladas, contratadas con la cooperativa Lactunión a un precio base de 0,29 euros el litro que siempre fue superior, pero que ahora se ha estancado ahí, cuando los costes, algo en lo que todos coinciden, ascienden a 0,34, “cifra que aumenta cuando las deudas aprietan”. “Estos costes se han multiplicado por cinco o más y el precio es el mismo que hace tres décadas”, asegura Raúl, que explica que se han visto obligados a renegociar las deudas. Por ello, cree que las medidas anunciadas por la ministra mediante avales “son parches que ayudan un periodo concreto de tiempo, pero no solucionan el problema”.
Imposible aumentar la explotación
Admite que si la situación del sector “fuera la normal”, se lanzarían e incrementarían la explotación, que actualmente produce 6.200 litros diarios, para lo que cuentan con cuatro robots de ordeño. “Pero sin precios atractivos, cualquiera se atreve”, observa, mientras señala con su índice la zona de terneros, atacados habitualmente por los lobos: “¡Ves, otro problema más. Una vez entraron aquí y nos mataron seis!”.
Azpeleta se muestra convencido de que “no dejarán caer al sector, algo harán, porque la situación es complicada”. “Le vendí un camión de alfalfa a otro ganadero y dijo que para pagarme iba a vender parte de sus novillos. Así no arreglamos las cosas”, comenta un ganadero que crea dos empleos directos en un pueblo de 300 habitantes y muchos más indirectos.
España: desagüe de Europa
Los responsables de estas cuatro explotaciones coinciden en que García Tejerina debe controlar la entrada masiva” de leche de Francia y Alemania porque España “siempre ha sido el desagüe de estos países”. Adoración comenta que la empresa Lactalis, que posee la mitad del mercado nacional, es de origen francés y “está aliada” con la distribución gala para introducir el producto que sobra en los lineales españoles.Esta ganadera abulense también considera que las empresas lácteas les repercuten el pago de la multa impuesta por la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) en primavera, que asciende a 88 millones de euros, y que les acusaba de ejercer prácticas anticompetitivas para intercambiar información, a nivel nacional y regional, “sobre precios de compra de leche de vaca cruda, volúmenes de compra de ganaderos y excedentes de leche”. “Se enriquecieron con 800 millones de euros por estas prácticas y le multan con 80... Yo creo que los ganaderos dejaremos de ganar dos veces. Primero porque con esa política no abonaron lo que era justo, y segundo porque ahora nos van a hacer pagar la sanción a nosotros”, augura, para animar al sector, “ya cansado y harto”, a salir a la calle y movilizarse.