Se llama Andrea González y es de Villablino, aunque por motivos laborales reside desde hace años en la ciudad de León junto a su pareja. Hasta ahora no había reunido fuerzas suficientes para exteriorizar lo que califica como un auténtico «parto traumático». Hace diez meses, la joven lacianiega se puso de parto. A las cinco de la madrugada acudió al Complejo Asistencial Universitario de León. El equipo médico observó que el bebé venía de nalgas, por lo que fue necesario realizar una cesárea de forma urgente. Andrea recuerda con emoción los instantes posteriores al nacimiento de su hijo: «me dejaron verlo un minuto, con las manos atadas, sin poder acariciarlo por primera vez. Me lo acercaron para que le diera un beso y, acto seguido, se lo llevaron».
Después de ese breve instante, llegaron horas interminables sin saber nada de la criatura. «Me tuvieron cinco horas en reanimación, separada de mi hijo. Yo supliqué que, por favor, me lo llevaran de nuevo a la habitación. Pero no fue así». El bebé pasó alejado de la madre las primeras horas tras su llegada a este mundo. Andrea, además, denuncia la nula información que el hospital ofreció a sus acompañantes: «Mi pareja y mi familia no supieron nada de mí durante todo ese tiempo». Para ella, la sensación de tocar al bebe y acurrucarlo en su regazo es indescriptible. Lamenta que todo eso lo pudo hacer, sí, pero «demasiado tarde». Andrea apostilla que «quien ha sido madre sabe que ese primer momento es vital. El hecho de que te lo quien de las manos se siente como si te lo estuvieran arrebatando en el instante más importante». Un instante para el que «te llevas preparando los últimos nueve meses de tu vida».
Andrea no quiere que otras mujeres embarazadas pasen por el mismo trauma. Por ello, ha iniciado una campaña de recogida de firmas a través de la plataforma ‘Change.org’ para exigir al Hospital de León que ponga en marcha un protocolo de «cesáreas humanizadas». En dos meses, la petición supera con holgura las 29.000 firmas. Es tajante respecto al trato recibido en el paritorio leonés: «no vamos a consentir que nos aten las manos, que nos separen durante horas de nuestros bebés o que nos dejen completamente solas en los quirófanos, sin posibilidad de sentir de cerca a nuestros familiares». Tampoco descarta emprender otras acciones reivindicativas, porque «todavía duele recordarlo, pero ya me siento con fuerzas para luchar y que no le pase a nadie más».
La «cesárea humanizada» entra en la escena política
Izquierda Unida León se hizo eco de la iniciativa promovida por la madre de Villablino. Por ello, solicitó una reunión urgente con el gerente del Hospital Universitario de León, Alfonso Rodríguez-Hevia, para exigir una actualización de los protocolos que rigen los partos por cesárea. Han pasado casi dos meses desde que la formación izquierdista enviara la solicitud, pero aún no ha recibido ninguna respuesta. Este silencio contrasta con la misiva que sí han enviado a la propia Andrea, donde la dirección del complejo hospitalario asegura que antes de que finalice el 2023 «actualizarán todos los protocolos de las cesáreas». Ella no se fía porque «las palabras se las lleva el viento» y quiere que «ese supuesto cambio se confirme públicamente».
Una petición que se enquista en el tiempo
No es la primera vez que alguien alerta sobre este modo de proceder en el paritorio leonés. En 2016 una madre primeriza también emprendió una batalla similar cuyo resultado fue otro silencio administrativo. Hasta en tres ocasiones la mujer presentó en el registro del hospital leonés la solicitud exigiendo una reunión con los responsables del área. Su perseverancia no tuvo límites, porque «no se trata de un capricho personal, sino que está bien fundamentado». Finalmente, la petición cayó en saco roto. Ahora, es otra mujer quien vuelve a la carga para lograr algo que puede beneficiar a muchas progenitoras.