Los restos de un seleccionador español de fútbol reposan en una fosa común de un pueblo de León

Joaquín Heredia fue el técnico del equipo nacional en 1923 y llegó a León como funcionario de Hacienda, siendo finalmente fusilado en 1936

25/06/2025
 Actualizado a 25/06/2025
Joaquín Heredia
Joaquín Heredia

El  inicio de los trabajos para recuperar los cuerpos de 4 asesinados que permanecen en una fosa común en Mansilla de las Mulas trae el recuerdo de una ‘trágica curiosidad’ relacionada con la represión y también Mansilla de las Mulas. En un paraje cercano a la fosa que se va excavar ahora (la conocida como la finca de La Mata del Moral) permanece el cuerpo de un personaje que llegó a ocupar un cargo muy singular: seleccionador nacional de fútbol, en 1923, teniendo a sus órdenes al gran Zamora o el famoso Pepe Samitier. Además, en uno de esos dos encuentros logró uno de esos resultados para el recuerdo, 3-0 a la entonces poderosa Francia. 

Se llamaba Joaquín Heredia (Joaquín Calixto Heredia Guerra, era su nombre completo), que llegó a León como funcionario de Hacienda, instalándose en la ciudad y haciéndose con un lugar de privilegio en la vida social: era presidente de la Cruz Roja de León y por su apoyo al ejército en la Revolución del 34 le concedieron  la Cruz al Orden del Mérito Militar. «Era además de misa frecuente».

Nada se sabía de este personaje hasta que el profesor José Luis Gavilanes Laso, realizando otras investigaciones, se encontró con la figura y los avatares de Joaquín Heredía. Una historia que plasmó en su libro ‘¿Qué fue de Joaquín Heredia, seleccionados nacional?’ que accedió a presentarle en León (en el hostal de San Marcos, curiosamente) el que entonces era seleccionador mnacional, el entrañable Vicente del Bosque.

Señalaba Gavilanes Laso entonces que «Heredia, natural de Madrid, residía en León en 1936 donde trabajaba como funcionario de Hacienda y también como empleado de la Compañía de Ferrocarriles del Norte. En el momento del golpe de Estado era presidente de la Asamblea de Cruz Roja, se ocupó de recaudar fondos para montar un Hospital de Sangre en el que socorrer a los heridos de un bando y otro y era una persona muy apreciada en León». Por eso extraña su detención, encarcelamiento y conducta pues, dice Gavilanes, «de nada le sirvió su trayectoria cuando entró en la rueda de la sinrazón».

De hecho, para que la paradoja sobre su biografía aumente aún más, Joaqín Heredia fue indultado... y, sin embargo, acabó fusilado. Curiosamente lo mismo que ocurrió con otro leonés, el médico Emilio Pedrero Mardones, cuya biografía fue presentada hace tan solo unos días, al devolver sus cenizas. Las de Heredia siguen en  un monte de Mansilla de las Mulas. 

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