Tiene León, y más concretamente su barrio de Santa Marina, una manera sin parangón en la provincia de recordar cada año a sus fieles difuntos. Lo hace a través de una joya artística e histórica, tangible e intangible, que cada segundo de noviembre (octavo en este caso, por no caer ese día en sábado) se viste de sobriedad para dar cuenta de que más de 360 años después sus 139 hermanos continúan velando por las almas de todos los leoneses fallecidos.
La Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y Ánimas del Santo Malvar, sobria y humilde como ninguna otra, es una ‘rara avis’ que trae un aroma como los de antaño, de aquellos tiempos en los que primaba más el ser que el parecer. Una cofradía que "ni es ni pretende ser" como las de Semana Santa, cuyas ventajas serían poco más que innumerables, y aboga por mantener la quintaesencia de lo que siempre fue.
Adaptación a los nuevos tiempos
En realidad, una de las principales funciones durante buena parte de su historia ya no la lleva a cabo: dar entierro a los más necesitados. Sin embargo, lejos de dejar atrás su cometido de entonces y de modificar el sentido puro de la cofradía, tras tres siglos de vida prosiguen en su camino velando por las almas de aquellos que ya han partido. Es más: hace unos años recuperaron el cortejo en el que procesiona Nuestra Señora de la Piedad, una obra del siglo XVII que recibe culto en la iglesia del barrio.
Y eso, inevitablemente, les ha vuelto a poner en el foco de ese pequeño gran círculo que constituye el León cofrade. "A la gente lo que le llama es pujar», responde la secretaria y tesorera, Amaya Álvarez Rico, cuando se le pregunta por el reclutamiento de nuevos hermanos. No es ninguna novedad que el «90% de los hermanos de la cofradía sean señoras del barrio que llevan apuntadas toda la vida", pero tampoco lo es que más allá de ir a misas en el resto de actividades son poco participativas (sin ser esto algo malo, más bien al contrario): y ahí es donde entran en juego los recién llegados. "Todos los años entran entre 10 y 15 personas nuevas, el hacer la procesión nos ha ayudado en ese sentido", dice la ex abadesa de la corporación.
Acciones principales y secundarias
Con todo, el nombre de la cofradía está ahí y resume su primera razón de ser sobre el resto: "Ánimas del Santo Malvar". Es decir, reza por las almas del purgatorio mediante misas y oraciones. Lo demás es secundario, aunque a la vista está que llama más que lo anterior. "No somos una cofradía penitencial, no salimos en Semana Santa, solamente acompañamos a algunas en su cortejo, pero ese no es nuestro principal cometido", explica antes de advertir que su momento es "ahora, recordando a las ánimas y a los difuntos". Otro punto diferencial a su favor es que no salen tapados, a pesar de que cuentan con una capucha que solamente usan cuando acompañan a una penitencial en los días de pasión y lo hacen "por respeto".
Primar la sobriedad
Pese a todo, intentan «primar la sobriedad en la procesión, solo hay tambores y es para llevar bien el paso, pero de música no hay nada más». Y añade Amaya para reflejar la realidad que viven: "El primer año que volvimos a salir muchos jóvenes se quejaban de que se pujaba sin música y tenías que hacer pedagogía explicándoles que realmente la procesión es como si estuvieras yendo al cementerio, por eso se llega hasta el Arco de Ánimas. Al final lo acaban entendiendo". "Lo que queremos es algo parecido a lo que tiene Zamora, una procesión de difuntos a la altura de lo que es León", reconoce.
Respecto al futuro y lo que creen que les espera, lo afrontan con ilusión, pues un proyecto así solo puede ir hacia arriba. "La esperanza que tenemos es ver a las cofradías de ahora, que antes no salían con los lujos de ahora, así que poco a poco podremos crecer", añade. Y pueden soñar, porque tienen la materia prima, la esencia, la historia y, sobre todo, las ganas de hacerlo bien.
Por el momento, este próximo sábado 8 de noviembre a las 20:00 horas volverán a salir a las calles de León y rezar públicamente por el alma de todos los finados en una misa previa al cortejo una hora antes. El motivo de hacerlo una semana después del Día de Difuntos, explica Amaya, "es que la procesión se saca el mismo 2 de noviembre en caso de que caiga en sábado; si no, como ocurre este año, se hace el sábado siguiente a esa fecha". En el cortejo participarán las dos cofradías adscritas a la iglesia de Santa Marina, Agonía de Nuestro Señor y Santo Cristo del Desenclavo, así como el Santo Sepulcro y la Hermandad de Jesús Sacramentado. El toque provincial lo pondrán las Tres Caídas de San Andrés del Rabandero y las Benditas Ánimas del Purgatorio de Grulleros.