Los pintores de Truchillas, memoria gráfica de Cabrera

Pilar Ortega y Severino Carbajo llegaron al pequeño pueblo cabreirés de Truchillas; pintores y fascinados por la arquitectura tradicional de la comarca la han perpetuado, con todo detalle, en su extensa obra pictórica

José Manuel Roces
07/09/2025
 Actualizado a 07/09/2025
Severino Carbajo y Pilar Ortega en la inauguración de una exposición sobre el tema que han dedicado su trabajo, la arquitectura de Cabrera | ARCHIVO FAMILIAR
Severino Carbajo y Pilar Ortega en la inauguración de una exposición sobre el tema que han dedicado su trabajo, la arquitectura de Cabrera | ARCHIVO FAMILIAR

Cuando se habla de la comarca leonesa de Cabrera la conversación puede tomar los derroteros más diversos: personajes, costumbres, economía, guerrilla, música, tradiciones... pero hay un campo que nunca puede faltar, para bien, y es su arquitectura tradicional. En este campo nadie le puede robar el privilegio de ser uno de los lugares con mayor interés para arquitectos, estudiosos o artistas.

Cuando hace cerca de dos décadas la Diputación de León puso en marcha la idea de publicar unos “Cuadernos de arquitectura”, el primer número, el más emblemático, estuvo dedicado a la Cabrera y corrió a cargo del catedrático José Luis García Grinda. Aquella idea se frustró en pocos números pero, por suerte, sí quedó recogida nuestra comarca.

Perpetuarla en un libro era importante, pues muchas de estas singularidades se van perdiendo, y por la misma razón adquiere gran relevancia el trabajo de dos cabreireses: Pilar Ortega Navas y Severino Carbajo Yañez, conocidos como los “pintores de Truchillas”. En este pequeño pueblo del lago se afincaron hace 51 años, en 1974. Desde entonces han dedicado su obra a perpetuar la arquitectura tradicional de Cabrera, en trabajos cargados de realismo y cuidado detalle: pueblos, calles, casas, tejados, chimeneas, ventanas, puertas, corredores, muros, balcones, hornos, espadañas, cubiertas de losa o paja, revocos, escaleras, zapatas...

Muchos libros, estudios y curiosos han acudido a las obras de los pintores de Truchillas, guardianes de uno de los grandes tesoros de Cabrera: su arquitectura.

En una exposición en León, Pilar Carbajo recordaba la evolución de la comarca: “Hace 35 años, cuando nos instalamos en La Cabrera, en Truchillas, había una carretera infame, la luz fallaba, no había agua corriente... y hoy tenemos banda ancha, han mejorado las carreteras. En fin, es una maravilla y un privilegio vivir aquí”.

Incluso cuando las carreteras eran infames pensaron que era un privilegio vivir allí... y en Truchillas se quedaron.

Pilar Ortega Navas, nacida en Vitoria, mostró desde joven una gran inclinación por las artes. Su vocación artística la llevó a Madrid, donde se formó en la Escuela de Artes y Oficios.

Severino Carbajo Yañez, madrileño, estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y recibió formación en restauración. Fue allí donde conoció a Pilar. El arte los unió y decidieron trasladarse a Truchillas, en la Cabrera leonesa, donde Severino conservaba la memoria de su abuelo y la casa familiar.

En 1974 llegaron a Truchillas. Los vecinos, marcados por la emigración de Cabrera, los recibieron con escepticismo: “¿Quiénes serán estos?, ¿a qué vendrán aquí?, ¿de qué vivirán?”. Con paciencia y cercanía se integraron, restauraron la casa familiar y la convirtieron en hogar y taller.

Desde entonces pusieron a la Cabrera en el centro de sus trabajos. Severino Carbajo plasmó en sus cuadros la emoción de la ruina y la fuerza del tiempo sobre muros y tejados. Pilar Ortega, en cambio, eligió el lápiz para dibujar paisajes, casas, fachadas y detalles arquitectónicos.

“Lo que unió a sus trabajos fue una idea común: mostrar Cabrera tal y como es. En sus lienzos y papeles habitan los pueblos, las ventanas, las fachadas y hasta las piedras olvidadas que, gracias a su arte, adquirieron una belleza nueva y atemporal”.

Su compromiso artístico llevó a Pilar y Severino más allá de Truchillas, con numerosas exposiciones en museos e instituciones públicas. Cada vez que se habla de la Cabrera, se piensa en ellos.

Con los años, Pilar y Severino se convirtieron en parte inseparable de Truchillas, no solo como vecinos, sino como guardianes de la memoria de Cabrera y de su arquitectura tradicional en peligro. Sus obras son un testimonio sincero y perdurable de una tierra dura y hermosa que eligieron como hogar.

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