Cuando José Luis sale a la puerta con su nieto Jaime agarrado a su cuello es inevitable recordar aquel día que llegó a un corro con su hija Miriam, en la misma postura, dos bebés que parecían aún más pequeños de lo que son asomados a la ventana de ese gran castillo que es El Chopo de Vegas del Condado, uno de los tipos más grandes y nobles que han saltado a los corros de lucha leonesa; no en vano es uno de esos que no olvidan los aficionados y hablan de él dibujando esa cara de bondad que siempre tuvo El Chopo; seguramente el primer luchador que dominaba una Liga de principio a fin, perdiendo tres o cuatro corros en todo el año, algo ‘habitual’ hoy pero entonces muy complicado. “Había mucha gente muy buena: Rambo, Julio, El Che, Óscar, Morín...”
— ¿Llegaste a luchar con Miguel el de Campohermoso? — Sólo una vez, en el mercado de ganados, y me ganó.
Luchó El Chopo en tiempos convulsos, con broncas frecuentes, corros en los que “se calentaba la tartera” en el argot del deporte. “Ocurría en todas las categorías, menudas movidas y enfrentamientos, en pesados también y yo trataba de poner paz ayudando a los árbitros porque su tarea no era nada fácil”...
Y cuando José Luis estaba en lo mejor de su vida deportiva su padre perdió la vida en un accidente... “Dejé el trabajo que tenía, dejé la lucha y me hice cargo de la ganadería familiar, con mi hermano en el apartado digamos de ‘oficina’... y en ello sigo”.
Es José Luis uno de esos importantes ganaderos, de leche en su caso, con 300 vacas en su pueblo e, igual que hacía de luchador, un tipo que no se queja. “No está mal ahora mismo el mundo de la ganadería, la leche está bien pagada, vivimos dignamente. El único problema ahora es la enfermedad, que no nos ataque, pues sería terrible, ya que ni la pagan, ni la cubre el seguro; lo único tomar medidas... y rezar, porque la trasmite un mosquito”.
— ¿Tendrás que volver el sábado a ver si gana la Ribera de una vez? Se ríe y coge a Jaime en brazos, que trae un tractor en cada mano.