A finales de los ochenta y durante la década de los noventa era habitual, al pasar por la calle Burgo Nuevo, encontrarse a chavales parados y mirando atentamente el escaparate de Marcos, en el que una montaña de patatas fritas hacía salivar a los paseantes. Había más establecimientos, sobre todo bares, especializados o conocidos por su forma de preparar las patatas fritas, pero hasta que llegó Marcos no había en la ciudad ninguna otra tienda que las sirviese a granel y en formato chip.
Abrió en 1984, cuando el matrimonio formado por Tomás y Teresa regresaron a su León después de haber pasado quince años en Madrid. Sus buenos contactos dentro del sector les animaron a apostar por una fórmula que aquí no era conocida. Su hijo Samuel, actual responsable de la empresa, era sólo un niño entonces pero recuerda perfectamente que sus padres cargaban una furgoneta entera de golosinas en Madrid y la traían a León, pues aquí no había demasiadas tiendas especializadas en ese producto, más allá de las que se pudieran encontrar en los kioscos.
Entre unas cosas y otras, Patatas Marcos entró a formar parte de las rutinas de los leoneses, muchos de los cuales siguen acudiendo con frecuencia a sus dos tiendas actuales, la originaria de la calle Burgo Nuevo y la que en 2015 abrieron en la calle Ancha. La receta no puede ser más simple: aceite bueno, patatas buenas, sal si es el caso y ajo o cayena debidamente espolvoreados, pero el sabor de las patatas de Marcos se hizo inconfundible para muchos leoneses, que convirtieron en hábito estas patatas que de alguna manera son también un sabor del León de toda la vida, después de cuatro décadas alegrando los paseos y los aperitivos. Además de las famosas patatas, en sus dos actuales tiendas se pueden encontrar todo tipo de productos gourmet salidos de las mejores despensas de la provincia que hacen las delicias de leoneses y visitantes.