De pastores y rebaños

Los pastores y su mundo, los rebaños y los mastines, protagonizan el viaje a la memoria gráfica de Fernando Rubio en los años setenta

30/10/2023
 Actualizado a 30/10/2023
Mirantes de Luna acogió las celebraciones de la Fiesta del Pastor y sus nombramientos en 1978. | FERNANDO RUBIO
Mirantes de Luna acogió las celebraciones de la Fiesta del Pastor y sus nombramientos en 1978. | FERNANDO RUBIO

Se suceden en estas fechas otoñales un buen número de celebraciones en las que el oficio de pastor, los rebaños, la trashumancia y todo lo que acarrean a su lado tienen evidente protagonismo. La despedida de los rebaños que hacen la trashumancia (ahora en camión, antes andando) tiene su cita en Prioro; muchos pueblos se han sentado a comer cordero u oveja, todos juntos, manteniendo esta tradición que viene de cuando los pastores de las majadas regalaban ovejas para compartir alrededor de una mesa, con nombres diferentes la misma fiesta: las machorras en Redipollos, la borregada en Cármenes... Súmale la fiesta de los pastores en Joarilla de las Matas o la Romería de la Pastorica en Valderas y tendrás diversos puntos de la provincia con celebraciones que honran a un mismo mundo, el del pastoreo, los rebaños... Y no puede ser ajena a todas ellas la fiesta del pastor, de Barrios de Luna. De todas ellas hay constancia en el archivo de Fernando Rubio, quien nos recuerda la importancia de este viejo trabajo. «Los dos oficios más antiguos del mundo, según la historia del género humano que nos transmite la revelación bíblica, fueron los de labrador y pastor, los de Caín y Abel, hijos de Adán y Eva. Los mismos oficios de los hijos de Jacob, los hermanos de José».

Viaja Rubio tan lejos en el tiempo para recordarnos que «se ennoblece la figura del pastor desde los primeros tiempos; se dibuja todo el admirable abolengo de un oficio que tan humilde puede parecer a los hombres de hoy, tecnificados y complejos... Jamás una dignidad humana ha sido mostrada con evocaciones más altas que aquellas que tomaron al pastor como modelo o símbolo. Ni reyes, ni gobernantes, ni magistrados, ni sabios, ni sacerdotes; nadie, entre las más altas jerarquías humanas , ha sido elevado a pedestal tan rico y esplendente como el Pastor, según nos contaba nuestro Florentino Agustín Diez, en su libro ‘El Pastor que estaba en Babia’». 

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Espectacular imagen de  las celebraciones de la Fiesta del Pastor de 1978 con el espectáculo de los danzantes de Joarilla de las Matas. | FERNANDO RUBIO

Recordar a ‘don Florentino’ —como siempre le llama su hijo el escritor Luis Mateo Diez— es buen momento para recordar la Fiesta del Pastor de Los Barrios de Luna pues el citado fue Pastor Mayor de los Montes de Luna en el año 1973, la década en la que Fernando Rubio era reportero de prensa y, por ello, abre el baúl de los recuerdos que ilustra con fotos: «Mis recuerdos de esas fiestas son muy variados no sólo por su singularidad, solemnidad del acto en un entorno natural,  la exaltación de una profesión muy dura sino, ‘last but not least’ (por último pero no menos importante), la rica comida, en la que caldereta de pastor era plato indispensable,  con la que nos obsequiaban a los asistentes. Una comida a los pies de la presa del pantano del Luna y bajo la escasa sombra de los chopos y con abundante y grata compañía». Y rescata de su archivo imágenes de varios años,  diferentes ediciones : 1970, 1973, 1974 y 1978. 

Hay por toda la provincia diferentes celebraciones vinculadas a la convivencia entre pueblos y rebaños:las machorras, la borregada, la fiesta del pastor, las danzas...

Para que las citas no sean tan lejanas no les faltan a nuestros pastores poetas locales que han cantado su viejo oficio. Julio Llamazares  les dedica el pasaje que, sin duda, es uno de los más conocidos suyos: «Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad / cuando perdió sus ganados y sus pastos».

Y Ángel Fierro también les escribe, tal vez desde las ventanas de su casa en Cármenes con vistas a las majadas de Machacao y Moro Qil. «El chozo y el redil son recintos acordonados, / sin más salida que la portilla y el cielo,  / tras cuya cuerda conversan los mastines. //  ¿De qué hablarán los perros y las calizas, mientras / vigilan el círculo imperfecto y aguardan en los / ojos del pastor las órdenes dormidas, que no / han de darse hasta el amanecer? // El chozo y el redil son redondos, /  como los quesos. /  Nunca sabremos su secreto. Tienen alma / de círculo, como la luna llena: Esfera, glóbulo, / voluta, anillo, hogaza... / La vida es también un círculo. Se abre y / retorna a los orígenes, principio y fin de todo / rumbo, hielo y agua riente, pared que nunca /se interrumpe, corro  de sueño».

En el poema aparecen, no podían faltar, los mastines. También están en las fotos de  Fernando Rubio. Y están de triste actualidad después de protagonizar un escalofriante suceso en Zamora, descuartizando a una joven enfermera, atacándola en jauría y sembrando tanta desazón como dolor e incomprensión entre quienes conocen, quieren y admiran  el trabajo y las bondades de este perro que lleva el apellido de leonés.

«Los mastines que atacan a los humanos no son mastines»

Pedro Trapiello contaba, a raíz de este suceso, cómo todo un referente en el mundo del pastoreo en León, Paulino El Manco, sacrificó a un precioso mastín, seguramente el que más quería, por un ‘amago’ de ataque que nada tuvo que ver en gravedad con lo ocurrido en Zamora, pero decía aquel paisano de cuerpo entero —aunque le faltaba un brazo— que no cabía dejar en esa raza que se produjera ningún tipo de ataque ni podía darle crías para sus rebaños.
Han escrito muchos expertos, en este periódico lo hizo Félix García, con incredulidad de los hechos.  

Pero, tal vez, el  más gráfico fuera Urbano, extremeño y viejo pastor de vecera durante décadas, de los que sabe lo que es dormir en el chozo y que es contundente en su análisis.

- No son mastines.
- Eran mastines.
- No son mastines. No se comportaron como mastines, no hicieron lo que hacen los mastines e hicieron lo que nunca hacen los mastines. No son mastines... tal vez les hayan entrenado para lo que no son, no sé la razón, pero tengo leído que el que inventó la bomba atómica realmente descubrió algo para hacer bien a la comunidad.

Y al buen hombre le dolía el hecho porque «la gente va a pensar lo que no es del bicho más noble que hay».

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