El caso es que ya son tantas las pajaritas que atesora este hombre en casa –muchas son regalos, aunque la mayoría son encargos que hace él mismo dos veces al año en Kadal, donde elige colores y telas– que hace unos meses decidió hacer ‘algo’ con una parte de la colección. Fue en la barra de El Tintero de La Rúa, un bar donde al mesonero Toño nunca le faltan iniciativas singulares. Allí, durante el cumpleaños de un periodista, empezó a fraguarse una idea que ha cuajado esta Navidad: Blanco ha donado parte de su colección, que expone hasta el 7 de enero en El Tintero y todas las piezas estarán a disposición de quien se encapriche de ellas. Toda la recaudación será para la Asociación Leonesa de Caridad.
"Ayudar a alguien, a quien sea"
Se trata pues de un coleccionista que entrega parte de su tesoro para recaudar fondos para una buena causa, la de ayudar a quienes más lo necesitan, todo un gesto. "Estoy encantado de que mi aportación sea para ayudar a alguien, a quien sea", cuenta el donante, que no puso pegas ni condiciones sobre quién debía beneficiarse de las ventas de parte de su querida colección de pajaritas, "eso es cosa de Toño".
¿Y quién es Emilio Blanco? Aparte de un señor que siempre viste pajarita (con su pañuelo a juego, ojo), él se autodefine como "ciudadano del mundo, europeo convencido, español sin fisuras y nacido en León". En realidad, a este hombre generoso y guasón le conoce medio León por sus charlas como especialista en Nutrición y Dietética: da gusto verle hablar de la riqueza de los Productos de León a los escolares de los colegios leoneses, aunque también encandila a los mayores con sus didácticos consejos nutricionales.
Da buena cuenta también de todo ello en los dos libros que ha publicado este diplomado en Derecho Tributario y Laboral que se autodefine además como "ciudadano del mundo, europeo convencido, español sin fisuras y nacido en León".
¿Y de dónde le viene su afición desmedida por las pajaritas? No lo recuerda, asegura. "Me pasa como al periodista Tom Wolfe con sus trajes blancos, que cuando vi a qué tipo de gente le molestaba que me pusiera pajarita, decidí no quitármela nunca", dice entre risas.
A pesar de la donación de alrededor de 80 pajaritas exclusivas ("la mayoría, hechas expresamente para mí"), a Emilio Blanco le quedan más de 300 en casa, casi todas con su pañuelo a juego.
– ¿Le da pena desprenderse de ellas?
– Qué va, doy unas pero me quedan muchas. Estoy encantado de que sirvan para algo así, ayudar a otros.