Parecía mentira cuando sonaba la campanilla de las propinas del Olimpo y Clemente decía ese chascarrillo de "otro barrio de Sevilla"… Sin embargo, desde el pasado martes 15 de agosto su vida ya gira en torno a la capital hispalense y lejos de la ‘capital’ del Páramo.
Fue el pasado 17 de julio cuando uno de los hosteleros por excelencia de Santa María del Páramo, el gran Clemente Domínguez Franco, puso punto y final a su incansable labor y legado al frente del pub Olimpo. Una despedida a lo grande con una fiesta llena de emociones que no defraudó a nadie a pesar de ser un simple lunes en el que prácticamente Clemente ‘tiró la casa por la ventana’ y una despedida que, personalmente, me llevó a dedicarle una columna de opinión a modo de agradecimiento.
Uno de los numerosos, cariñosos y llenos de buenas palabras de agradecimientos que ha recibido Clemente desde que se conoció la noticia de que traspasaba el bar en el que prácticamente en 40 años se ha dedicado tan sólo a una cosa: hacer a la gente feliz.
No obstante, ahora es él quien quiere devolver todo el cariño que ha recibido a través de este mero redactor, asegurando, visiblemente emocionado, textualmente lo siguiente: "no tengo palabras para agradecer todo lo que la gente ha escrito por redes sociales o para los que han ido al bar o me han parado por la calle para decirme cualquier cosa. Estoy sorprendido porque nunca me esperaba tanto cariño por parte de la gente para nada y es difícil de explicar todo lo que se lo agradezco, pero tanto a los que me han escrito o parado por la calle, como los que no me han dicho nada y siempre los he tenido en el bar".
Una respuesta a todos esos agradecimientos que Clemente me remarca, justo el día antes de marcharse para Sevilla, en la terraza del Iguana, otro de los bares donde se forjó la ‘leyenda’ de este ‘maestro’ de la hostelería paramesa.
- Pero, ¿cuándo empezaste en el mundo de la hostelería?
- Empecé en 1974 en el Club Atlético Paramés con 12 años echando una mano los fines de semana y me pagaban unas doscientas pesetas al mes.
- ¿Y luego?
- Pues con 14 años, al domingo siguiente de dejar el Club porque cerraba, comencé a trabajar en la Iguana donde estuve siete años los fines de semana por las tardes y los últimos cuatro años también iba al Nacional a echar una mano los domingos por la mañana con el vermú.
- ¿Y después ya vino el Olimpo?
- Sí, pero primero con 21 años tuve que ir a hacer la ‘mili’ y el Olimpo lo abrí en septiembre de 1984 con 22 años.
Quien sabe si por casualidad del destino o no, pero Clemente acabó en San Clemente Sasebas (Gerona) y en Barcelona haciendo la ‘mili’, por lo que afirma entre risas y mostrando su madridismo: "Me mandarían allí por el nombre y para que me hiciera del Barça, pero ni con esas lo consiguieron".
Lo que sí está claro es que la hostelería de Santa María del Páramo cambió en 1984 con la apertura de Pub Olimpo de la mano de Clemente, que sostiene que "era un bar que en ese momento estaba un poco dejado por el dueño y siempre me gustó mucho y cuando tuve la oportunidad de cogerlo, no lo dudé".
Desde ese septiembre del 1984 y hasta el pasado 17 de julio, el Olimpo ha sido un punto de encuentro para todo tipo de gentes y de diferentes edades. ¿El secreto? Clemente lo tiene claro: "Trabajar horas y horas y tener una sonrisa siempre de cara al público, aunque te duela algo. La gente viene a disfrutar y a contarte sus penas, si les cuentas las tuyas, se le están amontonando las suyas y las mías. La gente va a un bar a evadirse y disfrutar y tan sólo hay que darle lo que te pida con la mejor sonrisa".

Unos casi 40 años detrás de la barra del Olimpo donde no se quiere olvidar de su familia que "me apoyó desde el principio económica, física y moralmente". En especial, destaca el esfuerzo de su madre, tanto en la cocina como para limpiar el bar, "que incluso alguna vez hace muchos años llegaba a limpiarlo a las siete de la mañana y tenía que dar la vuelta para casa porque todavía no había cerrado".
Igualmente, no se olvida de los camareros y camareras que han dado el callo detrás de la barra del Olimpo, "desde mis dos hermanas que fueron las primeras camareras al principio sin sueldo a las que les agradezco el esfuerzo, hasta las cerca de cien en todo lo que llevo en el bar que siempre han sido grandes profesionales y no podría enumerar a todos los que han pasado por aquí, pero también les tengo un gran cariño".
Miles y miles de historias y anécdotas puede narrar Clemente de sus vivencias en el Olimpo, pero confiesa que, a sus 61 años actuales, "ya llevaba un tiempo pensando que a este ritmo no podía aguantar, haciendo 14 horas todos los días en verano y creo que ya llega el turno de descansar y disfrutar un poco". Y de la mano de una sevillana, su mujer Lucía, comienza ahora una nueva etapa de su vida a orillas del río Guadalquivir.
- ¿Y con qué te quedas de todo lo vivido en el Olimpo?
- El día de la despedida fue muy especial. Un día de mucha alegría, con mogollón de gente… me vitorearon, me cogieron en hombros como a un torero, me mantearon… Fue todo muy bonito y tengo muy pocas palabras para explicar todo eso.
- ¿Y destacarías algo más?
- Sobre todo agradecer de nuevo a la gente todo el cariño que me ha dado. De verdad que no puedo expresar la emoción que siento.
Una emoción que siente Clemente, pero también todos y cada uno de los parameses que saben que ya no van a escuchar: "¿Qué te pongo, maestro?".