Los números son números, fríos, pero acercan a una realidad. En este caso la de las fosas comunes en España, y en León; una realidad de la que se habla en exceso para la controversia política y poco de las historias que ‘tienen detrás’.
El Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática acaba de actualizar el Mapa integrado de localización de personas desaparecidas, lo que comúnmente se conoce como el Mapa de las Fosas Comunes. Y ese mapa, en números, dice que en la provincia de León se han documentado 123 fosas comunes; de las que aún resta por intervenir en 40 de ellas y en las otras 83 unas se han exhumado totalmente, otras parcialmente, algunas se han dignificado sin exhumarse y nueve de ellas ya habían sido trasladadas a Cuelgamuros, el antiguo Valle de los Caídos.
¿Son muchas? la realidad es que una serían muchas; pero acudiendo a los números habría que decir que León es la que más tiene de la comunidad; seguida por Burgos, con 119; Salamanca tiene 94 y Valladolid 88. La que menos tiene es Zamora, con 38.
A nivel nacional
A nivel nacional también se podría decir que la provincia de León está en un nivel elevado de fosas; por encima de la mayoría de las provincias (Madrid tiene 60;Barcelona se queda en 42)pero bastante por debajo de aquellas en las que la guerra tuvo una presencia aún más cruel.
Es muy elevado el número de Murcia, con 513; y también aquellas ‘vinculadas’ con repetidas batallas y frentes de guerra: la pequeña provincia de Teruel en esta triste lista sí existe y tiene 397 fosas en su territorio, y también son elevadas las cifras de las otras provincias de Aragón: Huesca alberga 328 fosas y Zaragoza 265. También Navarra tiene una cifra elevada, 342.
Las provincias con menos fosas son Ceuta y Melilla, con una cada una; las Islas Baleares 4; Almería se queda en 6; Pontevedra tiene 17, Orense 16, Alava 24... Granada y Sevilla están en un nivel parecido a León con 91 y 140 fosas respectivamente.
Pero el mapa también va más allá de los números y los datos, de la localización, recupera las historias, la parte humana... y hasta la vandálica.
- La fosa se encuentran en La Venta de Cantarranas, en el conocido como «Paraje de la mala muerte» en el término municipal de Carrocera, al pie de la carretera. Se trata de un terreno privado, cedido por la propietaria a la asociación, bajo el que se sitúa una fosa común sin intervenir en la que se han documentado 56 víctimas El monolito recordatorio ha sufrido 5 actos vandálicos. La profesión de los allí enterrados, en su mayoría, eran maestros.
- Allí habían sido enterrados los cuerpos de una pareja de maestros que fueron asesinados en la noche del 30 de septiembre de 1936.
- Se recuperaron los restos óseos de dos víctimas, concejales socialistas del cercano pueblo de Galleguillos del Monte, que había sido detenidos cuando volvían de trabajar en el campo.
- Un grupo de falangistas que llegó al pueblo de Fresnedo en busca de armas y municiones de la guerrilla el 3 de septiembre de 1936. Al no hallar nada, quemaron tres casas y se llevaron a cinco hombres detenidos. Dos de las víctimas, hermanos (Antonio y Pascual García Colinas), fueron enterrados en esta fosa. Desde entonces, las dos fosas que están separadas por unos pocos metros estuvieron señalizadas por piedras y estacas.
- Las personas asesinadas por la represión franquista en Villadangos procedían de distintos municipios de la provincia: Mansilla de las Mulas, Valencia de don Juan, Sahagún, Benavides de Órbigo, Valderas, Villaornate, Folgoso de la Ribera, Villamarco, León, Alija del Infantado, San Cristobal de la Palanca, San Martín del Agostedo, Valdevimbre, Vegas del Condado, Oncina, Fuentes de Peñacorada, Navianos de la Vega (Alija), Sahechores de Rueda y Villadangos. Tras sondear tres zonas distintas del cementerio los cuerpos aparecieron al final del pasillo central, en medio de zonas donde se ubicaban panteones a ambos lados, lo que hizo inviable seguir excavando para buscar más restos. Algunos panteones de la última ampliación se construyeron encima de la fosa común y la autorización y el compromiso era no tocarlos, lo que deja a desaparecidos sin poder ser exhumados.
Mil historias que conducen a exhumaciones, recuerdos, nombres y, sobre todo, a familias que han recibido los restos que llevaban décadas esperando.
