Las 'guerras del agua' llegan a las huertas

Los vecinos de Villimer se ponen en pie de guerra porque este año les han cortado el agua para regar la huerta

T. Giganto
03/08/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Las compuertas del canal han sido soldadas por la Comunidad de Regantes para evitar que rieguen las huertas. | T.G.
Las compuertas del canal han sido soldadas por la Comunidad de Regantes para evitar que rieguen las huertas. | T.G.
Pasada la una del mediodía, José Peláez está sentado bajo la sombra de la parra en el patio de su casa. Prepara las judías verdes de la cosecha de la huerta de este año, una cosecha que a sus 80 años se le está haciendo cuesta arriba porque no recuerda en toda su vida un año como este. «Es la primera vez que no nos dejan regar los huertos con el agua del canal», lamenta quien ha dedicado su vida laboral a la agricultura. Hablamos de Villimer. Una localidad perteneciente al municipio de Villasabariego, junto al río Porma, y donde en invierno no duermen más de 30 vecinos.

José es uno de los muchos que denuncia esta situación. «La Comunidad de Regantes de la Margen Izquierda del Porma no nos deja coger agua para regar las fincas que quedaron exentas de la concentración, pero es que esto nunca nos había pasado», insisten. José se niega a ver morir sus frutales por falta de agua «mientras el río pasa con más agua que nunca», comenta a pesar de está siendo precisamente un año horribilis para los agricultores de León por la escasez de agua.

Hace ya varios años que a él y a otros muchos vecinos les dejaron de pasar desde la Comunidad el recibo de los costes del riego. «Ni nos avisaron ni nos dijeron más, dejaron de cobrarlos y arreglado», explica José, cuyo hijo puso precisamente este miércoles una denuncia ante la Guardia Civil contra la Comunidad de Regantes por este asunto.

«Lo que no se puede es consentir que una persona como mi padre, que toda la vida ha tenido una finca con frutales, tenga ahora que ir con garrafas de agua de casa para evitar la ruina de estos árboles», explica Chemi, que abandona presuroso la sombra de casa para mostrar las soldaduras que la Comunidad de Regantes ha hecho en las compuertas del canal que rodea la localidad para evitar que cojan el agua de ella para derivarla a las fincas del pueblo. «Es un daño moral a la gente mayor que está indefensa y eso no se puede consentir», comenta.

«Son terrenos que en el catastro están calificados como rústicos de regadío, por lo tanto no se entiende cómo es posible que no nos dejen regarlos», lamentan preocupados porque además la falta de agua mantiene los solares del pueblo con la hierba seca. «Esto cualquier día nos trae un disgusto».


Esta es la primera vez que no nos dejan regar ni huertas ni pequeñas fincas que hay en el puebloEllos disponen de buena voluntad. «Que nos dejen regar un poquito, que no vamos a malgastar el agua, que solo queremos mantener esto poco que tenemos como hemos hecho toda la vida», dicen después de haber solicitado por escrito a la Comunidad de Regantes la reapertura de las chapas del canal «para poder realizar, al menos un riego, dadas las circunstancias características de este campaña, y así poder salvar árboles frutales y disminuir el riesgo de incendios en las zonas próximas a la población». Pero petición tras petición encuentran la negativa por respuesta y dicen «no entender la situación» por «injusta». Cargan contra el presidente de la Comunidad de Regantes de la Margen Izquierda del Porma como «culpable de su situación» y están dispuestos «a llegar a los juzgados si hace falte para que se haga justicia», dicen.

Intentonas de la Junta Vecinal

Fermín Martínez es el presidente de la Junta Vecinal de Villimer, y ya ha hecho varias intentonas para buscar una solución que les permita regar las huertas «como se hizo aquí toda la vida». No entienden que les digan que esos terrenos son urbanos cuando en el catastro están calificados como rústicos y así se lo han trasladado a los responsables de la gestión del riego en la zona.

Son varios los vecinos de Villimer que están molestos con la situación y aluden a otros pueblos colindantes como afectados por la falta de agua para regar las pequeñas fincas y huertas que quedaron exentas de la concentración y que en muchos casos se encuentran anejas a las casas del pueblo. «Si toda la vida pudimos regar, ¿por qué no podemos hacerlo este año?», dice José antes de cargar de nuevo las garrafas para regar la finca. «Y ya me canso», comenta enfadado
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