La liberación de la osa se realizó en condiciones de "extrema precaución" y sin contacto con humanos para aumentar las posibilidades de éxito de su reintroducción en el medio natural. La zona de la suelta fue elegida tras analizar múltiples variables, entre otras, la disponibilidad de alimento y la baja presencia de personas. Asimismo, su traslado al núcleo oriental de la Cordillera Cantábrica puede contribuir a conectar la población osera de esta área, no muy numerosa, con la del occidente, mucho más estabilizada. La Guardería de Medio Natural del Principado, en colaboración con técnicos especializados, recogió a la cría en las inmediaciones del cercado osero de Proaza a finales de mayo de 2019. Padecía desnutrición, deshidratación y alteraciones neurológicas y fue enviada a un centro veterinario para estabilizarla. Tras experimentar una "leve" mejoría, se acordó su traslado al Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre, en Cantabria, unas instalaciones específicas para el tratamiento de esta especie.
Durante los tres meses que permaneció allí, estuvo bajo control permanente y especializado, aunque sin contacto visual con sus cuidadores, y alcanzó un desarrollo óptimo, hasta llegar a los 23 kilogramos en septiembre. En ese momento, fue trasladada al recinto de Valsemana, espacio en semilibertad, aislado y con un adecuado enriquecimiento ambiental, como paso previo a su reintroducción en el medio natural a comienzos de noviembre Las administraciones de Asturias, Cantabria, Castilla y León y el Ministerio para la Transición Ecológica han colaborado en todo el proceso, lo que ha ayudado a actualizar los protocolos de rehabilitación, sedación, radiomarcaje, traslado y liberación de crías de oso pardo, algo de "gran utilidad" ante otros casos similares.
