La lucha de la ULE contra la leishmaniosis

El grupo de enfermedades tropicales de la Universidad, que dirige Rosa Reguera, investiga cómo combatir esta enfermedad que sufren personas y perros y puede provocar la muerte

J. Merino / S. Martín
30/11/2015
 Actualizado a 18/09/2019
Grupo de enfermedades tropicales de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León. | DANIEL MARTIN
Grupo de enfermedades tropicales de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León. | DANIEL MARTIN
El grupo de enfermedades tropicales de la Universidad de León (ULE), ubicado en la Facultad de Veterinaria, comenzó su actividad hace más de 20 años. Arrancó liderado por el doctor David Ordóñez Escudero, ya jubilado, y continúa hoy de la mano de un equipo que dirige Rosa María Reguera Torres, catedrática con experiencia internacional en lo que se refiere a la enfermedad de la leishmaniosis.– ¿Quién compone el grupo de investigación de enfermedades tropicales de la ULE (Getule), donde se está realizando esta investigación?– Somos cuatro investigadores funcionarios liderados por mí, y el grupo en el momento actual incorpora tres estudiantes de doctorado, dos de máster y varios de fin de grado.– ¿Cuál es su trayectoria profesional?– Me licencié en Veterinaria en la ULE en 1992 y comencé mi doctorado con David Ordóñez gracias a una ayuda de la Diputación de León. Me doctoré en 1998 con un tema que no he abandonado, la leishmaniosis. He realizado varias estancias en distintos países especializándome sobre esta materia. Desde el punto de vista profesional, he pasado por todas las categorías universitarias en la Universidad, siempre junto a Ordóñez: ayudante, profesora titular de Escuela Universitaria, profesora  titular de Universidad... Fui habilitada a catedrática en 2009 y en 2010 obtuve la cátedra de Toxicología. Entonces era la catedrática más joven de la ULE.– Háblenos de su línea de investigación en la Universidad de León.Se les llama ‘enfermedades desatendidas’ porque no producen beneficio a las compañías farmacéuticas, es una mala traducción del inglés – Desde que acabé mi doctorado he trabajado en cómo combatir la leishmaniosis. Conocida erróneamente como ‘enfermedad del mosquito’ –realmente la transmiten moscas– es una enfermedad parasitaria producida por un protozoo llamado ‘leishmania’. La padecen los seres humanos y los perros domésticos actúan como reservorios de la misma. La proximidad entre ambas especies hace que puedan ser una amenaza en los periodos estacionales en los que surgen estos insectos. En Europa sufrimos la enfermedad los países del sur: Francia, España, Portugal, Italia y los Balcanes, donde no se producen defunciones. Sin embargo, en India la enfermedad es mortal, sobre todo en el estado de Bihar, donde se producen más del 90% de las muertes anuales. También se produce una enfermedad deformante en Asia, Africa y Sudamérica, que origina rechazo social, ya que se asocia a la lepra. Con la malaria y otras enfermedades como la enfermedad del sueño y la enfermedad de Chagas constituye lo que se denominan enfermedades tropicales ‘desatendidas’, que afectan a casi un tercio de la población mundial.– ¿Por qué esta denominación de ‘enfermedad desatendida’?– Es una mala traducción del inglés, que quiere decir que no producen beneficio a las compañías farmacéuticas. Estamos hablando de enfermedades que afectan a las poblaciones más desfavorecidas de los países más pobres y que por lo tanto no tienen dinero para costearse los tratamientos. Estos deben ser administrados por sistemas de salud rudimentarios o de beneficencia que dependen de donaciones. El resultado es que las compañías farmacéuticas no ven beneficios, y por lo tanto no investigan en nuevos tratamientos. Los tratamientos actuales para la leishmaniosis humana son de hace más de 70 años. Se tienen que administrar por vía endovenosa o intramuscular durante muchos días para que sean eficaces y tienen graves efectos secundarios. El resultado es que el paciente tiene que ir a diario al centro de salud, a menudo lejos de su vivienda... Tiene que dejar el trabajo, la inyección es dolorosa y le produce trastornos. En definitiva, interrumpe el tratamiento, y entonces se originan cepas resistentes que se transmiten por el insecto a otros individuos.En Europa no es así, los tratamientos son mejores pero aquí son los animales domésticos – los perros – los que pueden ser un problema.– Hace unos años hubo un brote de leishmaniosis en Madrid, ¿cuál fue el problema?– El caso de Fuenlabrada fue muy aireado por los medios ya que nos retrotraía a los años en que la leishmaniosis se asociaba al sida. Efectivamente, se observaron unos 800 casos en dos años, casos no muy graves que se trataron eficazmente con ciertos antibióticos. Curiosamente, en este brote no se pudo acusar al perro de actuar de reservorio, sino a las liebres.– ¿Cuál es la situación actual en el tratamiento de esta enfermedad en perros y humanos?El equipo que dirige Rosa reguera en la ULE acaba de publicar un trabajo científico en la revista ‘Chemical Society Reviews’ – El panorama es distinto. En humanos, está desarrollado el tratamiento farmacológico que aunque eficaz, tiene aún problemas de eficacia, resistencias y efectos secundarios importantes. En perros, lo importante es cortar la transmisión entre ellos y el hombre. Hay dos formas de prevención disponibles en la actualidad: los repelentes de insectos, ya sean collares o lociones, y las vacunas. Estas últimas se introdujeron en 2012, con una eficacia todavía por demostrar. También están desarrollándose potenciadores de inmunidad que pueden ser un importante modo de evitar infecciones futuras. Por último, los tratamientos farmacológicos deben mejorarse para evitar las inyecciones repetidas y la aparición de resistencias. Lo que parece que no ha dado resultado desde un punto de vista epidemiológico es el sacrificio de los perros infectados.– ¿Cuáles son los hallazgos más importantes de su investigación?– La investigación que estamos realizando en los últimos 20 años en Getule está orientada a encontrar nuevos modelos y tratamientos para la leishmaniasis visceral. Este trabajo en concreto, que se está realizado en colaboración con la Universidad Libre de Berlín, consiste en la administración de fármacos y vacunas frente a leishmania unidas a nanoparticulas. Las nanopartículas, polimeros sintéticos de un tamaño de una millonésima de milimetro, permiten facilitar la liberación del tratamiento, ya sea vacunal o farmacológico, por vía oral, eliminando los efectos indeseables de las demás rutas y potenciando la respuesta inmunitaria del hospedador. En este caso, el grupo alemán es un especialista consumado en la síntesis orgánica de nanopartículas. Nuestra aportación es la de tener un modelo de leishmaniosis visceral muy novedoso, basado en parásitos modificados genéticamente que emiten fluorescencia infrarroja que permiten el seguimiento de la infección y del tratamiento mediante dispositivos de detección a tiempo real.– Según nos comentaba antes de empezar la entrevista, este modelo supone que los animales infectados pueden ser estudiados sin tener que sacrificarlos.– Efectivamente, como los parásitos emiten fluorescencia, no es necesario sacrificar los animales para poder observar cómo van colonizando los órganos del animal infectado. Esta es una ventaja desde un punto de vista bioético y también metodológico, ya que el número de animales experimentales se puede reducir a la décima parte de los necesarios en un experimento estándar.– Habéis usado el modelo para buscar nuevos fármacos...– Es uno de nuestros objetivos. Hasta el momento hemos testado más de 400  moléculas con nuestro sistema. Las más interesantes las hemos probado en infecciones experimentales. Lo que intentamos ahora es poderlas unir a nanopartículas para facilitar su administración. También hemos probado una vacuna con resultados prometedores.– ¿Qué impacto tiene su trabajo en el momento actual de la investigación sobre leishmaniosis?– Nuestro modelo de parásitos modificados que emiten luz infrarroja ha despertado el interés de una de las empresas farmacéuticas más importantes del mundo. Esta empresa que tiene un laboratorio de investigación en Madrid sobre enfermedades desatendidas realizará con nuestra colaboración y con el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC, Madrid) un ensayo con más de mil moléculas propias frente a la leishmania. Además, en este mes hemos publicado un trabajo junto con miembros de la Universidad Libre de Berlín en que se establecen las bases del uso de nanopartículas frente a la leishmaniosis. Este trabajo ha aparecido en la revista ‘Chemical Society Reviews’, un órgano de difusión científica de primera magnitud cuyos trabajos tienen uno de los mayores impactos bibliográficos del mundo. Es en la actualidad la revista de mayor prestigio científico que ha aceptado trabajos de la ULE.– ¿Cuáles son las perspectivas de futuro de su grupo de investigación?– Las perspectivas de futuro son complejas, como en el resto de los grupos de investigación en nuestro país. En la actualidad tenemos colaboraciones activas con otros muchos grupos nacionales: CSIC, Universidad de Salamanca, Universidad Autónoma de Madrid, Instituto Pasteur de París, Universidad de Misissippi, Universidad de Puerto Rico, Universidad de Washington San Luis, Universidad de Aarhus (Dinamarca)...  Nuestro grupo ha pertenecido a redes nacionales e internacionales de investigación cooperativa en España y Sudamérica y pensamos que tiene una gran proyección, siempre que cuente con una financiación adecuada.
Archivado en
Lo más leído