Kilómetros de fe rural en León

Thierry Rabenkogo, natural de Gabón, es desde hace dos años párroco en 26 pueblos de los municipios de La Vecilla, Valdelugueros, Santa Colomba y Valdepiélago

Elena F. Gordón (Ical)
11/11/2023
 Actualizado a 11/11/2023
 El párroco Thierry Rabenkogo en la misa de San Martín. | CAMPILLO (ICAL)
El párroco Thierry Rabenkogo en la misa de San Martín. | CAMPILLO (ICAL)

Vocaciones en crisis, falta de relevo generacional, despoblación y edades elevadas de media. Son factores que favorecen el descenso generalizado en el número de sacerdotes en el conjunto de las once diócesis de Castilla y León, lo que provoca la aglutinación de parroquias, localidades y pedanías en las zonas rurales. La labor pastoral se convierte en una peregrinación pueblo a pueblo y cada presbítero aumenta la extensión de kilómetros que recorre, favorecido por una dispersión poblacional en pequeños municipios y comarcas. La provincia de León cuenta con más de 800 entidades parroquiales, muchas de ellas en zonas rurales.

Buena parte de los sacerdotes tiene asignado un abultado número de pueblos a su cargo, que en ocasiones supera la veintena. Es el caso de Thierry Rabenkogo Mbourou, natural de Port Gentil (Gabón), donde nació en 1985. Llegó a León en 2007 con una beca para ampliar estudios sin imaginar qué le depararía el futuro. «Ni loco pensé ser sacerdote ni que me iba a quedar en España, ni nada. Llegaba como todo joven que sale de su casa a estudiar. Era mi plan. Los planes de Dios han cambiado mi vida en muchos sentidos», explica a Ical.

Thierry se desplazó este sábado a la localidad de Valverde de Curueño, donde se celebraba la festividad de San Martín. Es uno de los 26 pueblos que tiene asignados entre los cuatro municipios de su competencia: Valdelugueros, La Vecilla, Valdepiélago y Santa Colomba. 

En septiembre cumplió dos años en esta misión que tiene asignada por un periodo de seis. Tiene la ayuda de un laico, José Luis, y desde hace menos tiempo también la de un sacerdote de Costa de Marfil, dado que también le han nombrado responsable del área de Pastoral Juvenil de la Diócesis y eso requiere su presencia en la capital en ocasiones.

Reside en La Vecilla y desde ahí se desplaza a las distintas localidades. Afirma que en esta época solamente tienen nueve pueblos ‘abiertos’, donde cada fin de semana hay misa o una celebración de la palabra. A medida que el tiempo mejora se va atendiendo a más localidades, coincidiendo también con la llegada de los feligreses que pasan los meses de invierno fuera. En pleno verano es cuando están ‘operativos’ los templos de los 26 pueblos y la media de ocho feligreses por celebración, excepto en La Vecilla –puntualiza–, se multiplica, también al abrigo de las fiestas locales.

En invierno no todos los pueblos tienen celebraciones. Se ‘abren’ a medida que mejora el tiempo. «El gran cierre es después de la celebración de los santos. No tienen culto, salvo funerales o fiestas», detalla. Así ocurre en Valverde, donde este sábado se festeja al patrón pero la iglesia cerrará de nuevo sus puertas hasta la época estival.

Sobre su experiencia en este territorio de la montaña leonesa, tan diferente de su país y en el que ya ha aprendido a convivir con el frío explica que «lo más satisfactorio es estar con la gente, la labor de acompañar y que te consideren como uno más del pueblo; saben que vivo en La Vecilla, no soy el que aterriza». En base a lo que vive en su Unidad Pastoral cree que el retorno al mundo rural no se puede considerar una realidad «hoy por hoy» y constata una sangría poblacional «entre los que se mueren y los que se van a la ciudad». «Quien viniese sería para teletrabajar o teniendo aquí materia prima, sobre todo en invierno», reflexiona.
 

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