Esta mañana, cuando las primeras luces del sol intentaban despertar al valle, un sol apocalíptico trataba en vano de abrirse paso en la oscuridad que el denso humo imponía. El Valle de Valdeón es uno de los lugares de mayor hermosura de la geografía española, no solo por sus impactantes montañas, sino por sus valles, sus ríos, sus bosques... y sus gentes.
Esas gentes que fueron capaces de convertir un terreno tremendamente hostil en un paraíso, comenzando una agricultura y una ganadería que no resultaba nada fácil dado lo agreste del terreno, esos hombres supieron plantarle cara al poderoso Imperio Romano, esas gentes iniciaron la reconquista de España luchando contra los árabes (no olvidemos que según nuestras tradiciones don Pelayo fue coronado en la ermita de Corona), esas gentes consiguieron mantener el importante patrimonio natural, cuidándolo con mimo, a través de muchos siglos.

De aquí han salido grandes personajes, algunos conocidos y otros anónimos para el gran público, que acompañaron a los grandes viajeros o montañeros en la conquista de estas impresionantes montañas, como Vicente Marcos en la poderosa Torre Santa, Gregorio Pérez, el Cainejo, en el monolítico Naranjo de Bulnes, y en épocas más cercanas Ángel Alonso, Facio Sadia, Florentino Alonso, Tivo Sadia, Alfredo Caldevilla, Quico Casado, Juan Tomás Martínez, Félix Rojo, y tantos y tanto otros de los que no me olvido pero que haría la lista interminable...
Aquellas abnegadas mujeres que además de las tareas domésticas atendían al cuidado de toda la familia, cuidaban los animales y trabajaban como las que más en el campo... Mujeres anónimas en la mayor parte de las que entre sacamos el ejemplo de las cainejas María Isabel Pérez o Teófila Gao, que fueron las primeras mujeres en escalar el Naranjo de Bulnes quedando su nombre grabado para la posteridad y que, aunque en su momento no fueron reconocidas, en este año se celebra su noventa aniversario de aquella gesta.
Pues bien, hoy, muchos años después, muchos de aquellos descendientes de esos personajes conocidos o anónimos, estaban esta mañana trabajando, bastante organizados, tratando de salvar los ocho pueblos del Valle de Valdeón: Santa Marina, Prada, Posada, los Llanos, Caldevilla, Soto, Cordiñanes y Caín, quienes heredaron de sus ancestros el coraje y el valor, se enfrentaban, también como ellos sin los medios necesarios, a la sombra negra del fuego que con ferocidad ensombrecía el valle, luchando a brazo partido.
Desoyendo las normas impuestas por la administración que ha confinado todos los pueblos del valle, han decidido no resignarse a que todo desaparezca a causa del fuego, quedándonos a defender nuestras casas de forma numantina.
No es ésta una respuesta quijotesca, sino una necesidad producto de la reflexión. Tampoco es la hora de averiguar quiénes son los culpables, ni de buscar responsabilidades, tiempo habrá para todo..., pero sí es hora de pedir ayuda, sobre todo a quien puede darla, y para ello hacemos un llamamiento a los lectores, muchos de ellos habrán ido al Collado Jermoso, dormido en las praderas de Vega Huerta, recorrido la senda del Cares, o remontado las exigentes canales...
Todas vuestras lágrimas y llamamientos, servirán para que se tenga conciencia del grave y acuciante problema del descomunal incendio que está arrasando el Valle de Valdeón, y se disponga lo necesario para minimizar su terrible efecto