Francisco Balado es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned) e impartirá este viernes la conferencia titulada ‘Parlamentarios leoneses en la legislatura constituyente (1977-1979)’. Será en el marco del acto institucional por XLVII aniversario de la Constitución Española, que se celebrará en el Parador de San Marcos a partir de las 12:30 horas.
– ¿Qué le llevó a elegir el tema de los ponentes leoneses en la Constitución Española para esta conferencia conmemorativa?
– En los estudios políticos sobre la Transición, lo habitual ha sido centrar el análisis histórico en los protagonistas nacionales, figuras esenciales como el rey Juan Carlos, el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, el presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda o los líderes del momento, Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga... Pero en la construcción del modelo, más allá de enfatizar el papel esencial de la sociedad española, encontramos dos elementos absolutamente rupturistas con el pasado. Uno era la importancia del Parlamento en la construcción del nuevo modelo y otro la apuesta por la descentralización territorial del poder político. Con esa lógica, fijarse y analizar la transición política de la dictadura a la democracia desde la actividad parlamentaria, que se convirtió en el centro político neurálgico del país, y además hacerlo a través de los representantes de territorios periféricos como León era muy sugerente y, hasta ahora, ha sido una perspectiva poco investigada.
– ¿Qué papel tuvieron específicamente los representantes leoneses en el proceso constituyente de 1978?
– Los parlamentarios leoneses en la legislatura constituyente son un grupo heterogéneo, de procedencias y perfiles muy diferentes. Aunque algunos tienen una larga trayectoria política e institucional, la mayoría se dedicaron a la actividad política solo en esos años, volviendo posteriormente a sus actividades académicas, profesionales o institucionales lo que da muestra del compromiso de aquella generación por hacer de España un país en el que pudiesen entenderse y convivir todos los españoles. Un compromiso cívico de una extraordinaria relevancia histórica, en mi opinión. De ahí que, si los analizamos en conjunto, compongan una representación de nuestra provincia de una calidad intelectual, política y técnica, verdaderamente notable. Como parlamentarios, tuvieron especial relevancia en los trabajos en las distintas comisiones a las que estaban adscritos y en los debates del articulado del texto constitucional y del resto de la legislación en relación con derechos y libertades básicas en los que dejaron su impronta, de la que se puede hacer un seguimiento a través de los diarios de sesiones del Congreso y del Senado.
– ¿Existen aportaciones concretas de estos ponentes que hayan dejado una huella especialmente reconocible en el texto constitucional?
– Se pueden dar algunos ejemplos, pero yo destacaría la redacción final del artículo 27 de la Constitución, referido al derecho a la educación, en el que intervinieron la bañezana Gloria Begué Cantón o el paramés Ángel Martínez Fuertes, dos personas de acusado perfil técnico pero con posiciones ideológicas muy distintas. Ambos, desde sus convicciones, ayudaron a redactar un texto que contenía las sensibilidades de una gran mayoría y la propia Gloria Begué, con una enmienda, dio la redacción definitiva al artículo 40, que contiene los principios rectores de la política social y económica tales como la distribución equitativa de la renta, la búsqueda del pleno empleo, la Formación Profesional, la seguridad e higiene en el trabajo o derechos laborales básicos.
– ¿Considera que la influencia leonesa en la Constitución ha sido suficientemente reconocida por la historiografía y la ciudadanía?
– No, pero no solo la participación leonesa sino en general la de la mayoría de los representantes de las diferentes provincias. Pero, por una razón. Salvo para unos pocos, eran momentos en los que se priorizaba la construcción de una España democrática y las cuestiones provinciales parecía que no tenían tanta relevancia y así se ha tratado historiográficamente de forma habitual. Esta percepción está cambiando y ya hay autonomías y provincias que han empezado a hacer estudios sobre la participación de sus parlamentarios constituyentes. En León nos falta por hacer un análisis histórico de la Transición a partir de sus propios testimonios y trayectorias públicas y en esa tarea estamos.
– ¿Qué aspectos de la personalidad o trayectoria profesional de estos ponentes cree que condicionaron su aportación al proceso constituyente?
– Algunos ya eran relevantes en la política nacional del final del franquismo, otros lo habían sido en la II República y luego, habían sufrido el exilio. La mayoría había desarrollado carreras profesionales en estamentos y ocupaciones sindicales, académicas, profesionales o empresariales. Miembros del régimen y también de la oposición al mismo. En ese sentido, el trabajo de cada uno de ellos en el proceso constituyente debe enmarcarse de un modo que entendamos la importancia de su participación, aunque no fuesen los portavoces finales de los textos pactados. En la mayoría de los casos, su trabajo estaba en las comisiones, en las negociaciones en pequeños grupos, reuniones que duraban horas e incluso días y que concluyeron con un pacto constitucional de alcance histórico. Por otra parte, cada perfil es único pero la suma de todos ellos permite completar un doble análisis que naturalmente viene dado por sus trayectorias y por la personalidad de cada uno y, en conjunto, profundiza en el significado de la Transición entre la dictadura y la democracia. Hacer este ejercicio mirando a y desde León es especialmente interesante, porque la unión de ambas miradas nos permite disponer de una perspectiva histórica que incluye datos y hechos, a lo que se suma el elemento biográfico individual y, en cierta medida, un estudio colectivo de indudable interés para conocer la realidad de nuestra provincia en aquel tiempo apasionante.
– ¿Cómo valora la vigencia actual de las propuestas y enfoques que defendieron estos constituyentes procedentes de León?
– Cada tiempo tiene sus problemas y necesidades. Sin embargo, si valoramos sus aportaciones de forma conjunta, pueden considerarse referentes a tener en cuenta por la sociedad leonesa actual, pero para ello antes deben conocerse y también, comprenderse. Ese es nuestro trabajo como historiadores.
– ¿Qué le gustaría que el público leonés descubriera o valorara a partir de su conferencia?
– Sería bueno que se conociese que hubo una generación de leoneses que representaron a su tierra con dignidad, que afrontaron desafíos con valentía, que dejaron atrás discrepancias ideológicas, rencores y odios personales y políticos y que lograron como conjunto dotarnos de herramientas políticas y jurídicas de convivencia y desarrollo. Su trabajo debería ser un ejemplo para que nosotros y nuestros representantes seamos capaces, en nuestra coyuntura, con problemas y desafíos como sociedad distintos, de afrontarlos desde el respeto y el dialogo algo que ellos utilizaron para lograr acuerdos demostrando su utilidad en momentos decisivos.
– ¿Encuentra paralelismos entre los debates de 1978 y los retos constitucionales que afronta hoy España?
– No, porque en 1977 se vivía un momento de gran incertidumbre. La sociedad de aquel tiempo en su conjunto y sus protagonistas políticos en particular tuvieron que hacer un ejercicio de aprendizaje democrático inspirado en la palabra que resume este tiempo hasta principios de 1979, el consenso. Algo que no fue ni fácil ni rápido y que se consiguió en unas circunstancias de extraordinaria dificultad: violencia política, grave crisis económica, peligro permanente de involución, el dolor por un pasado reciente trágico… El proceso constituyente se configuró como el primer gran acto conjunto de reconciliación, como un gran pacto de convivencia democrática. Y lo lograron, acabó con éxito. Con sus errores, desequilibrios y silencios porque, como toda obra política, contiene elementos de crítica, sí, pero lo consiguieron. La transición no fue un momento idílico, fue un tiempo muy duro, con fortalezas y desequilibrios, pero si situamos en una balanza sus aciertos y sus posibles errores que, sin duda, los tuvo, hoy se nos debe seguir presentando como un momento especialmente relevante de la historia de España a pesar de cierto revisionismo y presentismo con el que se pretende subrayarla solo como un tiempo oscuro y amargo, de silencios y olvidos, visión que a mí, como historiador me resulta incomprensible y, desde luego, no comparto. Hoy, a pesar de la creciente polarización política que vivimos, no tenemos una situación con los desafíos coyunturales que ellos tuvieron que afrontar. Tenemos nuestros problemas, algunos seguramente graves, pero la realidad social y política no alcanza, en mi opinión, aquellos niveles de tensión e incertidumbre ni estamos ante un desafío de aquella magnitud. Sin embargo, debemos recordar que la Constitución, que ha jugado un papel decisivo en la configuración de nuestro modelo de convivencia y ha dado una indudable estabilidad a nuestro sistema político, fue redactada desde el consenso, pero también para el consenso. Es imprescindible que la sociedad actual entienda que tenemos un texto constitucional no solo para conmemorar su aniversario cada 6 de diciembre sino para utilizarlo y mejorarlo cada día. En ese sentido, adaptar la Constitución a cada coyuntura en lo que sea necesario es un ejercicio que deberíamos afrontar sin duda, pero solo si entendemos que debe hacerse con el mismo nivel de acuerdo social y político que en 1978. Ese es hoy, probablemente, nuestro mayor reto.
– ¿Qué lecciones cree que podemos extraer del trabajo de estos ponentes para fortalecer hoy el diálogo político y la cultura constitucional?
– Conocer su trabajo y su compromiso durante aquellos años debería hacernos reflexionar para comprender que desde el dialogo y el acuerdo, se alcanzan resultados mejores que desde el enfrentamiento y la crispación. Aquellos representantes de León durante el periodo constituyente, con trayectorias bien diferentes, incluso antagónicas en algunos casos, nos transmiten la lección de su compromiso por el bien común, por situar el interés general por encima de las necesidades particulares o partidistas, una lección de gran calado que las generaciones que hemos venido después siempre deberíamos tener en cuenta. Ese es su valor histórico.
