El mundo es un pañuelo: dos de Olleros se ven de misión en Malí

Javier Andrade Silva y Jesús Gómez del Valle, de distintos destacamentos, coinciden por sorpresa en su misión de instruir a las fuerzas armadas del país de África Occidental

Víctor S. Vélez
28/02/2022
 Actualizado a 28/02/2022
Javier y Jesús posan con una bandera de Olleros en Koulikoro. | L.N.C.
Javier y Jesús posan con una bandera de Olleros en Koulikoro. | L.N.C.
Imagina por un momento que en tu trabajo te trasladan por unos meses a un país africano que con muchas dificultades eres capaz de identificar en el mapa. En un rato de descanso vas a una cafetería con tus nuevos compañeros y, de repente, te encuentras allí con un viejo amigo de tu pueblo de León. Algo así es lo que sucedió a Javier Andrade Silva y Jesús Gómez del Valle, sargentos del Ejército de Tierra destinados en Malí.

Ambos crecieron en Olleros de Sabero, aunque la vida les llevó por caminos distintos por lo que ya llevaban "años" sin coincidir. Tuvieron que hacerlo a más de 3.000 kilómetros de casa. Javier está destinado con una misión de cuatro meses en Bamako, la capital de este país de África Occidental, y es sargento primero del Regimiento de Artillería de Campaña de Burgos. Por su parte, Javier estará en la base de la ciudad de Koulikoro hasta el 1 de junio, cuando regresará a su puesto de sargento primero en la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable de Pontevedra. "Al que dio el relevo Javier es muy buen amigo mío y en uno de los días que vino a la base en la que estoy me llamo para tomar un café. La sorpresa fue que venía con Javier. Llevábamos años sin vernos", relata Jesús.

Javier: "Cuando la mina cerró se crearon muchas falsas ilusiones... Tuvimos que buscarnos la vida" Aunque cada uno se encuentra en una ciudad diferente, el hecho de que estén situadas a poco más de una hace que estos dos amigos de Olleros se estén visitando con frecuencia. Tanto Javier como Jesús se encargan de formar a las fuerzas armadas de Malí con el fin de profesionalizar a sus militares. "La misión 'European Union Training Mission' consiste en dotarles de conocimientos, tácticas, técnicas y procedimientos, ya que son un ejército desestructurado y sin formación suficiente para poder para hacer frente a los problemas de su región. Es una misión de formación, ayuda y colaboración, sin tener nada de tintes bélicos", explica Javier sobre su cometido en suelo africano.

Por ahora, Jesús asegura que "los días pasan rápido". Normalmente están hasta las cinco de la tarde con la formación a los soldados de Malí y luego se dedican a hacer deporte o a fortalecer relaciones con sus compañeros de misión. Para estos dos militares de Olleros, el haberse encontrado tan lejos de casa ha sido, sin duda, la mejor anécdota de estos meses de trabajo y les ha dado un impulso para el tiempo que les queda todavía en Bamako y Koulikoro.

Recuerdos de la mina


Javier, a quien en su pueblo todos conocen como 'Filho', mantiene intactos los recuerdos de un Olleros impulsado por el carbón. Tal y como confiesa, el cierre de las minas provocó que jóvenes de la Montaña Oriental como él se tuvieran que buscar la vida en el Ejército. "Cuando la mina cerró se crearon muchas falsas ilusiones y futuros puestos de trabajo que nunca llegaron... Tuvimos que buscarnos la vida. Estuve trabajando en el Ayuntamiento de Cistierna y en el de Sabero pero al final quería algo mas sólido y duradero, por lo que tuve que meterme al Ejército", explica el sargento de 40 años.

Jesús: "Un compañero me llamó para tomar un café y vino con Javier. Llevábamos años sin poder vernos" Además, destaca la coincidencia de que actualmente que es artillero sigue teniendo la misma patrona que los mineros: Santa Bárbara. Javier asegura ahora, desde Malí, que cada 4 de diciembre con los actos que prepara junto a sus compañeros se acuerda "de esas grandes fiestas" que se hacían en el Valle de Sabero hace no tan años.

Pero los recuerdos compartidos por Javier y Jesús en Olleros son muchos más. Su amistad se forjó hace décadas, "cuando éramos unos niños" y jugaban por las calles de este pueblo. Jesús vivía por entonces en Cistierna, pero acudía todas las semanas hasta Olleros, a unos diez kilómetros, donde se divertían con sus primos. "Éramos de la misma cuadrilla. Nos hicimos mayores y nos perdimos la pista hasta que, casualmente, coincidimos en unas maniobras", recuerdan estos dos amigos que la vida les ha vuelto a jugar en África.

Con las cuencas cerradas, el presente y el futuro de los 'hijos del carbón' se escribe necesariamente por otros derroteros. La historia de estos dos sargentos de Olleros deja claro que el mundo puede ser un pañuelo y da fe de esa sensación que tienen todos los leoneses de que allá donde vayan siempre se pueden encontrar a uno de sus paisanos.
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