Cuando regresan a su tierra, muchos leoneses emigrados tienen sus propias rutinas a la hora de visitar lugares que, sin ser exactamente sagrados, sí que forman parte de sus particulares mapas sentimentales. Hay bares, restaurantes, también iglesias, obviamente la Catedral, y otros muchos templos que permiten a muchos de los que se fueron de esta tierra darse todo un baño de la mejor nostalgia.
No sólo los leoneses que se han ido y regresan aquí a pasar sus vacaciones, sino también prácticamente todos los habitantes de la provincia en general y de la ciudad en particular conocen la Casa de los Labradores, un establecimiento con solera, del León de toda la vida, como lleva por título esta colaboración de La Nueva Crónica y el Ayuntamiento de León. Situada en la mítica calle Santa Cruz, en pleno corazón del Barrio Húmedo, la Casa de los Labradores cumplirá dentro de poco un siglo de vida. Nació probablemente antes, pero fue en 1928 cuando cogió el traspaso la señora Aurelia, la matriarca de una familia que ya ha dedicado, hasta la actualidad, nada más y nada menos que cuatro de sus generaciones a mantener con vida este local que es también una parte sustancial de la capital leonesa.
Las alpargatas son y han sido siempre su principal reclamo, como confiesa Laura, que es la que actualmente lleva la dirección de este establecimiento. Podía haber elegido otros destinos profesionales, pero ha querido mantener la llama de una tienda que empezó vendiendo sobre todo mallas y aperos de labranzas, en la que las madreñas se hacían directamente en el patio trasero, pero que con el paso del tiempo se ha convertido en un bazar en versión leonesa en el que encontrar, además de sus famosas alpargatas y los aperos que dieron identidad al establecimiento, peonzas, vajillas, botas de vino, boinas, bastones y un infinito etcétera, pero siempre con la esencia leonesa.
Tras la señora Aurelia, el relevo lo cogieron Pilar y su marido Antonio, después Carmina y Avelino y ahora Laura, que lo mantiene con un orgullo que no es solo de su familia sino, en realidad, también de todos los leoneses.