Desde La Bañeza, en una ‘camper’ por la Rusia estival

Rocío y Eduardo son ‘Sin Código Postal’ en Youtube y, este verano, tomaron rumbo al país liderado por Putin en plena guerra de Ucrania, al volante de su furgoneta camperizada

08/10/2023
 Actualizado a 18/10/2023
Los bañezanos de Sin Código Postal, Edu y Rocío, en la Plaza Roja de Moscú. | SIN CÓDIGO POSTAL
Los bañezanos de Sin Código Postal, Edu y Rocío, en la Plaza Roja de Moscú. | SIN CÓDIGO POSTAL

Finales de agosto y las alarmas internacionales saltan. El grupo Wagner se rebela contra el gobierno de Putin y avanza rápidamente hasta la capital rusa con imponentes tanques a su mando. «Una cosa es que el país esté en una guerra y otra muy distinta tener la guerra en el propio país», dice Eduardo, poco antes de revelar un rostro teñido de preocupación ante la cámara. Sus planes parecen truncarse al tiempo que la información fluye, como el agua por el curso del río, traspasando todas las fronteras.

Rocío y Eduardo son ‘Sin Código Postal’ en Youtube. Naturales de La Bañeza, decidieron hace ya cinco años dejar a un lado sus rutinas para cambiar sus vidas de forma drástica. Con las manos puestas sobre el volante de su furgoneta camperizada, se lanzaron a la aventura en una ruta por Europa que duró nueve meses. La pandemia interrumpió su espíritu viajero durante un tiempo; hasta que las circunstancias les brindaron la oportunidad de recorrer México. Después de eso, tomaron rumbo hacia el continente africano en un itinerario que acabó prolongándose durante cuatro meses. 

Desde entonces, viajan de un lado a otro sobre las cuatro ruedas de su ‘camper’, dejando siempre un reflejo en forma de vídeo en su cuenta de Youtube. También en su página web y en sus redes sociales, desde donde hace un par de meses advertían a sus seguidores de las complicaciones que se les aparecían en su intento por llegar al próximo destino. Visado en mano para cruzar Rusia en dirección a Asia Central, Eduardo y Rocío se topaban con la rebelión de los Wagner, sembrando en sus intenciones todas las posibles dudas acerca de cruzar la frontera entre Letonia y Rusia. Aun así, la rapidez en la retirada del grupo paramilitar concedió a la pareja la suficiente valentía para atravesar el país liderado por Putin.

No sin antes padecer algunos inconvenientes fronterizos a causa de la situación sociopolítica de Rusia. «Pasaron muchas cosas en muy pocas semanas», comenta Rocío, que encuentra en aquellos días un parecido con el mecanismo de una ola y describe: «Pa’ arriba, pa’ abajo». «Cruzar la frontera fue muy tedioso», continúa: «Tuvimos cuatro días completos esperando la cola y te puedes imaginar que no era una cola cómoda... Nosotros éramos unos afortunados porque vamos en camper, vamos con nuestra casa, vamos con ducha, tenemos cama y de todo, pero había muchos coches llenos de familias enteras, con niños que tuvieron que esperar allí los cuatro días». No faltaron miembros de una ONG que, a sabiendas de lo que ocurría en el territorio fronterizo, repartían sopa y agua a quienes hacían cola. «Allí no hay nada, no hay ni un grifo», aclara Rocío.

Frontera de Letonia para cruzar a Rusia
La frontera de Letonia para cruzar a Rusia. | SIN CÓDIGO POSTAL

Eso, problemas con las tarjetas de crédito -«Visa y Mastercard sancionaron a Rusia»- y dificultades para acceder a Internet y redes sociales llenaron la cartera de inconvenientes a los que la pareja se tuvo que enfrentar. «Sí que pensábamos que, por ejemplo, nuestra matrícula europea iba a traer algún problema, que no sería bien vista o algo similar», confiesa la viajera: «Y, realmente, ha sido todo lo contrario, la gente ha sido muy amable con nosotros y jamás hemos tenido ningún problema por que se viera que éramos españoles o europeos». 

La bañezana recuerda anécdotas que le sorprendieron en el mejor de los sentidos durante su viaje por territorio ruso: «Una vez, un policía se llevó nuestros pasaportes y tardaba un poco de más, pero, cuando volvió, estaba poniendo en el traductor ‘buen viaje’ para poder decírnoslo en español». Su costumbre de vestir al vehículo con pegatinas de los países visitados jugó en favor de la pareja: «Tenemos la rusa porque es la segunda vez que visitamos el país y a la gente le hacía muchísima  ilusión; hasta el punto de que unos chicos lo vieron y nos trajeron un gorro tradicional ruso como souvenir». 

Su camper rodó por terreno ruso en aquel primer trayecto de nueve meses. «Si hacemos la comparación de ese viaje con el que estamos haciendo ahora, en la vida local, en el día a día, no se ve ningún tipo de cambio», señala segura Rocío, antes de mencionar haber advertido cambios como el abandono de algunas marcas, que ya no cuentan con tiendas en el país, o la pintoresca modificación en el nombre de una famosa cadena de comida rápida, ahora apodada en Rusia ‘Rico y punto’. «Las galerías Gum, que son muy famosas, han perdido muchas tiendas de lujo», añade: «Por eso sí se puede notar el conflicto o también porque, cuando vas conduciendo, te encuentras con publicidad para que te alistes en las fuerzas armadas y, directamente, te pone el sueldo que vas a cobrar, que es muy alto». Tan alto que, según rememoran estos aventureros en camper, muchos rusos «tienen amigos que se han ido a las fuerzas armadas porque la diferencia de sueldo es enorme». 

Aunque sus acercamientos con autóctonos de Rusia no fueron habituales por cuestiones idiomáticas, la traducción digital a través de sus dispositivos fue una gran aliada durante su recorrido y a Eduardo y Rocío no les faltan anécdotas. Algunas sorprendentes, como encontrarse frente a un templo budista en mitad de la carretera y descubrir que se trataba de Kalmukia, donde «todo el mundo tenía los ojos rasgados». O aquella vez en que un habitante curioso se acercó a ellos para apreciar su furgoneta. «Me gustan las camper, pero nunca había visto una en directo», les dijo en inglés. Ellos respondieron con una breve visita a su pequeño hogar. «Estuvimos charlando un ratito y, cuando nos despedimos, con sus veinticuatro años, dijo que éramos las dos primeras personas que conocía que no fuesen rusas», dice risueña la de La Bañeza. 

Publicidad oferta de empleo para las fuerzas armadas rusas
Oferta de empleo formar parte de las fuerzas armadas rusas. | SIN CÓDIGO POSTAL

El lugar donde se produjo aquella conversación fue Nizhni Taguil, «la ciudad que más tanques fabrica del mundo, muy alejada de sitios turísticos». Y es que, si por algo consideran que se distingue España de Rusia es por la brecha existente entre el pueblo y la ciudad en el caso de la segunda: «En España no hay tantas diferencias, en Rusia sí; vivir en Moscú es como vivir en Barcelona, pero la persona que vive en un pueblo ruso seguramente no tenga ni luz ni agua corriente». 

Lo mismo ocurre con la percepción del conflicto bélico en Ucrania por parte de los rusos. Lejos de pensar que la posición es contraria entre jóvenes y mayores, desde Sin Código Postal opinan que «no es tanta diferencia a nivel generacional, si no de dónde vives; si vives en una ciudad o en un pueblo, seguramente, la información a la que tengas acceso o las personas de las que te rodeas te hagan pensar más de una manera o de otra en relación a la guerra de Ucrania». Y, a pesar de esas diferencias, Rocío es contundente: «Si fueras capaz de abstraerte de las noticias, no te darías cuenta de que ahora mismo están en guerra; no se palpa en el ambiente y tienes que hacer más amistad con las personas para que te cuenten algo sobre el tema».

Las palabras de Rocío, igual que sus experiencias junto a Eduardo, delatan entusiasmo. Quizá por haber mejorado unas expectativas, al principio, dudosas. Quizá, por descubrir en primera persona que un europeo puede viajar a Rusia y encontrarse con nada más que amabilidad. Que también hay algo de belleza en aquello que parece amenazante.

Rocío escribe desde la frontera de Kazajistán, a punto de comenzar su viaje por «los ‘stán’», por los países de Asia Central. Ese era su plan desde el principio y, a pesar del mal presagio de unos días complicados en la frontera con Letonia; al margen de la rebelión de los Wagner y de las advertencias de sus cercanos, Eduardo y Rocío continúa su trayecto por carretera. Lo hacen sin miedo; desde Rusia hasta Pakistán y, de nuevo, a Rusia hasta llegar a Georgia. De Georgia a Armenia y a Irán, para regresar, otra vez, a La Bañeza. En pocos metros cuadrados, con un hogar de cuatro ruedas y sin específico código postal.

Lo más leído