Candela, Carmen, Paula, Celia, Amets, Alicia, Adrián y Daniela se juntan por las noches en torno al fuego, como pasa en todos los campamentos, a contar historias o a jugar a las cartas. Las suyas son ejemplares, puesto que en todos los casos pasan, antes o después, por la planta de oncología de algún hospital. Pero no han venido hasta La Cueta para hablar de ellos ni de sus enfermedades, sino a disfrutar de la naturaleza y a conocer un poco mejor el oficio de pastor. De pastor trashumante para más señas.
Son los primeros que han llegado a Babia este año dentro del proyecto Aventura Trashumante, una iniciativa que celebra su ya séptima edición en la provincia de León y gracias a la que cuarenta jóvenes que han superado el cáncer, en turnos de una semana, descubren lo que sin duda se puede considerar como una cultura tradicional fue arraigada a algunas comarcas leoneses, como es el caso de Babia: la trashumancia.
Candela, Carmen, Paula, Celia, Amets, Alicia, Adrián, Daniela y su monitor Emilio durmieron la noche del pasado lunes en la majada de uno de los puertos de La Cueta, lo que no es decir poca cosa porque se trata de la localidad más alta de toda la provincia. Acompañaron al pastor Nemesio Pérez Vignau, de Nistal de la Vega, que pasa el verano con un rebaño de cerca de 1.500 ovejas en esta privilegiada zona. «Se agradece la compañía, claro. ¿Cómo no se va a agradecer si un pastor pasa tanto tiempo solo?», dice Nemesio, que pasó la noche jugando a las cartas con estos jóvenes llegados en su mayoría desde Andalucía.
El pastor Nemesio Pérez Vignau, de Nistal de la Vega, enseña a los chavales todo lo que necesitan saber para pasar una noche con él en la majada, a casi 2.000 metros
Aventura Trashumante nace gracias al impulso de Manuel Calvo y con la colaboración de Natura Diet, marca de DingoNatura. Manuel Calvo es un malagueño y aventurero empedernido que ha hecho de toda la cultura que gira en torno a los perros uno de los pilares de su trayectoria, pues además de las iniciativas que pone en marcha en La Cueta, que van mucho más allá de este campamento de verano, también organiza cada año un viaje a Groenlandia. Su hijo, también Manuel Calvo, tiene 25 años y desde hace cuatro vive todo el año en La Cueta, desde donde propone diversas actividades que siempre tienen la naturaleza y la aventura como denominador común. «Estos chicos y chicas llegan con mochilas invisibles, pero aquí ocurre algo que no se puede explicar del todo con palabras. A través del contacto directo con un sistema de vida sostenible y cooperativo, se genera una transformación real, una nueva manera de entender el mundo a través de una práctica profundamente conectada con los ritmos de la naturaleza, como es el caso de la trashumancia. Se produce una recuperación del vínculo con la vida en su forma más primaria y resiliente», dice Manuel Calvo padre, al tiempo que recuerda que los chavales «son partícipes en todo el proceso natural de producción de la lana, desde el esquilado, el lavado, el cardado, el hilado, el teñido con pigmentos naturales, hasta el tejido final».
Con la colaboración de Natura Diet, marca de DingoNatura, el proyecto brinda a los jóvenes la posibilidad de desconectar de sus teléfonos y conectar con la que es una tradición ancestral
Candela, Carmen, Paula, Celia, Amets, Alicia, Adrián y Daniela proceden en su mayoría de Andalucía, así que, antes que con la cultura trashumante, flipan con la temperatura y los desniveles. Bueno, en realidad, con lo que antes flipan es con vivir sin sus teléfonos móviles. Es de lo que más hablan, lo demuestra que, efectivamente, la decisión es todo un acierto: hablan, hablan más, hablan entre ellos, juegan a las cartas, escuchan a Nemesio... y cuando les dejan los teléfonos descubren que no ha pasado nada pese a que tengan miles de mensajes sin abrir.
El círculo de este interesante proyecto, que cuenta con la colaboración de la empresa Las Hidalgas, se cierra de forma mágica porque, después de ver cómo se esquilan las ovejas y cómo se consigue tratar la lana para que posteriormente se pueda trabajar con ella, los jóvenes se encargarán del diseño de gorros que, con la ayuda de las mujeres de la Asociación de Labores Solidarias de la IAIA, se elaborarán a mano con lana virgen merina para, posteriormente, ser donados a otros jóvenes que también están atravesando un proceso oncológico».
Un viaje a buen seguro inolvidable para los chavales, que ya han demostrado ser admirables como pacientes y ahora son ejemplares como pastores.
Aventura trashumante en La Cueta de Babia (1)
Aventura trashumante en La Cueta de Babia (2)
Aventura trashumante en La Cueta de Babia (3)
Aventura trashumante en La Cueta de Babia (4)
Aventura trashumante en La Cueta de Babia (5)
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