Aunque las tasas de aprobados siempre se sitúen en niveles elevados, los exámenes de ‘Selectividad’ son año tras año los que más nerviosismo y miedos generan entre el alumnado leonés. Más si cabe en un curso como este, marcado por los cambios en la que vuelve a denominarse como Prueba de Acceso a la Universidad (PAU).
La convocatoria ordinaria en la Universidad de León se celebrará este curso de martes a jueves y congregará a un total de 2.055 alumnos. El examen inaugural será el de Lengua Castellana y Literatura, a las 9:00 horas de la primera de las jornadas, debiendo presentase los estudiantes media hora antes para los llamamientos. La mañana continuará con Historia de la Filosofía y por la tarde será el turno de asignaturas correspondientes a los diferentes itinerarios del Bachillerato.
Para el miércoles por la mañana quedan las pruebas de Inglés y de Historia de España, con el horario de tarde también reservado para materias de cada modalidad del Bachillerato. El tercer y último día de PAU se destinará igualmente a estas asignaturas y a que los alumnos leoneses puedan examinarse en el caso de haber tenido alguna incompatibilidad en las jornadas previas.
Cada uno de los exámenes tiene una duración de hora y media, una vez que finalmente fue descartada la opción que estuvo sobre la mesa de que las pruebas se prolongaran hasta los 105 minutos. Los cambios de este año refuerzan el carácter competencial de la ‘Selectividad’, pero no son pocos los docentes que se quejan del hecho de que a comienzos del presente curso todavía no se sabía cómo iban a ser los exámenes y que esto ha condicionado de manera significativa la programación.
En todo caso, la sensación del profesorado leonés es de que los alumnos llegan «preparados» a la nueva ‘Selectividad’. Así lo considera Luis Javier Sánchez Irigoyen, representante de directores de centros de Bachillerato dentro del grupo de trabajo creado por la Universidad de León para la PAU de este año y quien opina que no se dan «circunstancias de un nerviosismo a mayores que el de otros cursos».
Lo que sí se detecta en estos días previos es «un plus de incertidumbre», como el director del IES Juan del Enzina recuerda que se produjo con los cambios del 2016, también anunciados con el curso ya iniciado. «La impresión que tenemos es que los docentes han hecho un buen trabajo, tratando de adaptarse en las explicaciones en el aula y en modelos de pruebas que están utilizando. Han estado muy atentos y han podido trasladar el tipo de examen y las preguntas más habituales al alumnado», valora Sánchez Irigoyen.
De esta manera, la labor docente, a veces de psicólogo, otras de confidente y siempre de maestro, ha sido toda una aliada en este año tan complejo para los alumnos leoneses del segundo curso del Bachillerato. En todo caso, nadie se atreve a hacer quinielas sobre la dificultad de las pruebas que comienzan el martes. «Habrá que ver la prueba finalmente porque los ‘modelos 0’ suelen tener un grado menor de dificultad. Algunas preguntas serán más complicadas y otras más sencillas. Eso es inevitable y no es una cuestión exclusiva de estos años de cambio», expone el representante de los directores de los centros en el grupo de trabajo que prepara la PAU.
La complicada prueba única
El IES Juan del Enzina siempre está presente en estas reuniones para organizar la ‘Selectividad’ como «centro de referencia en problemas motóricos» y su director advierte de lo complicado que es «armonizar en la práctica la prueba», como se lleva años insistiendo desde Castilla y León. A este respecto, Sánchez Irigoyen pone de relieve que algunas comunidades autónomas tienen más asignaturas, lo cual condiciona el horario del segundo curso del Bachillerato. Por tanto, una PAU única puede ser «una idea muy razonable en lo teórico, pero que en la práctica es difícil de aplicar».
El profesorado leonés de Bachillerato se queja de que los cambios se conocieron con el curso ya avanzado
En todo caso, la principal queja del profesorado es la de la poca antelación con la que han conocido los cambios, con unos modelos que se publicaron con el curso ya avanzado. Así lo considera, por ejemplo, Pablo Martín, profesor de Matemáticas que prepara las pruebas con sus alumnos en La Anunciata, al incidir en que los cambios tienen que conocerse «con la antelación suficiente para que pueda planificarse el curso».
Una protesta que también hicieron suya hace algunos meses los profesores leoneses de Lengua Castellana y Literatura de este curso inmediatamente anterior al acceso a la Universidad. «Los modelos de examen deberían darse al final del curso anterior para que los profesores sepamos a qué atenernos a la hora de trabajar con los chicos», expresó el docente Mario Paz a este periódico cuando esta asignatura hizo frente común en los institutos Juan del Enzina, Legio VII, Virgen de la Encina y La Gándara.
En aquella ocasión, el profesorado de Lengua también puso de manifiesto sus dudas respecto al formato de las pruebas o a su contenido. Por ejemplo, este grupo de docentes pidió que se acotaran las propuestas de lectura y dar una mayor presencia a la literatura femenina e hispanoamericana.
Una actualización necesaria
En el caso de Matemáticas, otra de las asignaturas con mayor peso, profesores como Pablo Martín sí que ven «cambios razonables» en la nueva PAU, como el hecho de que se incluya un ejercicio competencial, para una «necesaria» actualización de los exámenes. «Yo hice Selectividad en 1987 y los ejercicios eran perfectamente intercambiables con los que podían hacer mis alumnos hasta el año pasado. Me falta una evolución en las pruebas que sí ha tenido la legislación», indica este profesor del segundo curso del Bachillerato.
De la misma manera, este docente de Matemáticas considera que los cambios también eran necesarios para superar los modelos «sobrepasados» impuestos con la pandemia del Covid. «Si queremos que la PAU ordene alumnos, porque ese su objetivo para saber en qué carrera pueden entrar o no, necesitamos una prueba que lo cumpla», señala Pablo Martín.
En cualquier caso, el porcentaje de aprobados de años anteriores debe ser un motivo para reducir «el pico final de incertidumbre» entre quienes se examinan. Con las bibliotecas llenas, dando los últimos repasos a los apuntes, los estudiantes leoneses afrontan la PAU con la ilusión de quien tiene todo el futuro por delante.