A mí, Sabino, que los arrollo

Hay expresiones que pasan del anecdotario a la vida, no son grandes reflexiones filosóficas sino algo que en un momento determinado salió del corazón de alguien y conquistó el corazón de muchos. El mundo del deporte, por esa cantidad de altavoces que siempre ha tenido a su disposición, es uno de los que más ha perpetuado».

El orgullo leonés, tan buscado en estas fechas electorales, tuvo un hallazgo en unas palabras que el entrenador del Ademar, Manolo Cadenas, dijo en un tiempo muerto tratando de espolear a unos chavales que parece que se habían dormido. «Esto es León y aquí mandamos nosotros», dijo el paisano de Valdevimbre, que no tengo claro que no intercalara algún taco por medio.

El orgullo nacional tuvo durante décadas una frase de un campo de fútbol, «a mí Sabino, que los arrollo», cuentan que le dijo Belauste al tal Sabino con la intención de llevarse por delante a unos suecos que para les españolitos de hace un siglo eran unas murallas como castillos, pero los arrolló y reinó con su frase hasta que llegó la furia española.

Ya no es posible el a mí, Sabino. Nadie se atreve contra todos. Salvo que sea un niño, que tienen el secreto de fijar la imagen, captar la atención, colocados ellos solos frente al mundo, frente al peligro. «A mí el mundo, que lo arrollo». Ahí la tienes. Sola. Frente a todos. Los arrollará.