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Zumo de naranja postelectoral

30/05/2019
 Actualizado a 15/09/2019
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Ya pasó. Parecía que no íbamos a conseguirlo, pero finalmente unos y otros, protagonistas y cómplices, artistas y público invitado hemos superado este trance democrático, que no fiesta de la democracia como nos quieren tatuar a fuego en el ideario colectivo. Sería injusto si no reconociéramos el desgaste físico y mental que han tenido que padecer los candidatos a unas y otras elecciones. Y es que jugarse su futuro a corto y medio plazo en un solo día conlleva una presión extrema, cuya intensidad depende de la valía profesional de los susodichos. Aquellos que sólo han vivido por y para la política y no se les conoce ningún mérito en la vida civil viven con un miedo aterrador que el recuento de votos les de un sopapo que les impida seguir mamando de la teta de la democracia. Sin embargo, los que entran en política para prestar un servicio puntual y temporal y tienen una trayectoria profesional contrastada no sufren tanto, ya que al tener un plan alternativo tienen menos problemas para desengancharse de la droga del poder.

Las urnas y el destino han querido que la carrera por hacerse con el bastón de mando de algunas instituciones haya pasado a convertirse en un maratón. Muchos de los corredores han llegado muy justos de fuerzas a la noche del 26 de mayo, pero van a tener que sacar energía de donde sea para afrontar el último sprint y llegar a la meta antes que sus rivales. Lo que está claro es que socialistas y populares necesitan un complemento vitamínico para estas próximas semanas. Y no hace falta ser muy avispado para saber que más de uno habrá incluido en sus desayunos desde este lunes un fresco y dulce zumo de naranja. Porque parte del futuro político de nuestra tierra pasa por esta fruta que con motivo del Mundial del 82 tomó vida convirtiéndose en Naranjito. Es más, no sería de extrañar que alguno de ellos incluso cambie el café de media mañana o el Prieto Picudo o Ribera de Duero de la comida por un zumo de naranja. Todo sea por conseguir esa vitamina C que les abra las puertas del anhelado poder. Eso sí, todos ellos son conscientes de que no va a ser fácil y tendrán que soportar alguna que otra humillación naranja. Y no me refiero a que les ordenen vestirse de Naranjito, les manden salir a una plaza de toros, suelten una vaquilla y vayan a dar su apoyo a aquel que haya aguantado más tiempo sin ser volteado. Eso sería un juego de niños en comparación con la bilis que más de uno va a tener que tragarse durante los próximos días.

Pero no nos equivoquemos, el problema de esta encrucijada no sólo lo tienen populares y socialistas, sino que aunque no quieran reconocerlo, los de Rivera, Arrimadas, Igea y Villaroel tienen ante sí un morlaco de cuidado. Las decisiones que adopten en estas semanas y las estrategias de pactos van a marcar el futuro de este partido. Si aciertan tendrán otra bola extra dentro de cuatros años, pero si fallan estarán abocados al ostracismo y su papel como impulsores de la nueva política quedará para los anales de la historia como un simple sueño de verano. Y sino sólo tienen que fijarse en lo que está pasando con Podemos, que ahora parece que la única salida que puede salvarles es que la señora de Iglesias se erija como lideresa cuando el señor de Montero dé un paso atrás. Y ni con esto la salvación está asegurada. Es paradójico que los dos partidos que ondeaban la bandera de la nueva política puedan quedarse en un simple coitus interruptus. Podemos ya está sufriendo la vuelta a casa de muchos de sus votantes, que tras unas vacaciones moradas han decidido volver a su morada roja. Y a Ciudadanos le puede pasar lo mismo y miles de sus votantes, antes amantes del charrán pepero pueden volver a sentir cariño por esa ave y regresar a sus orígenes.

Los gurús naranjas estarán debatiendo en estos momentos cual es la decisión que les permita seguir teniendo un papel relevante en la política nacional, autonómica y local. Y no nos engañemos, esa decisión no tiene por qué coincidir con la mejor y más beneficiosa para los ciudadanos. Aquí estamos hablando de otras cosas, de estrategia política, no de interés general de la ciudadanía. Así que sólo nos queda esperar y cruzar los dedos para que en esta ocasión ambas decisiones coincidan y así aunque sea por un mero daño colateral, tengamos los dirigentes que más y mejor puedan hacer por nosotros y por nuestra tierra.
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