Visibilizarse y empoderarse a través del arte

Paula de la Calle se reconoce entre la sensibilidad y la simpleza de sus trazos, que le permiten "con algo mínimo crear cosas maravillosas y transmitir otras aún más complejas"

Mercedes G. Rojo
04/01/2022
 Actualizado a 04/01/2022
La joven ilustradora astorgana Paula de la Calle.
La joven ilustradora astorgana Paula de la Calle.
«Actualmente el arte es una vía de difusión, reivindicación y expresión, no solo del papel de la mujer, sino también de su empoderamiento social y visibilización».
(Paula de la Calle. Ilustradora)

Hoy protagoniza esta sección una joven ilustradora y diseñadora gráfica, Paula de la Calle (Astorga, 1998), con quien comparto lugar de nacimiento y otros azares que se han convertido en casuales puntos de confluencia. Su primera referencia me llega a través del último trabajo poético de alguien que ya ha ocupado estas páginas, Paz Martínez. Su libro disco ‘En son de paz’, que comparte con Moncho Otero, ha sido magníficamente ilustrado y editorialmente maquetado por Paula; muy mimado, nos cuenta de él: «me permitió descubrir el mundo editorial más a fondo, sumergiéndome en diferentes disciplinas y haciendo que me conozca un poco más a mí misma; quizás haya hecho que encuentre la expresión artística que más me gusta y a la quisiera dedicarme por completo en un futuro». Quizá por ello lo considera, por el momento, su trabajo más especial entre otros pequeños proyectos (portadas de discos, retratos, ilustraciones sueltas, maquetaciones…) dentro de un mundo cuyos comienzos «siempre son complicados y en el que se hace difícil destacar porque cuenta con muy buenos artistas».

Esa dificultad no asusta a Paula, consciente –desde el momento de su elección– de la carrera de fondo que, para cualquier artista, supone desarrollar al máximo las capacidades que le permitan ir aprendiendo y mejorando poco a poco, en un proceso de prueba y error; dedicando tiempo a sacarle el mayor partido al desarrollo de sus habilidades porque –asegura– «el artista no sólo nace, también se hace». Su talento ya se intuía –me cuenta alguien que la conoce bien– desde muy pequeña; no sólo en el resultado final, también en la forma de afrontar cada dibujo desde su misma concepción. Ella misma reconoce que esta forma de expresión le supuso un método de evasión propio de una persona que no era «de muchas palabras ni de expresar abiertamente mis emociones o sentimientos», circunstancia que sí le permitía el dibujo, un territorio en el que cada vez se fue adentrando más, especialmente a partir de 2014, coincidiendo con una pérdida familiar importante para ella. Fue a partir de ese momento que comenzó a darse cuenta «de que se me daba mejor de lo que pensaba y que me ayudaba a encontrar paz y tranquilidad en un mundo lleno de caos». Y así decidió cuál había de ser su camino en adelante. Sus primeras referencias formativas nos llevan al pintor astorgano Toño García, con quien comenzará a formarse en dibujo artístico, a través de las técnicas más tradicionales pero imprescindibles para quien pretenda emprender una carrera artística. Tras estos primeros años, su etapa de Bachillerato en la Escuela de Artes de León, y su encuentro con la pintora, escultora, poeta y docente Charo Acera. A ambos reconoce como maestros en esa trayectoria que desembocará en el Grado en Diseño en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, que concluye en 2021, proceso al completo durante el que adquiere su especial interés por el diseño gráfico, la ilustración y la escultura. En su obra se decanta fundamentalmente por el uso del papel y el lápiz para dibujar  «al natural y representar lo que veo en el mundo real», aunque también realiza mucho dibujo digital que le «permite hacer ilustraciones más rápido y con mucha variedad de soportes y técnicas». El público espectador le resulta elemento principal de toda obra artística, hasta el punto de que el juicio que éste pueda tener sobre cada una de sus piezas le permite «continuar con el proceso creativo y sobre todo mejorar». Y le parece muy difícil mantener la constancia pues «el arte tiene etapas; puede haber momentos de falta de ideas que generen muchas inseguridades y dificulten el camino hacia el proceso creativo, incluso a veces que el artista se cuestione el futuro». Dicha dificultad no la ve en los errores que se puedan cometer en cualquier proceso de creación porque estos «son un descubrimiento positivo, algo que puede convertirse en el rasgo diferenciador de cualquier artista». Paula, concibe el arte como «elemento de comunicación para expresar y reivindicar todo tipo de pensamientos, influencias y movimientos; fundamental y necesario para todos» capaz de explicar, incluso, la situación en la que en cada momento nos encontramos. También la de la mujer y, en este sentido, el arte sirve de vía de difusión, reivindicación y expresión, no sólo de su papel sino también de su empoderamiento social y visibilización; un ámbito en el que el rol que juegan las artistas tiene mucha importancia –«aunque todavía queda mucho por hacer»–, mujeres que se dedican al arte a igual nivel que cualquier figura masculina y cuya experiencia y recorrido puede servir de inspiración para las decisiones de cada nueva joven artista sobre el camino a seguir, máxime teniendo en cuenta los obstáculos que aún pueden encontrarse por el hecho de ser mujeres. «El arte está prácticamente en todos los elementos que nos rodean», afirma Paula que ha sabido encontrar no una sino muchas referencias artísticas en su carrera, para aprender de diferentes métodos y/o artistas, que han ido cambiando en función de sus proyectos, pero también de sus afinidades o estados de ánimo, reconociendo entre todas ellas –además de quienes le han dedicado tiempo y esfuerzo para que alcanzara el lugar en el que está– una especial admiración por la escritora e ilustradora valenciana Paula Bonet, especialmente gracias a su estilo y versatilidad.

Centrada hoy en un trabajo de diseño gráfico y en seguir formándome para conseguir todos sus objetivos profesionales, entre sus proyectos de futuro un trabajo propio y personal  relacionado con el diseño editorial y la ilustración al que espera poder darle forma muy pronto; y la ilusión de llegar a realizar alguno «sobre las tierras maragatas y su tradición (porque)  tanto ellas como su gente, siempre influyen en cada uno de mis trabajos de una manera u otra; nunca me olvido de las costumbres, sentimientos y personas que esta tierra me ha regalado». Y así lleva ya seis años residiendo en  Madrid; una de tantos jóvenes que cada día abandonan León  «para buscar oportunidades en otros sitios con una variedad artística y público más amplio», porque a pesar de que ve la ciudad como un centro cultural importante reconoce que en ella «es fácil ver y disfrutar del arte, pero muy difícil vivir de ello».

Reconociéndose entre la sensibilidad y la simpleza de sus trazos, que le permiten «con algo mínimo crear cosas maravillosas y transmitir otras aún más complejas» a través de la libre interpretación de cada espectador, traslada aquello de «la mirada es el reflejo del alma» a la relación arte-creador, para asegurar que sus ilustraciones reflejan bastante de su personalidad. Les invito a buscarla en ellas.
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