Viejos inventos sin superar

Hay viejos inventos que siguen sin estar superados. Nada nuevo ha logrado hacer aquello para lo que ellos llegaron a nuestras vidas. Dos de los más apreciados en el día a día del mundo rural son la madreña y el Land Rover; por más que para los pies han aparecido materiales que te pones a leer ‘el prospecto’ y ofrecen más posibilidades que interpretaciones cualquiera de las piedras o latones del edificio de Botines; y para los caminos han fabricado máquinas casi perfectas, con Bluetooth y tracción hasta al maletero. Pero nada. Tú preguntas al lugareño y te va a decir que los viejos inventos siguen sin ser superados por las nuevas tecnologías.

Puede haber evolucionado el poliéster, la tela, el cuero y hasta irrumpir con la fuerza del invento del fuego el gore-tex, pero ese caminar sobre las aguas sin pisar el suelo, llegar a la puerta de casa y quitar las madreñas para no marchar ni una gota el suelo don las históricas zapatillas de felpa no ha encontrado alternativa que digna de comparación.

Cuando atraviesas la Cabrera de las pizarreras antes las cuencas mineras en las que el tajo estaba colgado de la cima del monte ¿a quién veías ascender por aquellos caminos de barro? Al único capaz de hacerlo ¿Y quién te puede sacar del corazón de una nevada de época? El viejo Land Rover del panadero, el de verdad, sin Bluetooth y con radiocasete. Podrás ir a por el pan en moto, es verdad, pero el buen pan lo trae el panadero, en Land Rover.