Victor Ferrero, in memoriam

Por José Luis Gavilanes Laso

17/11/2020
 Actualizado a 17/11/2020
Víctor Ferrero presentando el último número de la revista Promonumenta
Víctor Ferrero presentando el último número de la revista Promonumenta
Sentenció Quirón de Esparta, uno de los siete sabios de Grecia: «De los muertos no se hable sino bien». Y así suele acontecer. Los cadáveres acostumbran a ser ilustres. Aunque ello no sea un axioma, no dudo un solo instante que la aplicación de esta sentencia a Víctor Manuel Ferrero León se cumple como verdad incuestionable para quienes le tratábamos, le apreciábamos y le queríamos. Y ello pese a que hubiese diferencias de criterio, incluso ideológicas, lo que no obstaculizaba para que entre nosotros hubiese una estimación mutua y máximo entendimiento en los aspectos más importantes de la vida.

Con Víctor se podía hablar de cualquier cosa, pues era un hombre extraordinariamente culto, fuese de política, de religión, de deporte, de numismática... y, sobre todo, de historia. Muy concretamente de la de León.

Pero, sin duda, una de las principales cualidades de Víctor Ferrero era, a mi entender, la de hombre emprendedor y de dirección. Y en este par de facetas hay que destacar, sobre todo, la de haber sido el fundador de Promonumenta o Asociación de Amigos del Patrimonio Cultural de León, organismo con más de un cuarto de siglo de existencia, cuyos méritos son evidentes y reconocidos por denunciar, sensibilizar y recuperar el patrimonio leonés abandonado o descuidado.

Y ya que hablo de Promonumenta, a él le debo mi ingreso en la Asociación, cuando a partir de nuestro primer contacto —a propósito de tenerle como alumno interesado en el aprendizaje de la lengua portuguesa en unos cursillos que organizó Martín Manceñido en la sede de Donantes de Sangre—, me propuso su ingreso en Promonumenta. Yo acababa de jubilarme de mi profesión  como docente en la Universidad de Salamanca, y no sabía cómo ocupar el tiempo en el regreso a mi patria chica. Gracias a Victor, encontré un lugar propicio que me permitió entablar nuevas y muy buenas amistades, seguir inmerso en el mundo cultural y progresión de la capacidad intelectual.

Alejado ya de la dirección, no obstante, Víctor se ha venido ocupando desde el número 10 de la dirección de la revista que Promonumenta viene editando regularmente todos los años. Una publicación, ya en su número XVI, que, sin lugar a dudas es, dentro de su clase, de las más prestigiosas que se edita en nuestro país. De ello da fe la nómina de personalidades que la han presentado a lo largo de su historia, tanto en León como en la Casa de León de Madrid, entre otros: José María Merino, Rogelio Blanco, Julio Llamazares, Alfonso García, Jesús Maraña, José Enrique Martínez, Nicolás Miñambres, José Luis Puerto, Marta Prieto Sarro, Pedro García Trapiello, Salvador Gutiérrez, Gregoria Cabero, Mar Palacios, Luis Carnicero y Adolfo Ares.

De Víctor, yo no sé, nadie sabe si existe un paraíso para los hombres de bien. Pero, si existe, no dudo que ya habrá recalado en él. No sé, no sabemos, pues, si mora ya allí su «persona», esto es: lo que le hacía sentir, lo que le hacía pensar, lo que le hacía hablar, lo que le hacía querer, lo que le hacía soñar. Ese misterio solo Dios lo sabe.

Aquellos que aún gozamos del don maravilloso de vivir, somos todos llorando tu ausencia física, pues tu recuerdo y ejemplo permanecerá latente, compañero y amigo. Hasta que nos llegue  la hora de ese supremo momento que acabas de traspasar, yo no sé, Víctor, a qué huelen esas rosas detrás de la vida que hemos puesto sobre tu ataúd. Pero yo sí sé, sabemos todos, antes de estar yertos, qué tristes, qué solos nos dejáis los muertos.
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