Vía de la Antracita estima que la senda verde del Ponfeblino atraería un millón de visitantes anuales

La asociación cree que el turismo tradicional está en declive y las alternativas de turismo "activo" no son tan costosas

A. Cardenal
29/04/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Uno de los tramos por los que discurriría la Vía de la Antracita. | VIA DE LA ANTRACITA
Uno de los tramos por los que discurriría la Vía de la Antracita. | VIA DE LA ANTRACITA
La explotación turística de la vía ferroviaria entre Ponferrada y Villablino que durante décadas fue el corazón del sector minero en el noroeste peninsular ha sido el sueño de administraciones locales y entidades de diversa índole, un proyecto que sin embargo nunca ha terminado de cristalizar y siempre se ha encontrado con dos obstáculos que no ha logrado sortear: el administrativo, por la complejidad que supone la desafección del patrimonio relacionado con el Ponfeblino, y el económico, por el alto coste que supondría su adecuación y puesta en marcha.

Para sortear este último y con el objetivo de aprovechar la histórica vía, nació la asociación Vía de la Antracita. ¿Su objetivo? La creación de una vía verde que discurra de forma paralela al trazado del ferrocarril de la MSP hoy en desuso. «Sería una de las vías verdes más largas de España y estamos seguros de que, como ha pasado en tantas otras, en su entorno se desarrollaría una actividad económica que será favorable, además de para la mejora de la salud general de sus usuarios, para la creación de empleo, tan necesario en nuestra comarca», explican.

Así, la asociación considera que la celebración este mismo fin de semana de los 101 Kilómetros Peregrinoses la prueba de que el «turismo activo» está ganándole la partida al tradicional, ya que contó con 3.000 participantes y una nutrida representación de todas las comunidades autónomas e incluso atletas de otros países, lo que según las estimaciones de la organización, supuso la llegada de más de 8.000 personas a la comarca. Este tipo de eventos son una de las variantes de lo que se ha dado en llamar turismo activo, es decir turismo en donde el turista se convierte en protagonista de su tiempo libre. Lejos quedaron los tiempos en los que las personas se conformaban con que los transportaran», aseguran.

Por ello, creen que el éxito de este tipo de iniciativa demuestra la viabilidad de la propia Vía de la Antracita, con 64 kilómetros «llanos y para todos los públicos». De hecho, en base a las cifras que se manejan en Vías Verdes similares ya en funcionamiento en España, que según el colectivo, sobrepasan los veinte millones de visitas anuales, la Vía de la Antracita «podría recibir más de un millón».

Respecto al impacto económico, la asociación cree que los participantes podrían dejar durante su estancia más de dos millones de euros al año, lo que serviría para cubrir la inversión necesaria para poner el servicio el camino. «Nuestra asociación no puede dejar de hacer un llamamiento a la reflexión a todos los ayuntamientos por los que pasa el camino de la Antracita. Les invitamos a la reflexión y a que piensen en el interés de los ciudadanos abrazando iniciativas que son viables y sostenibles», sentencian.

Para el colectivo la sostenibilidad ambiental de esta iniciativa también lo sería a nivel económico. «En muchos casos, los museos suponen un coste inasumible para la mayoría de los ayuntamientos, que se ven obligados a cerrarlos o a limitar su actividad a unos pocos días al año. Esta vía sería visitable los 365 días del año y se podrían organizar varios eventos en diferentes épocas», señalan desde el colectivo, que pone de ejemplos magostos, pisa de uvas y fiestas tradicionales que se celebran en los pueblos por los que pasa la vía del Ponfeblino y que se beneficiarían, según estiman desde la asociación, de la puesta en marcha de esta vía verde sin perjuicio para sus arcas.

«Hace unos días nuestra asociación participó en una jornada sobre Turismo Industrial en Castilla y León y tuvimos la oportunidad de escuchar de primera mano las experiencias de algunos responsables de museos y centros de interpretación, a todos les faltaba lo mismo: las visitas», explican desde el colectivo, que aseguran que las visitas a este tipo de centros no cubren ni una parte «mínima» de los gastos fijos, por lo que los ayuntamientos se ven obligados a recurrir de forma habitual a los presupuestos para cubrir costes.
Archivado en
Lo más leído