Una obra civil de origen medieval para cruzar el Porma en Boñar

A las afueras de la villa de Boñar se encuentra el puente que este sábado se analiza, uno de los más interesantes del Eje Subcantábrico

Luis Solera Selvi
15/07/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Seguimos viajando hacia el oeste de la provincia leonesa, serpenteando por la autonómica CL-626 con intención de presentar algunas obras pontoneras de relevancia. Atrás quedó Puente Almuhey y la cuenca minera de Sabero y Cistierna. Nos aproximamos a un viejo cruce de caminos en la que prosperó desde hace siglos la espléndidavilla de Boñar.Se encuentra en la comarca de la Montaña Oriental, en las faldas del Sistema Cantábrico. Aquí termina la carretera autonómica CL-624 que viene desde Puente Villarente y remansa en la CL-626 por la que aún viajamos cazando puentes de interés.

Conviene recordar que la continuación de esta vía CL-624 cambia de matrícula en este punto y se convierte en carretera provincial LE-331, probablemente uno de los trayectos más bellos de la zona norte de León. Hasta alcanzar la raya de Asturias, podremos contemplar los atractivos parajes que se forman junto al embalse del Porma y los aventureros conductores pondrán a prueba sus dotes de piloto enfrentándose a una calzada dura, sinuosa e interminable aunque preciosa y seductora, hasta alcanzar, para finalizar, el mítico puerto de San Isidro.

Este narrador pacífico se queda en el punto kilométrico 2 de nuestra calzada, a las afueras de Boñar, donde se encuentra uno de los puentes más interesantes del Eje Subcantábrico que en dirección oeste, estamos recorriendo. Se trata de una obra civil de origen medieval, probablemente construida en el siglo XIII y de la que quedan algunas referencias sobre los cobros del pontazgo y su administración en beneficio del desaparecido monasterio asturiano de Santa María de Valdediós. Su historia está jalonada de derribos y reconstrucciones pues las fuertes avenidas del río Porma –antes de su control de cauce por medio del pantano– eran siempre desastrosas. Como en la mayoría de las estructuras pontoneras de origen medieval que aún perduran, los reparos y rehabilitaciones que más huellas han dejado, bien por estilo, materiales y tipo de reconstrucción, obedecen al periodo clasicista de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Del viejo puente medieval subsiste la forma del tablero alomado, aunque corregido en tiempos más modernos, quedando la inclinación en las cabeceras y un centro de firme horizontal. Tiene una longitud de 100 metros y una anchura total de 3,30 metros que restando pretiles deja libre como calzada 2,70 metros, lo que permite el paso de automóviles pero prohíbe el de tractores o maquinaria agrícola.

Tiene una preciosa línea y perspectiva geométrica que le otorga la cavidad y secuencia de sus vanos con arcos muy precisos de medio punto. Son siete vanos con luces muy regulares, de aproximadamente 7 metros por los que pasan con holgura los caudales de periodos de máximo nivel de aguas. Añadir un arquillo ocluido, junto a la cabecera que conecta con la carretera. Como refuerzo, dispone en ambas caras de seis tajamares y espolones, en forma de cuña, de muy buena fábrica de sillería y que llegan hasta rasante para convertirse en descansaderos o refugio para los transeúntes ante el cruce de carros o vehículos.

La obra plena es difícil de observar o fotografiar debido al exceso de arbolado en las zonas aledañas. Es conveniente que se haga una profunda limpieza y poda de hierbas y arbustos que crecen en el llagado de sus sillares y debilitan o erosionan los muros y arcadas. No existen señales de dirección al monumento ni carteles que informen sobre su historia y características.
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