Una faceta literaria casi desconocida

Isabel Cantón llega a esta sección por su faceta literaria, que navega entre la prosa y el verso y que nos va dejando a pequeñas dosis en diferentes publicaciones corales

Mercedes G. Rojo
12/11/2019
 Actualizado a 12/11/2019
Isabel Cantón Mayo y portadas de dos de sus publicaciones.
Isabel Cantón Mayo y portadas de dos de sus publicaciones.
«Miro esta tierra, sepultada en el tiempo/ cobijada de historia y de hojas amarillas/ bajo un cielo arrasado de nubes y tormentas...». (De ‘Miro esta tierra’. Isabel Cantón. Escritora).

Con estos versos incluidos en el libro antológico ‘Cogorderos, paisaje y recuerdos’, de la última edición de ‘Versos a Oliegos’ (2019), abrimos hoy la semblanza de una conocida cepedana tanto en el mundo de la Educación como en el de la Cultura. Se trata de Isabel Cantón Mayo (Antoñán del Valle) a quien la mayoría conocerá por su labor como Catedrática de Didáctica de la Universidad de León, en la que lleva largos años dedicada a la docencia, muy especialmente a la preparación de futuros maestros a quienes ha dedicado gran parte de su obra escrita, fruto de su continuado trabajo como docente y como investigadora en materia de educación, definiéndose a sí misma como «empedernida y veloz lectora que con la escritura ordena, sistematiza y dota de permanencia su trabajo». Pero no llega a esta sección gracias a sus muchos escritos técnicos: libros, artículos, conferencias, que conforman varias decenas de ellos; más de una docena de libros de autoría propia y alrededor de una cincuentena de títulos en los que comparte capítulos con otros compañeros y compañeras, además de numerosos artículos en publicaciones periódicas y/o específicas; los últimos libros, del pasado 2018, tan diversos como ‘Identidad profesional docente’ (coordinado junto a Maurice Tardif, de la Universidad de Montreal) o ‘Escuelas rurales de la Cepeda’ y ‘Escuelas rurales de Maragatería’ (vinculados ambos a la conservación del patrimonio escolar en sus respectivas zonas).

Isabel Cantón llega hoy a esta sección principalmente por su faceta más literaria, también la más desconocida, una faceta en la que navega entre la prosa y el verso y que nos va dejando a pequeñas dosis en diferentes publicaciones corales, algunas coordinadas por ella misma. Versos como los que podemos encontrar en sus colaboraciones con la publicación anual ‘Versos a Oliegos’, en la que participa desde hace años junto a otros creadores, cantando a su tierra cepedana desde el sentir, desde el recuerdo, desde su relación con la tierra que entrelaza en versos por los que fluye el paisaje de Cepeda, la importancia que el agua tiene en el mismo, el recuerdo de la escuela, de la niñez,…, viendo como sobre todo ello se desliza, inexorable, el paso del tiempo.

Su prosa está más ligada a las narraciones de leyendas, como ‘El fantasma de la muria’, relato que aparece en la antología ‘Cuentos de León narrados por…’, de la Editorial Rimpego, donde logra crear ese sugerente clima que acompañaba siempre a las historias más truculentas o misteriosas que los grandes narradores de los filandones conseguían trasmitir a los oyentes «(…) El cerro quedó arropado por un manto de húmedos y azulados tonos, las algazaras de los niños reprimidas en las mismas calles y los escasos viandantes –embozados con su capa hasta dejar solo los ojos al descubierto– empujados al interior de las paupérrimas casuchas de adobe. Era un atardecer de enero y el aire congelaba el aliento (…)»; y los lectores que han caminado nuestras zonas rurales en esa misma época del año imaginan perfectamente los colores del primer mes del año y el aire helador que acompaña a menudo sus atardeceres. También nos regala su prosa en sendos libros inspirados por esa dedicación que al mundo de la Escuela y de la Educación ha tenido siempre, y que hicieron que se convirtiera en realidad un sueño largamente acariciado: el de hacer un homenaje a la Escuela y a sus maestros y maestras, a los rurales, a los que pasaron por las aulas más humildes pero no por ello menos exigentes de las décadas de los 50, 60 y 70, a través de la pluma de un importante número de escritores y amigos, ligados al mundo de la literatura en particular y de la cultura en general, que nos han dejado sus historias –también las de ella– en ‘Narraciones de la escuela’ (2009) y ‘Narraciones de maestros ‘(2010).

Destacar también su labor de vindicación de algunas figuras femeninas muy ligadas a nuestra historia literaria a través de las correspondientes presentaciones de Josefina Aldecoa en ‘El juez y otros cuentos’, y de Concha Espina en ‘La esfinge maragata’, ambas en edición de Diario de León y Edilesa, dentro de la colección de Biblioteca de autores leoneses (2007). Son facetas de una escritora más conocida por sus publicaciones técnicas que sin duda es interesante descubrir.

Para terminar, y como homenaje precisamente a esas «escuelas» que de una u otra forma han sido el alma de todo la trayectoria de Isabel Cantón, quiero hacerlo con los siguientes versos pertenecientes a su poema «A las escuelas muertas de la Cepeda» incluido en Homenaje ‘Versos a Oliegos 2017’:

«(…) El corazón de las escuelas agoniza mudo/
calavera inmóvil donde crecen silentes/
las rosas y los pétalos con nombres infantiles/
con las raíces ancladas en la tierra y el agua del pantano».
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