Una bendición que madruga, Andrea

Villamoros de Mansilla disfruta de uno de esos bares que se han convertido en una bendición para el pueblo que ya tiene un lugar en el que reunirse, verse, hacer vida social y charlar con los peregrinos que saben de las tapas de Andrea

Fulgencio Fernández
14/05/2023
 Actualizado a 14/05/2023
Andrea en la barra del bar que «ha sido la salvación» del pueblo. | JESÚS F. SALVADORES
Andrea en la barra del bar que «ha sido la salvación» del pueblo. | JESÚS F. SALVADORES
Cada cliente que entra al bar deVillamoros de Mansilla tiene unas palabras amables para Andrea, la joven que regenta el coqueto bar que ocupa las viejas escuelas del pueblo. Y ella siempre responde con complicidad, va conociendo a cada uno, sabe de dónde vienen — muchos lo hacen desde los pueblos del contorno— las tapas que cada día eligen y la conversación que «les da por el palo del gusto».

- Esto no es un bar, es una bendición y la culpa es de Andrea, que le ha dado aire al lugar; cuenta la fiel clientela.
- Una bendición que, además, madruga; matizan,
- Y pone buenas tapas; le dicen ya como argumento definitivo.

Es un rincón que ha dado vida al pueblo y, además, se han recuperado las escuelas con las ayudas que han salido para estas iniciativas encaminadas a que no se queden los pueblos sinese lugar de referencia.

- ¿Y eso de que madrugas?
- Pues porque estamos en el Camino de Santiago, cerca de Mansilla, y a los peregrinos si les quieres atender tienes que tener la puerta abierta desde muy temprano. Ahora ya madrugo, pero con el buen tiempo voy a abrir la puerta a las seis y media de la mañana, que no se puede una descuidar.

Lo dicho, una bendición.
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