Un legado por rescatar

Isabel Urueña, aunque se despidió de la vida aún joven, ha dejado tras de sí una intensa obra tanto musical como literaria, que podría haber sido mucho más dada su inquieta actividad

Mercedes G. Rojo
11/06/2019
 Actualizado a 15/09/2019
Isabel Urueña recogiendo el premio de microrrelatos en Zafra. | L.N.C.
Isabel Urueña recogiendo el premio de microrrelatos en Zafra. | L.N.C.
"Acabaré el juego como lo empecé: sin nada". (Isabel Urueña. Artista multidisciplinar)

Así comienza, Isabel Urueña Cuadrado (León 1951- Alicante 2018), bajo el título de 'Final de la partida', uno de los poemas incluidos en el primero de sus poemarios, 'Apócrifas Codicias' (A J). Pero nada más lejos de la realidad, de su realidad, pues aunque ella se despidió de la vida aún joven, dejaba tras de sí una extensa obra tanto musical como literaria que podría haberlo sido mucho más dada su inquieta actividad. Es curioso como a veces la casualidad (aunque hay quien dice que esta no existe) nos pone en el camino señales que nos encaminan hacia el descubrimiento de determinadas personas. Este es mi caso con Isabel Urueña de quien hasta hace bien poco desconocía su existencia (a pesar de mi relación con algunos miembros de su familia) y aún más la obra que dejó tras ella.

Una reciente actividad cultural en la galería Ármaga en torno a su figura me puso tras la pista de sus versos y de su vida y obra en general. Ese primer contacto con algunos de sus poemas me despertó el interés por conocerla más de cerca y conseguí hacerme con sus dos poemarios, los primeros y los últimos que publicaría, precisamente a través de una firma muy leonesa, Ediciones del Lobo Sapiens. Tenía Isabel 51 años cuando publicó el primero de ellos, 'Apócrifas Codicias' (A J) (2002), al que un año después seguiría ‘El beleño en su raíz’ (A J) (2003). Y es que aunque se fue muy pronto de León, siempre conservó con la misma profundos y fuertes lazos tanto afectivos como artísticos.

Nacida la menor de una familia numerosa cuyos padres, ambos maestros, destinados en la capital leonesa, en cuyo barrio de Santa Ananació y creció hasta su traslado a Alicante, en ella quedó sin duda marcada la impronta de sus padres que la acercaría a la docencia, fundamentalmente desde lo musical, campo en el que se formó en torno a múltiples especialidades que la llevarían a ejercer como profesora de diferentes disciplinas, además de crear y dirigir la orquesta y coro de la Universidad Carlos III de Madrid. Fue además una importante compositora cuyas primeras composiciones fueron estrenadas a finales de los 80 y principios de los 90 entre el País Vasco y León. Hablar de su trabajo musical, de su trayectoria y de las obras que nos dejó daría para muchas páginas, y como estamos ante un primer acercamiento no quiero olvidar lo literario (tal vez más accesible, por lo individual), campo que también trabajó con profusión.

Gran lectora desde los tres años, actividad a la que llegó de forma autodidacta (reconoce haber encontrado en los libros su «primera vía deliberación, de rebeldía»), su actividad literaria fue muy intensa a lo largo de toda su vida, realizando tanto crítica literaria (que alternaba con la musical), en medios radiofónicos y escritos (RNE, El Mundo, La Rioja,…), como desarrollando su faceta como creación literaria a través de multitud de registros. Guionista y correctora de estilo para diversas editoriales nacionales (entre la que también estaba la leonesa Everest), en su haber figuran numerosas guías de formación, libros de cocina e incluso diversas guías de viaje sobre lugares europeos y Cuba, estas para la editorial Anaya en sus últimos años. Con tintes más literarios destaca una colección de tres novelas cortas para adolescentes que, a mediados de los años 80, publicaría en la colección 'Calidoscopio juvenil': los 'Cuadernos del Hotel Stradivarius' titulados 'Amadeo', 'El verano' y 'Secretos', hoy difícilmente encontrables. Más tarde volvería a hacer incursiones en la narrativa como el relato ‘Joseph Conrad in memoriam’, Premio de Relatos 'Ciudad de León' 2007 o 'Última duda', ganador del I premio de microrrelatos 'Manuel J. Peláez', de Zafra. Entre medias, la Isabel más íntima se nos mostraba en los dos poemarios aludidos de 2002 y 2003 y de los que Ana Palomo, a quien dedica el primero de ellos, dice responden a una serie de leyes entre las que está «(…) la utilización de una mínima anécdota, de un pronombre o de un instante como desencadenante de un discurso verbal que hace equilibrio entre la condensación expresiva y el derroche, gozoso o doloroso, del torrente hipnótico de las palabras».

El tiempo parece deslizarse sobre determinadas personas como si intentara borrar todo lo que dejaron a su paso, pero siempre nos queda la esperanza de ocurra algo que nos permita recuperarla para conocimiento propio y de otros. Y así rescato de entre sus versos, con esa idea y como final de este acercamiento, los siguientes: 
"Llueve interminablemente, llueve y llueve.
El agua arrastrará las flores del cerezo,
pero alimentará las celindas y los lilos,
que aún la necesitan…"
como necesitamos la música y la poesía de Isabel Urueña para saber de ella misma y de todas esas mujeres que pasan por nuestra tierra, que caminan a nuestro lado, con tanto que decir y a quienes prestamos tan poca atención que olvidamos que son y que están.
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