Un concierto memorable

Por Santiago Revuelta

30/03/2020
 Actualizado a 31/03/2020
El genial compositor polaco Krzysztof Penderecki fallecido este domingo a los 86 años. | WARNER CLASSICS
El genial compositor polaco Krzysztof Penderecki fallecido este domingo a los 86 años. | WARNER CLASSICS
Este, 30 de marzo de 2020, escuché sobre las 6,30h en Radio Nacional, que Krzysztof Penderecki, genial compositor y director de orquesta polaco, había fallecido en el día de ayer a la edad de 86 años.

Y es curioso que precisamente en el año 1986, coincidiendo con el IV Festival de Órgano Catedral de León, tuvimos la inmensa fortuna de gozar de la presencia de este gran músico en nuestra ciudad. Y como programa, una única obra: Requiem Polaco. Esta partitura está escrita para cuatro solistas, coro mixto y una gran orquesta sinfónica. La obra consta de 16 movimientos.

Es una lástima que no conserve mi programa de mano y sólo cuente con mis recuerdos personales de aquella jornada inolvidable. Vivía por entonces mi querido amigo Ángel Barja, director de la Capilla Clásica de León, coro del que formé parte como barítono. Me vienen a la memoria aquellos minutos que compartí con Barja en el ensayo matutino del Requiem. Comentaba con él la grandiosidad del evento, pues el número de artistas congregados bajo la batuta del maestro polaco, era muy considerable.

La entrada para este concierto tenía un precio de 800 pesetas, algo único e inédito en los conciertos de los XXXVI Festivales de Órgano que se han ido sucediendo desde el año 1983 en que lo fundaran nuestro querido y recordado Adolfo Gutiérrez Viejo, junto con Samuel Rubio Álvarez, organista titular de la Santa Iglesia Catedral de León.

Me llamaron la atención algunos detalles en la forma de dirigir de Penderecki, tales como su batuta en la mano izquierda y la energía poderosa que imprimía en algunos momentos de la obra. Tanto es así que llegaba a saltar sobre el podio si el momento musical lo precisaba…

Estaba situado casi en primera fila, muy cerca de los solistas, en concreto frente a la soprano. Cuando ésta se levantó para interpretar el décimo movimiento, Lacrimosa, llegó mi emoción a su punto álgido, como lo mostraban mi piel «de gallina» y mis ojos húmedos…

Años más tarde, compré en Madrid el CD del mencionado Requiem. Como podrá comprobar quien lea esta reseña, al escucharlo de nuevo en mi casa, la sensación emotiva ya no era ni parecida.

Está claro que la emoción de un concierto en vivo, y más si se trata de una gran obra musical, como es el Requiem Polaco de Krzysztof Penderecki, interpretada nada menos que en nuestra maravillosa Catedral de León, es única e irrepetible. Para mi será siempre un concierto memorable. Descanse en Paz.
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