Para Fran de Gonari existen ciertos paralelismos. «En el caso de Ocaña, él está muy orgulloso de sus orígenes, que es Cantillana, es Andalucía, el reflejo tan personal que hace de todas las tradiciones populares, cómo lo reinterpreta dándole un tono y un guiño ciertamente libertario, pero luego ama Barcelona, que es la ciudad que lo recibe con los brazos abiertos y en la cual él hace una labor de dar visibilidad al primitivo colectivo gay y trans, a las libertades en general, porque yo creo que toda la gente en esa época, él, su amigo Nazario, todo el grupo de artistas que había, no solo plásticos sino escénicos, etc, hicieron una labor que tenía que ver con la visibilidad del colectivo Lgtbi pero que beneficiaba a la sociedad porque era abogar por las libertades, por los derechos de todos».
Dentro de esos paralelismos con la figura de Ocaña, De Gonari también hace mención al nombre que utilizan cuando firman de manera conjunta. «Nosotros tenemos ese amor, ese cariño. De hecho cuando trabajamos a dúo nos hacemos llamar Pulkras Leoninas como un guiño de amor a León, a la catedral, a la libertad también, porque Pulkras Leoninas es un nombre femenino y hacemos también ese juego de liberar el género hasta en el nombre. Pero luego es también el amor y el cariño en nuestro caso a Madrid, una ciudad que nos recibió con las puertas abiertas, en la que hemos aprendido muchísimo a todos los niveles. Sí que hay esos paralelismos con la figura de Ocaña. Luego también está el color. Luxor es abstracto, pero el color es fundamental como modo de expresión. Yo soy figurativo y lo mismo me pasa con el color. Por eso hacemos muy buena simbiosis y también porque trabajamos en un concepto muy de potenciar uno al otro, con unos egos muy relajados y lo pasamos bien».

Preguntados por las características de la obra que han decidido presentar en el Camarote Madrid, Luxor señala que es una mezcla entre collage analógico y pintura. «Hay una parte muy diferenciada tanto de uno como de otro y con relación a Ocaña es un homenaje a su figura, ni más ni menos. No solo teníamos que hacerle un cuadro sino que tenían que ponerle el nombre a un auditorio», sostiene Luxor, a lo que De Gonari argumenta que «es necesario que las nuevas generaciones conozcan que ha habido estas figuras, porque luego muchas veces la gente no sabe, aparte de una determinada dimensión artística y lo complejo que era para ellos hacer su trabajo artístico, todo lo que apoyaban y generaban. Yo me he encontrado con gente muy joven –parto de la base de gente que tiene interés y que quiere saber qué ha pasado antes de– que no lo conocían. La gente cuando ve las cosas que hacían estos personajes, no solo Ocaña, alucina, porque también había una mezcla de locura, de valentía...», destaca Fran de Gonari, para quien el término ‘refulgente’ aplicado al título de la exposición «es por lo que es él y por lo que trasciende posteriormente». Su muerte la califican de «absurda» y a día de hoy no está claro si la acción de prender fuego al disfraz que portaba Ocaña fue intencionada o por el hecho de hacer una gracia. «En su pueblo era muy querido y de hecho en Cantillana en la actualidad existe un museo magnífico dedicado a divulgar su legado», concluyen.