Todas las rejas del presidente

Decenas de personalidades de la política y el mundo empresarial no se perdieron la inauguración, mientras se dejaba a unos 20 metros de la puerta a los leoneses

Sergio Jorge
30/09/2015
 Actualizado a 09/09/2019
Varias personas expulsadas de la estación de León aguardan a la llegada del AVE al otro lado de una reja. | MAURICIO PEÑA Y DANIEL MARTÍN
Varias personas expulsadas de la estación de León aguardan a la llegada del AVE al otro lado de una reja. | MAURICIO PEÑA Y DANIEL MARTÍN
Esto tendría que ser una crónica social sobre la multitud de personalidades que se acercaron ayer a ver el estreno del AVE. También debería ser una enumeración hasta la saciedad de cada uno de los políticos, empresarios y demás dirigentes que o bien llegaron en el tren o bien estaban aguardando en el andén. Pero la realidad es que la mejor metáfora de lo que ocurrió ayer en la terminal leonesa es la imagen que hay sobre estas líneas. Son varios leoneses que intentan ver cómo llega el primer e histórico ferrocarril de la Alta Velocidad Española. Pero lo hacen al otro lado de la reja porque fueron expulsados de la estación. O había billete para viajar o no estaba permitido entrar al recinto, y ni siquiera acercarse a menos de 20 metros.

Dentro era un continuo ir y venir de hombres en traje y mujeres con vestidos de fiesta. La nota discordante la ponían los periodistas, que también tuvieron sus propias rejas, porque la seguridad (los agentes y el concepto en sí) no permitíaacercarse al presidente. Otra vez los 20 metros y una red de hierro de por medio.

Mariano Rajoy, Ana Pastor, Juan Vicente Herrera, Antonio Silván, Juan Carlos Suárez-Quiñones, Juan Martínez Majo, Gemma Villarroel, Celestino Rodríguez, Eduardo Fernández... La lista de políticos sería interminable, al igual que la de otros cargos de relevancia en la provincia y en el conjunto del país.

No faltó tampoco una de esas estrellas emergentes del PP, Pablo Casado, que no paró de fotografiarse en su escasa hora en León. Incluso había grandes empresarios, comoEsther Alcocer Koplowitz, la hija de la poderosa mandamás de FCC. O el constructor José Luis Ulibarri, que ahora tendrá más fácil llegar a Madrid cuando tenga que declarar por sus imputaciones en la Audiencia Nacional por el caso Gürtel.

El único rasgo de que el AVE es una obra del pueblo para el pueblo fue la presencia de Dionisio, Isidoro y Leoncio. Estos tres antiguos ferroviarios, hermanos y nacidos en Carracedelo. Fueron invitados hace días por el consejero Suárez-Quiñones, por lo que se convirtieron en las tres únicas personas ajenas al desfile político y empresarial que se vio ayer en la estación.

Es cierto que habían invitado a algunas destacadas figuras de la cultura y el deporte leonés, pero ninguno apareció por la estación (Marta Domínguez se bajó en Palencia, su ciudad natal).Quizá porque tenían que trabajar a las 11:56, que es cuando llegó el AVE, o porque no querían salir en las imágenes, ya que ayer era el día de los flashes. Cámaras de fotos y de vídeos intentaban buscar a los protagonistas del acto, y para ello se instaló una carpa en la que al fondo del todo hablaron Mariano Rajoy, Juan Vicente Herrera y Antonio Silván. Eso sí, su acceso fue diferente al del resto de invitados y medios de comunicación, siempre con las omnipresentes rejas para separar. Y para los que debían grabar el discurso, había otra pequeña carpa en la que poder seguir las declaraciones. Es decir, para ver a Rajoy en un plasma.

No faltó quien utilizó este histórico momento para fotografiarse con el presidente, aprovechando que el jefe estaba en León. Opara los ‘selfies’ junto a la placa con la que siempre se recordará este día (y donde ponía ‘León’ y no Palencia, que nadie se asuste). Muy comentado fue el de Aurora Baza, Gemma Villarroel, Marta Mejías y Carlota Amigo, que posaban como si en lugar de un trozo de metal fuera una estrella de las del paseo de la fama de Hollywood.

Mientras, decenas de personas con La Nueva Crónica entre las manos se arremolinaban a unos metros de la puerta de la estación a ver si la Policía les permitía entrar, pero los agentes siempre exigían una credencial de que querían viajar y no cotillear. «¡Es una vergüenza!», gritaba una mujer ante la continua negativa de las fuerzas del orden.

Y al otro lado de la avenida, detrás de una valla como si quien estuviera a punto de pasar fuera la Vuelta Ciclista y no políticos vestidos con sus mejores galas, estaban los más ruidosos y también los más cargados de razón, los brigadistas y los mineros. Rajoy fue el más requerido, el más recordado y el más insultado, pero en la hora escasa que estuvo ayer en León ni tan siquiera le llegarían las sonoras protestas de estos colectivos. Al otro lado de las vallas y de las rejas, los políticos se felicitaban por un nuevo tren que cuando tenga sus precios habituales será para el pueblo, pero sin el pueblo.
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