Silencio eterno para el padre de los sonidos de vanguardia

Cristóbal Halffter uno de los más grandes músicos españoles contemporáneos falleció a los 91 años en su casa de Villafranca del Bierzo, donde se había afincado después de su matrimonio con la pianista Marita Caro. Nacido en Madrid era miembro de la conocida saga de grandes músicos

Fulgencio Fernández
25/05/2021
 Actualizado a 25/05/2021
El año pasado Cristóbal Halffter recibió un buen número de homenajes al cumpli los 90 años;entre ellos un documental en TVE al que pertenece esta imagen.
El año pasado Cristóbal Halffter recibió un buen número de homenajes al cumpli los 90 años;entre ellos un documental en TVE al que pertenece esta imagen.
Hace muy pocas semanas, días incluso, Cristóbal Halffter seguía siendo noticia por lo mismo que siempre, porque trabajaba en una nueva obra, componía en el castillo de Villafranca del Bierzo que era su casa y su pueblo desde su matrimonio con la pianista Marita Caro, reflexionaba sobre cualquier asunto con la misma profundidad que hacía música. Por ello, fue una sorpresa la primera noticia de la semana que nos trasladaron las agencias: «Ha fallecido en su casa de Villafranca del Bierzo el compositor Cristóbal Halffter a los 91 años de edad». Cierto que parece que había estado ingresado como no es menos real que muchos pensaron en algo que tantas veces ocurre en parejas que han hecho de su vida un dúo, como el Cristóbal y Marita, la pianista que se fue no hace mucho, que compartió con el compositor medio siglo de vida, que convirtió a Cristóbal en berciano, por suerte para León, y así se enriqueció el ambiente musical de la comarca, con conciertos, cursos de composición y hasta poniendo su nombre al conservatorio de Ponferrada.

Los titulares de los medios de comunicación de todo el país, pues estamos hablando de uno de los tres grandes nombres de la música clásica en el siglo XX, esbozan el perfil del fallecido: «Adiós al compositor que quiso derribar el aislamiento de la música contemporánea». «Muere el protagonista de las vanguardias». «Fallece el músico profundo». «Un referente del siglo XX». «Cristóbal Halffter: La libertad imaginada». Y sumaría el titular de este mismo periódico cuando el villafranquino al que nacieron en Madrid protagonizó el capítulo de la serie de TVE ‘Imprescindibles’ (también dice mucho el título): «Lo que siempre busqué es nunca perder nuestra dignidad». Se refería con el “nuestra” a los músicos en general pues en el repaso de su vida había dibujado el panorama musical del país en su juventud con bisturí que hacía sangre: «En este país el compositor vive en una pocilga, sucio, sin que nadie le acaricie ni le haga caso, pero una vez muerto se aprovecha todo de él, por eso acudo a ese dicho popular del cerdo».

Recupero esta frase pues llegó el “una vez muerto”. A buen seguro que habría sonreído como él lo hacía, con la misma suavidad que hablaba pero lanzando sus verdades sin guardarlas nunca, poniendo letra a la libertad imaginada: «En España no solo es importante no hacer nada, sino procurar que no lo haga nadie». «Si me fiara de los gustos dominantes mi obra sería de gran ramplonería». «Con lo que cuestan dos días de fuegos artificiales se hace el Festival de Órgano». «Nuestros políticos no son muy dados a la cultura»… Todos ellos son titulares recogidos de entrevistas en La Crónica de León y La Nueva Crónica. No parece asunto menor que cuando se decidió con su obra seguramente más ambiciosa, su primera ópera estrenada en el año 2000, eligiera precisamente ‘Don Quijote’. Decía Crémer que en el arte lo que no es biografía no es nada.Había nacido Cristóbal Halffter Jiménez-Encinas en Madrid en 1930, con ‘la música puesta’ pues era hijo de un pianista y sobrino de dos grandes de la música española, Cristóbal y Rodolfo Halftter. No eran buenos tiempos para la lírica, como él mismo recordaba: «Nací en 1930. Una generación a la que las guerras nos amargaron la niñez. Por mi origen alemán la embajada nos trasladó a Alemania y allí acudí a un colegio ‘nazi’ y me di cuenta que toda dictadura es un fracaso y toda verdad que se tiene que imponer por la fuerza deja de ser verdad. Es una enseñanza que jamás he olvidado, cuando me han querido imponer algo sé que algo está fallando».Regresó a España en 1939, la fecha ya aclara las dificultades del momento y que Cristóbal califica de «un año terrible de posguerra», que para él lo fue aún más pues acudió a clase al Colegio Alemán, que cuando llevaba allí seis años de estudios se cerró «sin que ninguno de los estudios que había realizado me sirvieran para nada, no fueron reconocidos». Tuvo que hacer el Bachillerato español, en dos años, para poderlo tener  y ya se inició en el camino que marcaría su vida: «Me puse a estudiar en serio música con el gran maestro Conrado del Campo». Añade que crecía a la sombra de sus tíos Rodolfo y Ernesto, que Enrique Franco propició que ganara unas perras haciendo comentarios de música en Radio Nacional» y aquel joven estudiante supo que «solo quería ser músico, pese al ambiente hostil» pero, insistiendo en su idea central: «Sin perder la dignidad, jamás». Algo que le llevó a estar frente a la dictadura en la única trinchera que conocía, la música: «No podíamos ir en contra del dictador con las armas pues ni las teníamos ni las queríamos, éramos contrarios a todo tipo de violencia; y pensamos que lo que debíamos hacer era participar, sin perder nuestra dignidad y nuestra forma de pensar, y así ayudar a crear una España preparada para cuando llegara la Democracia». Y recordaba cómo una fuente de financiación fue componer música para películas, «hice alrededor de treinta, algunas muy malas, me produce cierto rubor cuando me las recuerdan… no por la música, claro».E, incluso, no dudó en el final de la dictadura y con la llegada de la Democracia en implicarse aún más y dio el salto a la política, sin entrar en ella. Aceptó Halffter integrarse en una candidatura unitaria de izquierdas al Senado junto al profesor Miguel Cordero del Campillo y el histórico socialista berciano, y amigo de Halffter, José Álvarez de Paz. Sólo salió elegido senador Cordero y el villafranquino hasta pareció aliviado: «Podré seguir en lo mío, la música, pero tampoco me habría gustado quedar con la sensación de no haber dado la cara, de no dar el paso al frente. Me voy a mi retiro de Villafranca, gracias».

Y aunque su voz en el Senado a buen seguro que hubiera tenido mucho que decir en pro de esa cultura por la que siempre trabajó salió ganando la música pues entró Cristóbal Halffter en la que seguramente fue su etapa más fecunda y reconocida, siempre desde la paz que encontró en Villafranca del Bierzo al lado de Marita Caro, aunque unos años antes, en 1968, ya había compuesto una de sus obras más importantes, la ‘Cantata de los Derechos Humanos’. «Fue muy importante para mí. La ONU celebraba el XX  aniversario de la declaración de los Derechos Humanos  y le pidió un texto a Norman Corwin, quien les dijo que sí, siempre que la haga Cristóbal Halffter. Fue muy importante; estrenada en pleno estado de excepción, en el Teatro Real. Fue un escándalo, la gente salía bramando. Había más coches de grises que espectadores».  Siempre del lado de la dignidad, de los derechos humanos, volvió a estarlo en 1973, con su Gaudium et Spes Beunza’, un homenaje al primer objetor de conciencia en España. «José Benuza  leyó un texto pacifista ante el tribunal que le juzgaba. Me impresionó y pensé ‘si existen personas como Beunza podemos tener esperanza de que las cosas pueden cambiar. No era fácil, cuando él dijo que era objetor uno de los parlamentarios de las Cortes franquistas dijo: No hay problema, se hace una ley para los objetores de conciencia y se les fusila». A su lado se puso Halffter.

De la larga lista de reconocimientos, premios, obras y avatares dan cuenta las biografías al uso, la larga lista de obras, algunas controversias —no olvidemos que fue un vanguardista— y títulos y momentos para el recuerdo, como el estreno de ‘Don Quijote’ con un director de orquesta muy especial: Pedro Halffter Caro, su hijo, la saga continúa.

Pero Cristóbal Halffter siempre insistía en la misma idea: «El premio más grande, y no sólo he tenido uno sino muchos, es poder planear una obra, terminarla y estrenarla».

Ahora se ha ido. Al silencio. Pero seguirá sonando su obra. Su dignidad.
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