Ser un liberal en el hormiguero

Juan Pablo G. Valadés
13/02/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Vivimos en una sociedad en la que el Estado, desde que nacemos, tiende a actuar, decidir e incluso pensar por nosotros.

La gente tiene interiorizado tanto este comportamiento, que lo ve como normal e incluso positivo. Nuestros gobernantes ya no solo velan por el interés general, sino que se sienten con la suficiente legitimidad de saber lo que nos conviene, incluso a pesar de nosotros.

Estos vicios del Estado se remontan tanto en el tiempo, que ya parece como si en nuestro ADN estuviésemos condicionados para aceptarlos e incluso defenderlos. Si te sales de esta partitura, te toman por un bicho raro y la izquierda, que cree que tiene el monopolio de la verdad, te tacha de enemigo del ‘Estado del Bienestar’ y te pone la etiqueta de fascista.

Las políticas colectivistas y liberticidas que se han venido aplicando, no solo por Gobiernos de izquierdas, nos toman como si fuésemos hormigas cuyos intereses particulares quedasen en un segundo plano en pos de un hormiguero común (Estado) que cada vez sea más grande, ignore las necesidades individuales y solo piense en sí mismo.

Ahí radica precisamente el error de estas políticas. Si algo ha caracterizado al ser humano a lo largo de su historia, es su afán por ser libre. Libre para tomar sus decisiones, para acertar o equivocarse, para progresar o fracasar... Siempre con la premisa de que sus derechos y libertades no interfieran con los derechos y libertades del prójimo.

Algo empieza a cambiar y los ciudadanos, como reacción al camino neocomunista por el que distintas fuerzas políticas nos querían conducir, cada vez alzan más sus voces y enarbolan la bandera del liberalismo intentando convencer al ‘hormiguero’ de que, si ponemos al individuo, su libertad y su progreso en el centro de la política, podremos seguir avanzando como sociedad saliendo de las distintas crisis (económica, social, moral...) por las que atravesamos.

Muchos partidos políticos empiezan a hacer propios los postulados liberales que antes despreciaban por ‘exóticos’ pero la sociedad civil debe permanecer vigilante en que estas medidas se materialicen.

Hemos sido testigos de esa movilización social precisamente este pasado domingo en León, donde la sociedad civil respondió multitudinariamente, a pesar de la climatología, a la convocatoria de El Club de los Viernes para pedir que se les devuelva la voz a los ciudadanos con la convocatoria de elecciones.

Gente individual, libre y de distintos partidos compartiendo lo que les une en lugar de lo que les separa.

Juan Pablo G. Valadés es miembro del Club de los Viernes
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