Sepulcros de vaqueros

Bruno Marcos recuerda la figura del escritor Roberto Bolaño al cumplirse veinte años de su muerte

Bruno Marcos
22/07/2023
 Actualizado a 22/07/2023
Bolaño en 1979. | ARCHIVO BOLAÑO
Bolaño en 1979. | ARCHIVO BOLAÑO
Creo que fue Rodrigo Fresán el que recordaba que Roberto Bolaño, cuando comenzaba a ser ya muy famoso pero también empezaba a estar muy enfermo, una noche volviendo de algún lugar se tumbó en los asientos traseros del coche y dijo que le daba la sensación de haber muerto en la otra ocasión en la que había estado grave diez años atrás y que, en esos instantes previos al fin, no estaba viendo pasar toda su vida pasada sino la vida futura que había soñado tener.

Hace unos pocos días, el quince de julio, se cumplieron veinte años de su muerte y en estos veinte años han ido apareciendo muchos textos inéditos del baúl de Bolaño: novelas cortas embrionarias de las que editó en vida, ensayos o pruebas, cuentos que inexplicablemente habían quedado excluidos de otros volúmenes…; en definitiva todo tipo de materiales que vienen más que a completar su carrera a saciar el ansia de los seguidores del escritor chileno convertido en leyenda.

Hay en la obra de este autor el retrato de un fracaso constante y universal. Declaraba que la vida es una aventura que acaba mal, pero que aún sabiendo que acaba mal hay que salir a darle la mejor batalla posible, como en el bushido en el que darse por muerto de entrada permite el mejor combate.

Su obra más exitosa, ‘Los detectives salvajes’, no es literatura juvenil, ni sobre los jóvenes sino sobre la juventud, una literatura que no está escrita por alguien que no madura nunca sino por alguien que al madurar observa el milagro maravilloso de aquella intensidad. De ahí lo detectivesco, los jóvenes poetas buscan a la anciana poeta Cesárea Tinajero en el desierto de Sonora como adelanto de la vida, para saber lo que será haber vivido una vida de poeta antes de vivirla. En otras obras suyas también hay detectives, detectives mayores que investigan como quien recuerda, recuerdos que entristecen pero que dotan de sentido a la existencia mitificándola. El resultado es romántico en todos los casos, los poetas, los seres más desdichados del mundo son héroes.

‘Sepúlcros de vaqueros’ es una de estas publicaciones ‘post mortem’ que se han hecho de él en los últimos años. Contiene tres novelas cortas pero lo mejor es el título. Los niños de hace varias décadas queríamos ser vaqueros de película y aunque en los viejos westerns morían constantemente casi nunca aparecía en la pantalla un cementerio. Los vaqueros siempre estaban vivos, a caballo o desenfundando el revólver en un duelo, a la busca de aventuras. Un sepulcro de un vaquero es una imagen portentosa, un sueño muerto.
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