La espera ha terminado y León volverá hoy a sentir su Semana Santa. La ciudad lleva ya varios días respirando cofradías, con el olor a incienso en algunos puntos, la colocación de casetas y la preparación de los primeros pasos en sus templos –o carpas– de salida, pero es este Viernes de Dolores cuando todo empieza. Lo hace con ella, con la patrona popular del León cofrade, con la Virgen del Mercado, con la ‘Morenica’.
La imagen que tantos devotos tiene saldrá en procesión en el que será su primer Viernes de Dolores como Virgen coronada canónicamente por la Iglesia católica, a través del obispo de León. Al reconocimiento religioso se le unió después el civil, pues hace tan sólo una semana la parroquia recibió por parte del Ayuntamiento de León la medalla de oro de la ciudad.
Hoy a las 20:00 horas, con una temperatura primaveral que todo indica terminará en pocos días, la calle Herreros volverá a ser un hervidero. La Sacristía del exterior venderá limonadas sin descanso, mientras la del interior del templo acogerá el rezo de los hombres, ‘mozos’ todos ellos, de la agrupación de braceros de la parroquia del Mercado antes de poner el hombro bajo la almohadilla para cruzar el dintel mientras suenan las campanas, los teléfonos se levantan y los corazones de papón, como dijo el obispo, se aceleran. Saldrá la patrona a recorrer León y habrá comenzado todo. La Semana Santa, la Pasión leonesa, los diez días en los que la ciudad vive por y para los papones.
La procesión de la Dolorosa cuenta con dos momentos destacados, con el rezo de la Salve en ambos casos. El primero de ellos tiene lugar en el Monasterio de las Carbajalas, cuando el paso entra en la capilla y cantan las monjas y, el segundo, en la plaza de Santo Domingo, cuando son los braceros de la Virgen del Mercado quienes cantan la Salve, antes de regresar al templo sobre las 23:00 horas.
La bajada de la Virgen de su camarín y la colocación en el trono, con los cambios de manto y corona incluidos, tuvo lugar ayer a puerta cerrada, por decisión del párroco Manuel Flaker, que consideró, de forma consensuada con los braceros, que este acto se había convertido en un «espectáculo» por la cantidad de leoneses, en general, y fotógrafos aficionados, en particular, que acudían a este acto.