Fue un Martes Santo emotivo e histórico para la cofradía más antigua de la ciudad, Angustias y Soledad. No solo porque se trataba de la única procesión propia que tienen este año, por ser impar y no organizar el Entierro, sino porque un nuevo paso se incorporó al cortejo tradicional.
La imagen del ‘discípulo amado’ , el San Juan, acompañó por primera vez a los tres pasos marianos de la cofradía, la Virgen de las Lágrimas, la Virgen de las Angustias y la Virgen de la Soledad. La talla, de 1982 y obra del escultor madrileño Francisco Javier Santos de la Hera, fue la novedad de una procesión que hizo suyas las calles del ensanche leonés y que también recuperó la Rúa tras la finalización de las obras.

La procesión del Dolor de Nuestra Madre salió puntual a las ocho de la tarde desde la capilla de Santa Nonia, donde 24 horas antes se temió por el patrimonio de las tres cofradías centenarias por culpa de la lluvia que cayó sobre los pasos en la procesión de la Pasión.
Tras el paso de San Juan y de la Virgen de las Lágrimas, que fueron acompañados por la Agrupación Musical del Nazareno y una enorme hilera de papones organizados por los hermanos de orden de la cofradía, tomó salida la Virgen de las Angustias, con la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno detrás, sellando así el hermanamiento entre las dos cofradías de Santa Nonia.
Por último, sobre las nueve menos cuarto, salió a la calle la Soledad, la Madre de las Madres, con su agrupación musical y sin palio, como es habitual el Martes.