Ricard Pozo y un cambio necesario

20/05/2022
 Actualizado a 20/05/2022
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Ricard Pozo, junto a Llamazares en su despedida. | MAURICIO PEÑA
Ricard Pozo, junto a Llamazares en su despedida. | MAURICIO PEÑA
Es común a prácticamente todos los clubes que, a medida que van cumpliéndose años sin lograr objetivos, las consecuencias van llegando y dejándose cadáveres más arriba.

En la Cultural, durante los tres últimos años, han pasado cinco entrenadores y más de medio centenar de jugadores diferentes. Y como en los dos últimos se ha estado muy lejos de rematar la faena, la cabeza que se ha cortado en esta ocasión es la del encargado de elegirlos, el director deportivo Ricard Pozo.

Una salida cantada. También elegante, absorbiendo todas las culpas, asumiendo que ha cometido muchos errores, sólo con buenas palabras. Y en verdad no sorprende, porque si algo ha demostrado ser es un muy buen tipo, una persona trabajadora como pocas que se desvivió por el club. Sin embargo en lo tangible, los resultados de su trabajo, es obvio que ha errado y se necesitaba un cambio tras encadenar demasiados patinazos en sus elecciones.

Su gran ‘pecado’ y el de la Cultural desde su descenso fue la elección de los entrenadores. Se ha apostado una y otra vez por el mismo perfil, insistiendo en el gravísimo error de jugar a encontrar una perla que nadie ha descubierto todavía en vez de intentar tener más opciones de acertar con alguien de sobrada experiencia en la categoría y con éxitos ya en ella, algo que tu presupuesto te permitía.

Con Cea, aunque ese error no le corresponde a Pozo, se jugó a una ‘ruleta rusa’ inexplicable con el mejor presupuesto de la historia en Segunda B. Con el único técnico de gran currículum, Aira, se estuvo a punto de descender. Con Cabello e Idiakez, más inventos. Con Ramón, fue la mejor apuesta posible si buscabas algo así, pero es que el error seguía siendo el perfil. Y con Curro Torres, que sólo había entrenado al Valencia Mestalla en la categoría y llevaba tres experiencias fallidas en Segunda, más de lo mismo.

Esa ha sido su condena. Nunca sabremos si con otro director de orquesta, esa retahíla de jugadores que rindió peor en León que en sus anteriores equipos hubieran sido los sonados fracasos que han sido por ejemplo este año los cuatro de caché más alto: Ander Vitoria, Cerrajería, Gaztañaga y Sotres. Pero a Pozo le ha costado el puesto, porque era obvio que en esa parcela urgía un relevo.
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