Repensar el mundo

Antonio Gamoneda, Esperanza Ortega, Óscar Esquivias, Elena Santiago y J.A. González Sainz comparten sus reflexiones sobre un momento del cual la sociedad solo podrá salir “mejor o peor, igual desde luego no”

César Combarros (Ical)
05/04/2020
 Actualizado a 05/04/2020
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“Habrá que ver si el sistema económico y productivo que tenemos es capaz de reaccionar en términos positivos y no solo de beneficio”, desliza desde León el Premio Cervantes Antonio Gamoneda. “Deberíamos aprender, en un sentido comunitario, que es más necesario invertir en sanidad o en investigación que en defensa”, argumenta la poeta palentina Esperanza Ortega, confiando en que, con el tiempo, la situación actual se pueda convertir “en un recuerdo, una rememoración”. Desde Madrid, el burgalés Óscar Esquivias, confiesa su preocupación por “cómo puede quedar la sociedad después de todo esto”, por “las muchas personas que se van a ver sin trabajo y con importantes apuros económicos” y alerta del “riesgo de que se desmorone el frágil sistema cultural español”. En Valladolid, la leonesa Elena Santiago subraya que “no hay palabras ya para explicar lo que está sucediendo”, pero invita a intentar “apartar el miedo” para encontrar “caminos abiertos, que siempre los hay”. Y desde Soria, el Premio Castilla y León de las Letras J.A. González Sainz considera que “estamos obligados a revisar los criterios con los que nos hemos regido hasta en los últimos decenios” y asegura que “muchas cosas cambiarán”, ya que “la importancia que dábamos antes a las cosas no será la misma”. Son briznas de las personales miradas que algunas de las mejores plumas de Castilla y León lanzan a estos tiempos de incertidumbre, marcadas por la preocupación, la reflexión y la esperanza.

Poesía “necesaria”


En su domicilio a los pies de la catedral de León, Antonio Gamoneda pasa estos días “algo aburrido por el claustro, pero de momento bien”. Reconoce que el encierro apenas ha alterado sus rutinas, aunque sí echa de menos los “dos o tres breves paseos semanales” que solía hacer. Tras los primeros diez días de encierro, para los cuales se había provisto de lo que denomina como “una batería de sostenimiento” formada por películas, música y, cómo no, libros, el autor de ‘Descripción de la mentira’ decidió regresar al trabajo, a la escritura, que considera “una buena defensa en términos psíquicos”.

En su cabeza bullen las ideas del que puede ser su próximo libro, un proyecto que lleva madurando “desde antes de la pandemia” y para el cual quizá ahora haya llegado el momento. “Como ya tengo muchos años no me planteo grandes trabajos. Quisiera escribir algo que todavía no sé si será una narración breve o media docena de narraciones muy breves, pero lo intentaré hacer libremente. Me gustaría ir directamente a la obra de arte, intentando crear algo un tanto desprendido de mi problemática, de mi ideología y de mi pensamiento en general”, adelanta en declaraciones a Ical.

Gamoneda tiene la sensación de que la crisis del coronavirus conllevará la destrucción de una parte importante de la producción industrial, lo cual derivará en un incremento del desempleo, cuestiones que considera “de mucha gravedad”. Sin embargo, pese a que considera que “la economía se va a erosionar de una manera realmente trágica”, invita a que seamos conscientes de que “la Tierra va a mantener sus recursos potenciales y habrá que empezar a sacarlos otra vez”.

Asimismo, subraya que la poesía es más “necesaria” si cabe en estos momentos de soledad y aislamiento. “Se dice que la poesía es inútil en términos prácticos e inmediatos, y posiblemente lo sea, pero permite intensificar la conciencia, el ánimo y crear una sensibilidad más intensa”, concluye.

Apartar el miedo


Desde su domicilio en Valladolid, la también leonesa Elena Santiago intenta mantenerse “firme”, ante tanto “dolor contenido” y recomienda buscar “pasos de salvación”. “Son días realmente muy difíciles, con tanto sufrimiento en todo el mundo. Todo parece roto, destrozado, pero hay que buscar una comprensión y tenemos que apartar el miedo para sostener nuestros nombres. Hay que asomarse y comprobar que el viento y el sol siguen ahí, y nosotros con ellos, y levantar encuentros de vida. Hay que recoger todo aquello que nos emociona y nos sirve, y respirar”, reflexiona.

La ganadora del Premio Castilla y León de las Letras reconoce que “nunca había conocido algo tan tremendo, que nos caía encima y nos destrozaba”, Ante ello, “tenemos que buscar un camino nuevo; tenemos que volver a ser nosotros, incluso con más emociones, porque las estamos buscando y las vamos a encontrar”.

En estos días de aislamiento, Elena Santiago sonríe ante iniciativas como los aplausos que, cada noche, se dedican desde las ventanas de todo el país a los profesionales sanitarios (“parece que nos damos la mano con los vecinos que están enfrente, algo que nunca habíamos hecho”, reflexiona), y aunque hace tiempo que trabaja en su próxima novela, la que será la 16ª, asegura que estos días le está costando “especialmente” enfrentarse al folio en blanco. “Me gusta ponerme a pintar. Hace muchos años que emborrono en colores todo lo que hace falta. Ahora estoy escribiendo poco porque escribo mal, se me encierra en la cabeza mucho la muerte y los colores que pintaba se están volviendo oscuros”, señala.

Por ello desde el inicio del confinamiento se está centrando especialmente en releer a “viejos amigos” como Umbral o Jiménez Lozano, cuyos escritos le permiten “sentir” un “afecto” que, “todavía está muy lleno”. “Quizá me estoy poniendo algo trágica y no quiero”, advierte, “quiero abrigar lo que está muy frío”, lanza esperanzada.

“Cuando alguien desaparece el dolor está ahí, pero la vida es eso. Debemos buscar lo más dulce para querernos, hablarnos y estar. Es muy difícil porque estamos asustados y con sufrimiento. Somos humanos y esto está sacudiendo unas oscuridades donde uno no sabe dónde tiene que ir, pero hay que buscar dónde ir”, remacha.

Las cosas que cuentan no serán las mismas


Desde Soria, el escritor, ensayista, profesor y traductor J.Á. González Sainz asegura que, igual que Gamoneda (que limita su franja para recibir información a momentos puntuales de la mañana y la noche), ha decidido “reducir el horario de exposición a las noticias” por la sobreinformación que estos días recibimos de la pandemia. Según explica, a esta situación, “como a todas las adversidades, hay que echarle aguante”, aunque se trate de algo para lo cual “nadie estaba preparado”.

“Estos días me vienen a la memoria las maravillosas primeras páginas de ‘El mundo de ayer’, de Stefan Zweig. En ellas habla de los años anteriores a la primera guerra mundial y de cómo, sin darse cuenta, la sociedad estaba acostumbrada a seguridades, a equilibrios y a una racionalidad. Entonces se pensaba que la recaída en la barbarie ya no era algo propio de una sociedad tan avanzada y de buenas a primeras se vino todo abajo”, apunta.

El ganador del Premio Anagrama reconoce que estamos viendo “una sacudida colosal”, donde lo primero debe ser “recordar a las víctimas, tanto directas como indirectas, siempre concretas y reales”, que están desapareciendo “ con una aparatosidad y crueldad temedera”. “Que no nos podamos despedir ni tocar a los seres queridos conllevará duelos muy difíciles a nivel personal, y el duelo de la sociedad también será importante. Estamos obligados a revisar todo: el sistema de globalización, la rentabilidad de las cosas que hasta ahora eran rentables, las conveniencias o la convicción de que gobernar las sociedades es gobernar los mensajes”, argumenta.

En ese sentido, destaca que “los especialistas en controlar los mensajes y en ganar elecciones se han distanciado de la economía y la convivencia real, y han olvidado cómo se fracturan las sociedades”. “Nosotros lo sabemos, porque lo hemos leído en los grandes libros, como ‘De la edad conflictiva’ de Américo Castro o los de Jimenéz Lozano. Por ellos sabemos cómo sociedades que convivían de forma más o menos armónica de repente se vienen abajo a causa de los clérigos, y hoy los clérigos son los ideólogos, que viven apartados de la racionalidad de la realidad”, relata.

El director del Centro Internacional Antonio Machado está convencido de que la sociedad solo podrá salir de esta situación “mejor o peor, pero desde luego nunca igual”. “Que salgamos adelante depende de si somos capaces de reflexionar con atención sobre las cosas reales y los criterios que hasta ahora nos regían. La historia ya nos ha demostrado en qué terminan las fórmulas revolucionarias o subversivas; los fascismos son un peligro real en los momentos en que la gente tiene dos caminos: o racionalizar y apechugar de la mejor forma posible, o buscar chivos expiatorios, que siempre nos ha gustado”, advierte.

“Tienen que cambiar muchas cosas. Habrá un redimensionamiento de la importancia que dábamos antes a las cosas. Las cosas que cuentan no serán las mismas. El mundo de la comunicación, por ejemplo, no debería seguir como hasta ahora, con una sociedad en manos de la banalización y la tergiversación. Tendremos que evitar informarnos a través de toda la basura que fluye por algunos medios de comunicación o de las redes sociales, que lo que hacen es dar rienda suelta al pregonero, la maledicencia, la calumnia o el bulo. De todo ello, que ahora fluye como la pólvora, debemos guardarnos, y ahí los periódicos sólidos, que ofrecen una información tras la que hay alguien que responde, deben preponderar de nuevo”, sentencia.

“Aprender” del momento


En su hogar vallisoletano, que comparte con su marido Gustavo Martín Garzo, la poeta palentina Esperanza Ortega recalca que ambos están sobrellevando “bastante bien” el confinamiento. “No somos personas que antes salieran mucho y estamos ocupados corrigiendo pruebas y trabajando, aunque nos preocupa todo lo que está sucediendo. Como a todo el mundo, nos asusta lo que pueda traer el futuro y en qué pueda derivar esta situación”, subraya antes de señalar: “Es triste no poder vernos. Estamos viviendo algo especial, para lo que no estábamos preparados y sobre lo cual tendremos que pensar a posteriori”.

Para ella, la realidad que nos rodea está impregnada de “un aspecto de pesadilla muy literario y cinematográfico”. “Quizá pensábamos que esto podría ocurrir en Asia pero no en España, donde se han alterado todas las relaciones entre la gente que pasa por la calle. Ahora no te paras aunque conozcas a alguien y casi nos miramos con miedo. Siempre le estás dando vueltas a lo mismo, aunque sea inconscientemente”, describe.

Con su particular sentido del humor, no puede evitar calificar como “funestos” algunos intentos poéticos que plagaron las redes sociales el pasado sábado, para conmemorar el Día Mundial de la Poesía. “Nunca había visto que se escribieran cosas tan malas y se leyeran cosas tan horribles”, sonríe calificando como “otra plaga” los actuales intentos literarios sobre el coronavirus. “Quizá haya que escribir sobre esto, pero no ahora. La escritura necesita un tiempo, como un jamón, para curarse; un tiempo de reposo para que luego se elabore y aparezca la literatura, y se pueda narrar de forma literaria lo que está ocurriendo. Es posible que muchos acaben escribiendo sobre estos días, pero no de esta manera tan inmediata y oportunista”, valora.

Ortega reivindica la necesidad de “aprender” del momento y que los gobernantes apuesten en los presupuestos por “prevenir pandemias y no hacer más recortes” en lo verdaderamente importante. “Hay que contratar más médicos y enfermeras, y prestigiar esas profesiones, que junto a la investigación son de las más importantes para la sociedad”, reclama. A su juicio, “tanto los políticos como quienes les votamos deberíamos tener presente que lo importante es invertir en sanidad y en ciencia”.

En su opinión, este momento nos está permitiendo volver a “valorar los pequeños gestos”, desde “sentir el sol en la cara a poder pasear tu perro o sentir que respiras”. “Hay que valorar más lo cotidiano, lo que es de todos”, invita, aunque manifiesta su desconfianza sobre si en realidad lo conseguiremos: “Lo que estoy viendo por parte de la oposición política es que lo único que esperan es ver qué pueden conseguir con esto para ganar las próximas selecciones, algo similar a lo que pasó con la anterior crisis con el Gobierno de Zapatero. Me parece bochornoso y espero que la sociedad reflexione y rechace esas posturas egoístas y aprovechadas”, exhorta.

Mientras trabaja corrigiendo las pruebas de lo que será su obra reunida, que próximamente verá la luz a través de la Editorial Dilema, la poeta y editora recalca su “tristeza” ante la situación que están atravesando estos días las librerías, obligadas a cerrar por la excepcional situación. “Portales como Amazon se estarán forrando, porque son la única manera de conseguir libros y otros productos. Resulta curioso que de esta situación se pueden aprovechar esas grandes empresas que ni siquiera pagan sus impuestos en España, algo que ya está perjudicando a los más pequeños. Temo que algunos incluso se vean obligados a cerrar y sería una verdadera pena”, lamenta.

Riesgos presentes


Sobre ello también profundiza Óscar Esquivias, que manifiesta su temor sobre la posibilidad de que “empresas como Amazon, AliExpress y otras similares acaparen todas las ventas”, haciendo que, a partir de ahora, “recibamos todas las compras empaquetadas en casa”, algo que conducirá a “la decadencia de las ciudades tal y como las conocemos en Europa, con sus calles vivas”.

“Yo soy incapaz de pasar por delante de ciertos comercios, como las librerías, y no detenerme, al menos, a mirar sus escaparates, y lamentaría mucho que desaparecieran y solo pudiera comprar libros a través de una pantalla. A veces pienso que esta experiencia puede servir para construir una sociedad más solidaria, en la que se dé más importancia a lo público y se limiten las privatizaciones y la especulación inmobiliaria; otras soy pesimista y pienso que, una vez que pase todo, volveremos a las mismas. También veo el peligro de que arraiguen las ideas políticas autoritarias y extremistas, que es lo que en el pasado ha solido suceder en los tiempos de crisis”, incide sobre un temor también planteado por González Sainz.

Desde Madrid, uno de los principales focos de la pandemia en España, Esquivias confiesa que le resulta “extraño” el “silencio” que reina estos días por las calles de la capital de España, donde reina “la sensación de estar en una ciudad triste, amedrentada, casi sitiada, en la que, por contraste, también se nota el empuje de la primavera”. Reconoce que “nunca imaginó” que iba a vivir en primera persona “un confinamiento como el que conocía por las crónicas históricas o las fabulosas novelas de Defoe o Camus”. “Se me hace extraño presenciar situaciones que para mí pertenecían al pasado remoto o a la literatura. Mi novela ‘La ciudad del Gran Rey’ también trata sobre personajes atrapados en una ciudad hostil y es deudora de aquellas lecturas”, apunta.

Estos días, más que escribir, reconoce que se está “preparando para ello”, si bien “de momento” no le ha entrado “ninguna tentación de escribir sobre la enfermedad o la reclusión”. “Sí me acuerdo mucho de los citados Defoe y Camus, y de otras dos novelas (en este caso sobre la tuberculosis) que están entre mis favoritas: ‘Perorata del apestado’, de Bufalino y, por supuesto, ‘La montaña mágica’, de Thomas Mann”, explica.

“Nadie sabe cómo nos va a cambiar esta epidemia”, subraya el Premio Castilla y León de las Letras. “En mi caso, creo que poco. Echo de menos pasear por el campo, visitar exposiciones, ir a conciertos, al cine y al teatro, viajar, ver a mis amigos y mil cosas más, pero también puedo prescindir de casi todo y no me importa llevar una vida retirada, sobria e interior. Me preocupa más pensar cómo puede quedar la sociedad”, remata.

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