pedro-lechuga-mallo2.jpg

Preguntas sin respuestas

05/07/2018
 Actualizado a 08/09/2019
Guardar
¿Cuántas personas inocentes deben morir en nuestras carreteras para que de una vez por todas los legisladores y nuestros políticos tomen cartas en el asunto y endurezcan las penas? ¿Cuántas personas inocentes deben morir en nuestras carreteras para que un individuo que conduce con exceso de velocidad y bajo los efectos del alcohol tras matar a dos personas y destrozar la vida de un menor sólo pueda ser condenado como máximo a cuatro años de prisión? ¿Cuántas? ¿O no es cuestión de número y sí de otros aspectos que se escapan a nuestro intelecto?

¿Cómo se puede explicar a Orats, ese joven de 12 años que acaba de perder a sus padres en Santa Cristina de Valmadrigal, que la persona que le ha convertido en huérfano en unos meses esté en la calle mientras los dos seres que más quería estarán bajo tierra para la eternidad? ¿Quién le quitará el sentimiento de impotencia e injusticia que le acompañará durante toda su vida y que sólo desaparecerá cuando se reúna con sus padres para finalizar allá donde sea el Camino de Santiago que iniciaron en su vida anterior y que no pudieron concluir? ¿Por qué nuestro código penal es cómplice de una doble victimización de los únicos inocentes en un accidente de tráfico, que además de perder a sus seres queridos también se sienten víctimas del sistema al ver cómo la persona que ha sesgado la vida de otros no recibe el castigo que se merece?

¿Por qué no se endurecen las penas para este tipo de casos? ¿Qué motivos existen para que no se haya modificado la legislación para que una persona que mata a otra al volante pase entre rejas muchos más años de los que están estipulados actualmente? ¿Por qué si supuestamente la mayoría de los grupos políticos de cara a la galería están a favor de dicho endurecimiento no se ha materializado? ¿Será porque tendrán un discurso de cara a la galería y otro a nivel interno? ¿Por qué no se toma como prioridad dentro del Ministerio de Justicia las peticiones de muchas organizaciones y de millones de personas que reclamamos que al igual que en otros delitos quien la hace la debe pagar?

¿Por qué tenemos que aguantar una vez más las frases hechas de «no se puede legislar en caliente» como respuesta simplona e insultante, me atrevería a decir, al clamor popular? ¿Por qué ahora se intentará centrar este debate a la necesidad de potenciar aún más la educación vial como mejor prevención para evitar accidentes? ¿Por qué no reconocemos que la persona que coge el coche bebida y drogada no tiene respeto por nada ni por nadie, no sólo en la carretera sino también cuando se baja del vehículo por lo que muy poco o nada puede hacer la educación vial en ella? ¿También dentro de dicha educación vial hay que recordar a los asesinos que al menos lo que sí deben hacer tras herir o matar a alguien es detenerse a auxiliarles? ¿Si algún ser humano necesita que alguien le diga que es necesario que tras causar un daño irreparable a alguien debe ayudarle hasta que llegue la asistencia médica, ese individuo deja de ser humano y se convierte en animal, y que me perdonen los animales?

¿Por qué tras esta última tragedia sucedida en las carreteras leonesas la sociedad se revuelve pero de manera tímida? ¿Por qué para otros asuntos no tan graves los resortes sociales saltan inmediatamente, se llenan las calles de gente indignada y los ‘hashtag’ inundan las redes sociales? ¿Por qué da la sensación de que somos tan oportunistas y con temas que están de moda nos revolucionamos rápidamente como borregos y en otros como por ejemplo en éste que nos ocupa sólo algunas asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico y otros colectivos mueven ficha?

¿Por qué hoy sólo me surgen preguntas que nos conducen a unas respuestas que es mejor no escuchar? Pues porque es la mejor manera de solidarizarme con Orats, ya que a partir de ahora su vida estará llena de preguntas sin respuestas.
Lo más leído