09/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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El poder de los medios de comunicación para influir en el imaginario colectivo es innegable. Su influencia a la hora de moldear ciertas ideas y crear y romper tabús está más que demostrada. Ahí radica uno de sus principales elementos diferenciadores, aunque bien es cierto que con la llegada de las redes sociales han perdido la exclusividad en este ámbito. Pero pocas veces se habla sobre qué tiene más fuerza para impregnar una idea entre la ciudadanía: la información o la ficción.

Sería muy arriesgado dar una respuesta categórica a esta pregunta, porque son múltiples los factores externos que pueden actuar en una u otra dirección. El último caso que nos debe hacer reflexionar al respecto es el relacionado con la serie ‘Por trece razones’ de Netflix, que gira en torno al suicidio de la protagonista Hannah Baker, quien envía trece cintas a sus compañeros de instituto en las que explica cómo todos ellos influyeron en su decisión de quitarse la vida. En principio esta serie tenía como uno de sus objetivos, además de entretener, concienciar sobre el suicidio entre los adolescentes, animando a las personas a pedir ayuda e identificar las señales que pueden indicar que alguien de su entorno puede estar pensando en suicidarse. Es más, en el tráiler de promoción se incide en ello y al final de cada capítulo se promociona una página web de ayuda. Pero cual ha sido la sorpresa que un estudio realizado en Estados Unidos ha arrojado un dato llamativo, ya que se ha registrado un aumento de suicidios entre los jóvenes tras el inicio de la emisión de ‘Por trece razones’. Parece ser que al final se ha conseguido el efecto contrario. Lo que demuestra una vez más que el mensaje más importante no es el que se emite, sino el que el receptor recibe.

Es paradójico que por un lado se editen cada vez más guías sobre cómo tratar el suicidio en los medios de comunicación y de esta manera los periodistas puedan participar activamente en eliminar el tabú que rodea a este tema y colaboren en la prevención del suicidio, y que estos esfuerzos sean fagocitados supuestamente por el contenido de una serie de ficción. ¿Qué tiene más fuerza, el tratamiento correcto de un caso de suicidio en un informativo o un capítulo de ‘Por trece razones’? ¿El receptor consume y asimila del mismo modo la información que la ficción? Estos y otros interrogantes sólo pueden ser respondidos desde un punto de vista multicausal, como sucede con el suicidio, ya que éste no es la respuesta a una única causa.

Los expertos han desgranado según su experiencia los aciertos y fallos de ‘Por trece razones’ a la hora de hablar del suicidio, pero esto también genera otra duda. ¿Deben estar obligados los desarrolladores de contenidos de ficción a incidir en la prevención de un tema en concreto o deberían tener libertad para tratar los asuntos como consideren más oportuno y sólo obedeciendo a las necesidades del guión, ya que su único objetivo es el entretenimiento? ¿Las líneas rojas que nunca deberían sobrepasarse tienen que ser las mismas para la ficción que para la información?

Se me ocurren decenas de contenidos dirigidos al ocio como películas, libros o canciones que transmiten e incluyen mensajes que no podrían ocupar nunca un espacio en un periódico, en un informativo radiofónico o en un telediario, pero que por el contrario son aceptados socialmente para su consumo como entretenimiento. ¿Debemos dejar a un lado las tentaciones de censura y centrarnos en fomentar la actitud crítica entre las nuevas generaciones que les ayude a consumir ciertos contenidos sin riesgo de consecuencias negativas? ¿Es tan difícil diferenciar realidad y ficción? ¿O en algunos casos la realidad y la ficción se entrelazan de tal manera que son inseparables? Sea de una u otra manera, y dejando por un momento a un lado los preocupantes datos arrojados por los estudios mencionados anteriormente, lo que está claro es que la serie ‘Por trece razones’ ha conseguido al menos poner una vez más el foco de la actualidad en el suicidio, que aunque está a nuestro alrededor en ocasiones nos negamos a verlo.
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