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Plataforma en defensa de las despedidas de soltero

23/11/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Es paradójico que en los tiempos en los que vivimos, en los que parece que está prohibido el prohibir y en los que la epidermis de la mayoría de los ciudadanos es cada vez más sensible y no soporta ningún tipo de contacto más allá de lo políticamente correcto, se normalicen y acepten ciertas conductas o acciones. Si no fuera porque somos testigos y actores de una sociedad en la que se ha interiorizado como un símbolo de progreso, modernidad y respeto la creación de todo tipo de plataformas en defensa de algo, ya sea persona, animal o cosa;no me hubiera sorprendido lo presenciado recientemente en un bar del Barrio Húmedo.

Un grupo de hombres jóvenes ataviados con la misma camiseta, a excepción de uno que pretendía pasar por la hermana gemela de Pamela Anderson de Vigilantes de la Playa, dirigía sus pasos hacia el interior del local cuando desde detrás de la barra se les hizo un simple gesto con la cabeza señalándoles un cartel que había a la entrada. Tras su lectura, el engendro de socorrista y los bañistas que la acompañaban volvieron tras sus pasos en dirección a otra playa donde mojarse por dentro. Una vez visto lo sucedido me acerqué a la entrada y pude ver lo que les había hecho retroceder.

Las indicaciones eran claras. Se prohibía la entrada a personas disfrazadas y a despedidas de soltero. Y ante esto y la facilidad que tenemos para orquestar campañas en redes sociales y fundar plataformas en defensa de, por ejemplo, la tortilla de patata sin cebolla, de los adoquines de la calle Ancha, de los topos de la Candamia… y así hasta lo más ridículo e impensable, me extraña que no se haya creado la Plataforma en Defensa de las Despedidas de Soltero. De esta manera podría denunciar ante el Tribunal de Estrasburgo el acoso y la discriminación sufrida por este colectivo a escasas fechas de su paso por el altar o por la mesa de plenos del ayuntamiento más cercano.

Desde todo tipo de asociaciones, grupos políticos, sindicatos… no se cansan en incidir en lo negativo e injusto que es generalizar. Ni todos los perros muerden, ni todos los catalanes son unos tacaños, ni todos los jóvenes son unos vagos, ni todos los políticos son unos corruptos… Hasta aquí todos estamos de acuerdo ¿no? Pero entonces, ¿dónde están los garantes y guardianes de la libertad de la humanidad y de lo que no es humano ante esta generalización? ¿O es que todas las personas que participan en una despedida de soltero son borrachos, carentes de educación y causantes de conflictos? ¿Qué pasaría si en un local hubiera un cartel que prohibiera la entrada a personas que midieran menos de 1,80 metros, a mujeres que no fueran rubias o a hombres calvos? Omito escribir lo que ocurriría porque es de primero de parvulitos, o bueno como se diría ahora, de primero de infantil. Entonces, ¿generalizar es lícito o no, o sólo en ciertos casos según los intereses propios y ajenos? Y es que cuando uno se convierte en más papista que el Papa, se corre el riesgo de caer en el pecado mortal de la parcialidad.

La anécdota de la hermana gemela de Pamela Anderson demuestra lo oportunista y falsa que es nuestra querida sociedad políticamente correcta, que sí, efectivamente es política, pero no correcta.
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