Plácido Domingo 'rescata' al joven Verdi

Desde La Scala de Milán, el tenor madrileño, reconvertido en barítono, protagoniza 'I due Foscari', una rareza del compositor italiano que este jueves se exhibe en Cines Van Gogh

Javier Heras
18/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Plácido Domingo ha encontrado en Verdi al mejor aliado para su segunda vida como barítono. Lo hemos visto en la piel de Nabucco, Rigoletto, el Germont de ‘La traviata’ o el Conde de Luna de ‘Il trovatore’; pero luce aún más en roles no tan populares, como el Giacomo de Giovanna d’Arco y el Dux veneciano de ‘I due Foscari’. La sexta ópera del maestro de Busseto, casi una rareza en el repertorio, ha renacido en el último lustro gracias al cantante madrileño.

A sus 77 años, con 150 títulos a sus espaldas y unas 3.500 funciones, el desgaste inevitable de la voz supone incluso una ventaja: el anciano Francesco Foscari debe sonar frágil, seco. A falta de graves, en Plácido perviven su timbre inconfundible, presencia y musicalidad y, ante todo, su sentido dramático en cada frase, empezando por los recitativos. Su sufrimiento nos duele. Y lo asombroso es que mejora en cada nueva interpretación. Debutó en Valencia en 2013, continuó en Londres al año siguiente, logró una versión superior en Barcelona en 2015 y se coronó en La Scala. Esta última producción llegará este jueves a Cines Van Gogh a las 20:00 horas.

Junto a Domingo, de nuevo, el tenor Francesco Meli, de bello centro y fraseo matizado. Y un descubrimiento: la poderosa soprano napolitana Anna Pirozzi, ágil y segura, que irrumpió en 2013 con una sustitución en Salzburgo, a las órdenes de Riccardo Muti en ‘Nabucco’. La escenografía, tradicional pero dinámica gracias al uso de paneles y proyecciones, la firma el letón Alvis Hermanis, aplaudido por su montaje de ‘Die Soldaten’. A la batuta, el joven Michele Mariotti, Premio Abbiati de los críticos italianos en 2016. Como habitual del bel canto rossiniano, acompaña las voces con complicidad, y ofrece una lectura elástica y delicada. Meses después de esta grabación, debutaría en el festival de Salzburgo, estrenaría ‘Lucia di Lammermoor’ en Londres y ‘La bohème’ en el Teatro Comunale de Bolonia, de donde es director musical.

‘Idue Foscari’, de 1844, se basa en un drama de Lord Byron de 1821 sobre Francesco Foscari, gobernante de Venecia, y su hijo Jacopo, acusado de traición. A Verdi le fascinaba el tema, «lleno de pathos», y para este encargo del Teatro Argentina de Roma volvió a colaborar con el libretista Francesco Maria Piave (Ernani, Macbeth, Rigoletto). Por primera vez, abordaba el conflicto entre los sentimientos y el deber, tan característico de sus obras posteriores: aquí, el Dux, leal a su patria, ordena -a su pesar- que el joven sea desterrado. El hombre más poderoso no es capaz de salvar a su ser más querido, como le sucedería más tarde al Felipe II de ‘Don Carlo’. El texto no había pasado el filtro de La Fenice (porque contenía críticas a familias históricas de la República), pero sorteó la censura papal en Roma.

En aquellos años, después del triunfo arrollador de ‘Nabucco’, al compositor le llovían ofertas de los teatros, a las que no sabía decir que no. Así, elaboró bajo presión, sin retoques ni sutilezas, once títulos entre 1844 y 1851, período que denominaría «anni di galera». Para ello, recurrió a fórmulas del bel canto, con sus números cerrados para la exhibición vocal. Pese a todo, su inspiración era tan grande que partituras como la de ‘I due Foscari’, aun con altibajos, contienen no pocas melodías brillantes y arranques de energía como Odio solo, la cabaletta de Jacopo. Además, esta obra presenta varias novedades. Para empezar, el uso de los leitmotive para describir a los personajes (la agitada Lucrezia, el caminar lento del Dux), así como algunos efectos armónicos y modulaciones instrumentales. Pero sobre todo su tono grave y pesimista: Verdi compuso esta tragedia devastado por la muerte de su mujer y sus dos hijos en una epidemia. La atmósfera opresiva, melancólica, da unidad y se adelanta 13 años a otro drama situado en una república marítima, en ese caso Génova: ‘Simon Boccanegra’.
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