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Paté de campaña (1) / La capa de invisibilidad

14/05/2023
 Actualizado a 14/05/2023
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Empezó la campaña pero no es verdad. La campaña lleva semanas; la campaña lleva desde siempre. Quizás hubo un tiempo en que los políticos se dedicaban a otra cosa, a asuntos por los que cobran, por los que aseguran estar en política y tener vocación. Uno ya ha dejado de recordar ese tiempo porque ha pasado demasiado y la memoria se pliega como el espacio sideral en las películas de ciencia ficción. A fecha de hoy, un político estándar está de campaña día y noche, sin interrupción para tomar proverbiales impulsos. Y lo que es peor: lo está aunque sea un cargo público y deba dedicarse a esas cargas públicas que, como mucho, utiliza para arrojarlas a la cara de otro.

El presidente de esta Comunidad bicéfala entabló la campaña a partir del leitmotiv con que su partido lleva dando la lata desde hace eones: el rival es Sánchez. El mal es Sánchez. Sánchez, el octavo pasajero. Escondiendo la porquería propia bajo la alfombra, como es costumbre de la casa, pretende nos desentendamos de lo que se dilucida en estas elecciones desenfocando la distancia corta con que casi todo el mundo distingue al alcalde de su pueblo o ciudad en esta región tan poco metropolitana. Empuña una vez más un arma infalible, sable láser y capa de invisibilidad a la vez, para evitar el juicio sobre sus alcaldes y concejales. Se presenta Sánchez, remacha con dedo acusador. Y todos a poner cara de susto. Mañueco cree que la mención de ese demonio de su partido actúa en los electores como en ‘El exorcista’: un aullido de latín vulgar, una aspersión y sanseacabó. Mañueco nos toma por tontos, como es costumbre de la casa: la culpa de todo la tiene otro. Él está en la oposición. Su partido no gobierna aquí desde hace 36 años.

Su último conjuro exorciza, cómo no, a una ministra de Sánchez. Dijo Teresa Ribera que la despoblación se frena excepto en Castilla y León, donde hay graves problemas a causa de los recortes de «maestros, aulas rurales, pediatras, médicos, enfermería, cierres de consultorios…» No sabemos si en otros lugares sucede lo que dice, pero coincidimos en que lo referido a este es cierto. Sin embargo Mañueco afirma que la ministra «ha insultado» a esta región y a sus habitantes, faltando al respeto a los castellanos y a los leoneses. A mí no, desde luego. A mí no me falta al respeto que diga algo así. A él sí, claro, a él le parece una falta de consideración que le digan que no hace bien su trabajo. Vuelve a confundir su persona con la de sus gobernados; Castilla y León no son su presidente o su partido aunque tantos años en el poder estén confundiendo las cosas. A estas elecciones no se presenta Sánchez. Ni Mañueco, por cierto, aunque corra a extender su capa de invisibilidad sobre él y los suyos por si acaso.
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