Paseando por la Peña del Seo

Desde Cadafresnas hay que acercarse al poblado minero situado sobre los estribos de la Peña del Seo

Francisco A. Ferrero
04/06/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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El camino a Cadafresnas fue construido expresamente por la Compañía Minera Montañas del Sur (Montesur) para poder tener acceso a la explotación minera y construir el poblado de La Piela, edificado hace algo más de sesenta años.

La Peña del Seo y sus alrededores presentan una gran variedad litológica en un área relativamente reducida: esquistos, pizarras, cuarcitas, granitos y calizas, predominando los esquistos pizarrosos en la Peña, estando atravesados por diques de cuarzo que presentan mineralizaciones interesantes, especialmente los que se orientan en dirección noroeste-suroeste, que contienen sulfuros de hierro, de cobre, de estaño y de arsénico,y un wolframato de hierro y manganeso, muy escaso en la naturaleza, conocido como wolframita, materia prima para la obtención del metal nombrado como wolframio, tungsteno o simplemente ‘wólfram’.

Una vez nos alejamos unos cien metros del poblado minero en dirección oeste, nos encontramos con una gran explanada que constituyó en el pasado una cantera de granito descompuesto para utilizarlo como grava en las distintas edificaciones ligadas a la explotación minera. En este punto hay que coger el camino ascendente, que gira inicialmente en dirección al poblado, y posteriormente va ganando cota hasta alcanzar el nivel del lavadero superior (conocido también como el lavadero nuevo) situado a la cota 1.200 m snm.Antes de llegar al mismo, un cruce de caminos nos indica que tenemos que seguir ascendiendo en la misma dirección que traíamos hasta la base noreste de la Peña.

Antes de llegar al collado, a nuestra derecha, mana una fuente de caudal variable, dependiendo de la época del año. En su día, fue un manantial preparado para abastecer a la casa de la Campa de Mosteirós, situada sobre el collado unos metros más arriba. En la actualidad está deteriorada, pero permite todavía abastecerse de agua. Alcanzado el collado, situado a la cota 1.284 m snm, se observa la traza de una caseta minera conocida como la casa de Mosteirós, que llegó a tener luz eléctrica y se dedicó a la administración y vigilancia de las explotaciones mineras durante los primeros albores de la fiebre del wólfram.

El edificio, hoy derruido, marca, a su derecha, un sendero apenas visible que va zigzagueando monte arriba, ascendiendo a lomos de los estribos de la Peña hasta la cumbre. Durante el ascenso, la hoyada senda va esquivando la vegetación rastrera. Donde su traza se pierde, los senderistas la han señalizado con piedras apiladas en difícil equilibrio, por lo que hay que estar muy atento a estos pequeños hitos que marcan tímidamente la trayectoria del camino.

Habremos vencido a la fuerte pendiente a medio camino, donde empiezan a aflorar las primeras escombreras. Aquí la pendiente desaparece, y aún no estando exento de dificultades, predomina la horizontalidad sobre la rasa de la Peña. Resulta conveniente prestar atención a las labores mineras superficiales; hay también alguna galería de escasa longitud. Todas ellas son subparalelasy rumban en dirección noroeste. Algunas conservan chozos y primitivas trazas de edificaciones, que pudieron dedicarse a pequeños abrigos para pasar la noche cuando se localizaba un buen filón. Estamos en una cota superior a la 1.500 m snm y a esta altura el frío y el viento están siempre presentes.

Pasada esta zona abigarrada de explotaciones, el camino nos lleva a la cumbre de la Peña en la cota 1.582. Un mojón de piedras lo atestigua, siendo también la señal que separa los términos municipales de Oencia (al sur y oeste), Barjas (norte) y Corullón (este). Desde este alto, sobre el que se derrumba al E el precipicio conocido como el barranco del Infierno, se ve una caseta contraincendios, hoy abandonada, a apenas trescientos metros en línea recta; a su lado, un vértice geodésico construido en hormigón señala su cota topográfica exacta: 1.576 m snm.

Una vez hemos conquistado la caseta, se hace necesario saborear un merecido descanso, apoyado sobre el lienzo sur de la misma, permanentemente soleado. Desde aquí se puede ensoñar ver ocultarse el sol hacia el oeste, y ver fulgurar, hacia el este, los primeros rayos de sol del amanecer.No sólo todos los bercianos deberíamos subir a la cumbre de la Peña del Seo alguna vez en nuestra vida, también se hace necesario pasar allí la noche, viendo el tránsito, siempre mágico, del día a la noche y de la noche al día. El descenso de la Peña a la campa de Rodrellán puede hacerse por la alternativa que cada uno elija; no hay un sendero claro. Si el suelo está seco, el mejor camino es seguir los afloramientos rocosos ausentes de vegetación; si no fuera así, caminar entre la vegetación rastrera perdiendo cota poco a poco, siguiendo las trayectorias de pendiente más suave.Solamente son 500 metros de descenso hasta alcanzar la pista forestal que corta la cumbrera. A unos 400 metros del inicio de la pista nos topamos con un camino bien marcado que, a nuestra izquierda, nos baja de nuevo al poblado minero.

Durante el descenso podremos ver las trincheras mineras de Rodrellán, señalizadas en el plano, y unas magníficas vistas hacia las instalaciones mineras.El descubrimiento del mineral del wolframio (la wolframita) en torno al año 1940, provocó el desarrollo de una gran actividad minera en la Peña que abarcó el periodo 1940-1958. Las explotaciones más antiguas fueron laboreadas a instancias de Joaquín Bugallo, un comandante militar retirado y mutilado de La Marina, que había estado destinado en La Coruña. La concesión minera se estableció bajo el nombre de ‘Mina Currito’, en memoria del nombre de un hijo del Sr. Bugallo.

La ‘Mina Currito’ tenía un lavadero propio, hoy oculto por la vegetación, conocido como el ‘lavadero de Bugallo’. Este antiguo lavadero dejó de estar operativo cuando la mina empezó a tener mayores niveles de actividad, lo que obligó a construir, sobre finales del año 1950 y primeros meses del año 1951, un nuevo lavadero de mayor volumen que el anterior, conocido como el ‘lavadero viejo’, que estuvo en marcha hasta la finalización de la actividad minera, a pesar de haberse construido un ‘lavadero nuevo’, con capital americano, a los pies de las galerías mineras, que apenas llegó al año de funcionamiento. Todas las labores mineras iniciales fueron dirigidas por D. José González Sabariegos, ingeniero de Minas y catedrático de la prestigiosa Escuela Técnica Superior deIngenieros de Minas de Madrid. En el interior de la Peña se practicaron ocho plantas o niveles de galerías que rumban en dirección noreste-suroeste, hacia el ‘caborco’ o barranco del Infierno.

Durante el periodo de máxima actividad el número de trabajadores se acercaba a las trescientas personas (otras fuentes hablan de 450 personas, incluso 600), incluyendo todo el personal (lavaderos, trabajadores de interior y exterior de la mina, vigilantes, explotaciones a cielo abierto de Valdelouro, personal administrativo y de mantenimiento, etc.). El volumen de producción mineral era un misterio, y la empresa tenía órdenes de no facilitar estos datos a los trabajadores. No obstante, sabemos que los valores de producción en los periodos de mayor actividad estaban en el orden de 5 a 7 tm/mes. Los vigilantes tenían instrucciones explícitas para cachear a los mineros y evitar los hurtos de mineral. Esta práctica también era extensiva a los trabajadores de los lavaderos.

Desde el año 1957, los americanos, a consecuencia de la finalización de la guerra de Corea, rescindieron el contrato con la empresa Montesur. Tras el cese de la actividad muchos trabajadores pasaron a ocupar puestos en la minería surgente de carbón en las cuencas mineras bercianas, o probaron suerte en los cotos minerosWagner y Vivaldi, relacionados con la minería del hierro. De esta manera, la minería de la Peña del Seo fue una escuela de mineros para otras explotaciones posteriores.

Llegado al punto C, situado en una pequeña campa herbácea en la cota 1113 y donde es posible ver algún corzo, nos desviamos a la izquierda, al objeto de alcanzar con rapidez el punto de intersección del camino que nos lleva al lavadero viejo con la corriente fluvial que baja del barranco del Infierno. Desde aquí, en poco más de 1 kilómetro, estamos de nuevo en el poblado minero, punto de inicio de esta ruta extremadamente interesante.
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