22/03/2018
 Actualizado a 14/09/2019
Guardar
Nunca he sido semanasantero. Y es por eso que cada año en esta época comienzo una de mis columnas contándole que la única procesión en la que participo es la que organizamos los redipollejos para ir a tomar el vino al bar de Esme. Pero he admitir que el otro día me sentí un poco papón de acera cuando se dejó caer por la cuna de la democracia la todopoderosa vicepresidenta de este nuestro país. Oiga, que parecía aquello la procesión de las palmas. Sólo faltaban el señor obispo y la concejala que ni está ni se la espera. Así que este año he cumplido más que ningún otro con el mundo cofrade y por eso seguiré sus andanzas desde mi pueblo, sin aglomeraciones de gente y con mi salud auditiva fuera de peligro. Así podré contarles a mis paisanos que la ‘vice’ piensa que el turismo es un gran invento a la hora de combatir la sangría demográfica y lograr que haya partida después de comer en las zonas rurales. Aunque yo albergo serias dudas, porque dice que al turismo hay que añadirle una pizca de nuevas tecnologías para que los emprendedores puedan instalarse en los pueblos y para dar servicio a una generación de turistas que necesitan estar conectados a todas horas, por lo que seguramente en lugar de jugar al mus se dedicarán a ejercer el postureo en los enredos sociales. Quizás la ‘vice’ tendría que haber visitado un pueblo si quería hablar del pueblo y así habría comprobado que si el turismo no puede ser la única solución para la capital, menos puede serlo aún para zonas en las que ya no habría ni quien saliera a agitar las palmas a su llegada.
Lo más leído